sábado, 11 de enero de 2014

Cine: La gran belleza, un recorrido por la banalidad cultural


En Roma, durante el verano, nobles decadentes, arribistas, políticos, criminales de altos vuelos, periodistas, actores, prelados, artistas e intelectuales tejen una trama de relaciones inconsistentes que se desarrollan en fastuosos palacios y villas. En el centro de todos ellos está Jep Gambardella (Toni Servillo), un escritor que dejó de escribir después de su primer libro. Jep, ahora periodista, acaba de cumplir 65 años. Dominado por la indolencia y la decepción, asiste a este desfile de personajes poderosos pero decadentes, huecos y deprimentes.

Escribía Carlos Boyero en El pais, a propósito de esta película:
Sobre su presentación en Cannes. Me pareció sobrecargada, habitada por una fauna de personajes esperpénticos cuya lúdica existencia me daba igual y situaciones agotadoramente caricaturescas, con una intensidad molesta...
Ante su estreno en Madrid: Lo que en una primera visión me amodorraba o me irritaba ahora me resulta magnético. Las imágenes están reñidas con lo convencional, el tono esperpéntico adquiere sentido, la música está admirablemente utilizada, el permanente juego de máscaras no es gratuito, esa catarata de imágenes hipnóticas pueden fascinar a la retina.


Pues yo me encuentro en la primera de las situaciones.El recorrido de Jep Gambardella, el periodista interpretado por Toni Servillo, por una atractiva Roma, hermosamente fotografiada, me deja indiferente. Ya desde los primeros diez minutos, tras un bello comienzo en la colina Janículo, sobre el Trastevere, estropeado con esa fiesta absurda, llena de gente cuya forma de divertirse no consigo entender, con una cámara sometida al movimiento continuo, una grúa mareante y una música (?) difícil de soportar, me sentí totalmente fuera de la película. Y me costó conseguir entrar. Tan solo tras la primera hora empecé a sentirme algo más cómodo en esa crítica de la banalidad cultural que es La gran belleza. Con algunos momentos de verdadera belleza visual y musical, Con la ironía y el desencanto que el actor sabe, en ocasiones, transmitir a su personaje. Pero siempre con Fellini en mi memoria. La Dolce Vita, Roma, Mastroianni... No resiste la comparación. Quizá con una hora menos...
Es cierto que en La gran belleza hay muchas cosas, quizá demasiadas. Cinismo, escepticismo, fracaso, descontento, decepción,fraude... miserias humanas. Hay momentos hermosos, el recorrido por los palacios a la luz de unas velas, el recorrido final por el Tiber... Y otros llenos de sarcasmo, el Cardenal, la monja. Me acordé de Ezequiel en la escena de la niña arrojando botes de pintura (a lo Pollock) sobre un enorme lienzo.

Sé que la película ha obtenido  y va a obtener muchos premios. Que personas cuyo gusto respeto y, generalmente, comparto hablan muy bien de ella. Pero a mi no me gustó y, al contrario de Boyero, no me apetece darle otra oportunidad. Lo siento.

2 comentarios:

  1. En cambio yo me sentí identificada con esa gran belleza. Comprendo que cada uno tiene su estética, su forma de divertirse, de gozar pero la peli en general,con esa visión cínica de Gambardella sobre todo lo que ocurre, no tiene desperdicio. Quizás es un poco larga porque con tanta materia se nos escapan detalles.

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  2. Me ha parecido una película fascinante que habla y reflexiona sobre muchas cosas,la vida ,la muerte,la vejez, la soledad,de la vuelta a las raíces,de una sociedad decadente y corrupta.Película para ver más veces.

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