martes, 4 de octubre de 2016

Teatro: LA PIEDRA OSCURA


Estrenada en 2014 en Montevideo, su estreno en España, en la sala pequeña del María Guerrero en enero de 2015, convirtió a La piedra oscura en una de las revelaciones de la temporada, siendo objeto de diferentes reposiciones en Madrid y de numerosas representaciones por toda España, incluyendo una en el Teatro Mira, aquí en Pozuelo. 
Por diferentes razones no había tenido oportunidad de verla hasta ahora en que en una nueva reposición, se presenta en el Teatro Galileo de Madrid.

La obra está inspirada libremente en la figura de Rafael Rodríguez Rapún, un
estudiante de minas, secretario del teatro universitario La Barraca y
compañero de Federico García Lorca en los últimos años de sus vidas. Rapún
murió el 18 de agosto de 1937 –justo un año después de Federico– en un
Hospital Militar de Santander. Le habían herido antes en el transcurso de un
ataque aéreo cerca de Bárcena de Pie de Concha, un municipio de Cantabria situado a 60 Kms de Santander. Por lo tanto el encuentro del que se ocupa la obra es ficción. Sin embargo el resto de informaciones, datos, nombres, sucesos, etc. son el resultado de la investigación que desarrolló él autor durante años. El autor es Alberto Conejero, nacido en 1978, licenciado en Dirección de Escena y Dramaturgia por la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y doctor por la Universidad Complutense de Madrid. Otras obras suyas son La extraña muerte de una cupletista contada por su perro  Cliff  (acantilado),  estrenada en Buenos Aires en 2012 y en Madrid en 2014; Ushuaia,  y Húngaros. Tiene pendiente de estreno en Madrid (enero 2017) Todas las noches de un dia, con Blanca Portillo y José Luis Garcia-Pérez. No conozco ninguna de ellas. 

Ha ganado varios premios y la obra que comento se hizo con cinco Premios Max en la última edición.




Una habitación de un hospital militar cerca de Santander; dos hombres que no se conocen y que están obligados a compartir las horas  de una cuenta atrás que quizá termine con la muerte de uno de ellos al amanecer. Un secreto envuelto en remordimientos y un nombre que resuena en las paredes de la habitación: Federico. Queda tan sólo la custodia de unos documentos y manuscritos como último gesto de amor. 


Tal como reconoce el autor, Rafael realmente murió desangrado en un hospital republicano de Santander pero él construye la  ficción de que pasara su última noche custodiado por un joven del ejército sublevado lo que le permite generar no sólo tensión dramática sino explorar los mecanismos del encuentro y la redención, que son temas fundamentales de la obra. Es una obra sobre el encuentro decisivo de dos hombres en el que un lenguaje automatizado, lleno de prejuicios y miedos, se va resquebrajando para dar lugar a una especie de intimidad entre ellos. Como dice el director de la puesta en escena, lo que vemos es lo que ocurre cuando dos seres humanos están uno frente al otro  en una situación extrema. Qué pasa con sus certezas, con su criterio moral, con lo que creen que está bien o está mal. Contar qué pasa con dos personas que en principio parecen muy lejanas y que acaban no solo encontrándose, sino necesitándose.

El texto tiene  tensión dramática y pulso poético. La puesta en escena es correcta y sencilla como también la interpretación. El director es Pablo Messiez, también autor en ocasiones, que ha realizado, al parecer, varios montajes interesantes en los últimos años (Las criadas, Ojos, La distancia...) aunque no he tenido ocasión de verlos. Los intérpretes son Daniel Grao y Nacho Sánchez. Al primero lo hemos visto últimamente en bastantes ocasiones. En TVE está en La sonata del silencio y va a protagonizar La catedral del mar en Antena 3. En cine le acabamos de ver en Julieta. Nacho he leido que ha debutado profesionalmente con esta obra, aunque despues de casi dos años interpretándola ya no cabe hablar de él como debutante. Los dos están muy bien.

Una obra que vale la pena ver.

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