lunes, 13 de enero de 2014

JUEGO DE NIÑOS- ALICE MUNRO-

           
"Charlene y yo nos mirábamos fijamente, sin prestar atención a lo que hacían nuestras manos. Charlene tenía los ojos muy abiertos, jubilosos, y supongo que yo también. No creo que nos sintiéramos malas, triunfantes por nuestra maldad. Era más bien como si estuviéramos haciendo lo que se nos exigía, aunque parezca mentira, como si fuera el cénit, la culminación de nuestra vida, de nuestro ser.
Habíamos ido demasiado lejos para echarnos atrás, se podría decir.No teníamos elección. Pero juro que no elegimos nada, de ninguna manera.
Todo aquello probablemente no llevó más de dos minutos.¿Tres? ¿O un minuto y medio?

                          Con este párrafo describe Alice Munro el ahogamiento en en lago de esa niña especial Verna ,a manos de Charlene y Marlene, dos amigas recientes,que se conocen e intiman en el campamento de verano, después los silbatos de las monitoras invitan a salir del agua, es el último baño y el último día,despedida sin necesidad de palabras ni consignas, angustia, falta alguien ,el cuerpo de Verna flotando.
                          La escena descrita discurre en las dos últimas páginas del cuento, Munro demora el desenlace que ya se anuncia en el primer párrafo del cuento, entre este principio y este final juega con el espacio y sobre todo con el tiempo,pasado remoto de la infancia anterior al accidente, pasado posterior y presente en un continuo ir y venir en la narración, el cuento se podría leer en otro orden y también se entendería.
                        Con una prosa sencilla y elegante ,contundente y sin adornos Munro consigue convertir la violencia más atroz en normalidad, nos presenta a sus personajes con una gran meticulosidad,no toma partido,ni los quiere ni los odia, tampoco los juzga solo los expone al lector y al lector le da las claves para que los analice.
                        Las dos niñas aprenden a vivir con su culpa.
 Marlene se hace antropóloga , su vida está condicionada por lo que pasó,escribe un libro "Idiotas e ídolos" donde estudia aptitudes sagradas, mágicas y valiosas de personas "especiales" en distintas culturas, no es capaz ni quiere mantener una relación duradera quizás porque amar es compartir y aquel suceso no se puede compartir, esquiva todo posible encuentro con Charlene acudiendo con desgana y solo a la hora de su muerte y ella llega sola a la vejez sin capacidad de pedir perdón.

                         ¿No me tentó tanta palabrerìa? ¿Ni una sola vez?.Podría haberme abierto, tener la sensación de abrirme, al vislumbrar el perdón, inmenso aunque engañoso. Pero no.Esas cosas no son para mí. Lo hecho ,hecho está. A pesar de los coros de ángeles y las lágrimas de sangre. 

Charlene ,de la que sabemos menos,está casada y sin hijos  como si quienes quitaron una vida fueran incapaces de crear vida, en ella los remordimientos parecen mayores, quizás por ello requiere la presencia de un sacedorte aunque Munro no aclara para qué y ni siquiera sabemos si el encuentro llega a realizarse.

                          "El padre Hofstrader. Él sabrá que hacer. No se lo puedo pedir a C y no quiero que se entere jamás. El padre H lo sabe. Se lo he pedido y me ha dicho que es posible ayudarme.Marlene hazlo por favor. Muchísimas gracias. NO TIENE NADA QUE VER CONTIGO.

Al final como lectores también nos sentimos incapaces de culpar a nadie,los personajes solo nos inspiran una profunda lástima e incluso compasión, cada lectura del cuento descubre nuevos matices y tras su aparente sencillez se encierra una gran complejidad.

                                         

Sangre Sabia y Los violentos le arrebatan



        Alice Munro reconoce la influencia en su obra de la escritora americana Flannery O'Connor, representante del llamado "gótico sureño", resulta evidente entre "Juego de niños" y la novela "Los violentos le arrebatan",en esta también un menor ahoga a su primo retrasado en un lago mientras el padre asiste impotente a la escena.

                          Siguió de pie,rígido, delante de la ventana. Sabía lo que había pasado.Para él era tan evidente, como si hubiese estado en el lago con el muchacho, y entre los dos hubiesen tomado al niño y lo hubiesen sujetado debajo del agua hasta que dejara de luchar.

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