La chica del tren es la adaptación al cine del best-seller de Paula Hawkins del mismo título. Una mediocre novela que, increíblemente, ha vendido millones de ejemplares en todo el mundo. Está dirigida por Tate Taylor, el director de la notable Criadas y señoras ( The help, 2011). Ya en esa película nos demostró un interés por los personajes femeninos y las buenas actrices (Emma Stone, Viola Davis, Sissy Spacek, Octavia Spencer, Jessica Chastain, entre otras figuraban en el reparto). Tuvo cuatro nominaciones a los Oscar, tres de ellos a sus actrices. Octavia Spencer ganó el de mejor actriz de reparto.
Rachel (Emily Blunt) es una mujer divorciada y alcohólica. con problemas con la bebida. Cada día, toma el tren para ir a Nueva York, y cada día el tren pasa por su antigua casa en la que ahora vive su marido con su nueva esposa, Anna (Rebecca Ferguson), y su hijo. Rachel se concentra en mirar a una pareja, Megan (Haley Bennett) y Scott , que vive unas casas más abajo, creándose una imagen aparentemente perfecta sobre ellos.
Pero una mañana, desde la ventana del tren, Rachel es testigo de una aparente infidelidad de Megan que la impacta y llena de rabia. Al día siguiente, se despierta con una resaca terrible, diversas heridas y contusiones, y no recuerda nada de la noche anterior, aunque tiene la extraña sensación de que algo malo ha pasado. Cuando descubre que Megan ha desaparecido, Rachel se ve envuelta en el caso, y trata de averiguar qué pasó y qué fue exactamente lo que ella misma hizo la noche en que Megan desapareció.
Una historia de intriga, más propia de Agatha Christie que de Hitchcock, con algunos puntos notables, sobre todo la imagen de la visión de las casas desde el tren. Una idea que estropea el director al ofrecernos planos cortos de la casa desde la visión, aparentemente subjetiva, de Rachel. El resto, la historia de tres mujeres con un punto de conexión, Tom. El ex marido de Rachel que es ahora el marido de Anna y que ha contratado a Megan como niñera.
La película sigue fielmente la acción, aunque no tanto el juego de tiempos y narración en primera persona de la novela. Siempre es dificil el relato en primera persona en el cine, que suele obligar a la voz en off. Esta película no es una excepción. Recurre también a la inserción de numerosas analepsis (flash back), cometiendo incluso lo que Hitchcock señalaba como gran error en una de sus películas (Pánico en la escena). Que el flash-back sea falso.
Película lastrada por un guión insuficiente que no aprovecha lo que constituía, para mí, lo único aprovechable de la novela, el juego temporal de las tres narradoras. Y que, como en la novela, llega a la resolución final de forma tan artificial como abrupta.
Bien las tres actrices principales, mientras que los actores tienen unos personajes tan poco atractivos e interesantes que es imposible que destaquen.
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