martes, 20 de diciembre de 2016

Cine: UN MONSTRUO VIENE A VERME


Un monstruo viene a verme está dirigida por Juan Antonio Bayona, un joven director que con solo dos películas se ha instalado en el éxito y la consideración de la industria no solo en España sino que ha dirigido una serie de TV Penny Dreadful y va a dirigir la próxima entrega de Parque Jurásico. 
Apoyado por Tele5 y con capital de los USA es uno de los mas sino el que más internacional director español en la actualidad.

Lo cierto es que ninguna de sus dos películas anteriores, El orfanato y Lo imposible me convencieron, mas allá de su factura técnica y de producción. Por esta razón no me había animado a ir a ver esta última producción. Pero las numerosas nominaciones para los Goya y la opinión de mi hijo me han animado a rescatarla.




Los padres de Conor se han separado y ahora él, un niño de solo trece años, vive con su madre enferma. El cáncer está acabando con ella y el chico intenta superar la soledad y desolación que siente. Además, en el colegio sufre el acoso cruel de una pandilla de matones. 

Cuando las cosas se van poniendo peor, Conor recibe la visita de un monstruo, un majestuoso tejo al que ve desde la ventana de su casa, que de pronto cobra vida y se acerca para hablar con él, para contarle tres historia con las que le ayudará. También aparece su abuela en escena, una mujer que sufre por la situación de su hija y por la tristeza que ve en el rostro de su nieto.

Basada en la novela de Patrick Ness que es también el autor del guion, la historia se mueve entre la realidad y la fantasía en una dualidad que me pareció que estaba bien enlazada. Espectacular en su utilización de los efectos especiales y la animación, la historia se resiente, en mi opinión, de un exceso de sentimentalismo al igual que le ocurría a Lo imposible, muy en la línea de Spielberg en muchas de sus películas. En este sentido y aunque poco tienen que ver, me recordó a su última película Mi amigo el gigante. Y en ambas la misma sensación, el final es lo mas flojo.

Me gustó, de todas formas. Destacar al niño Lewis Mc Dougall. Parece claro que Bayona consigue buenas interpretaciones de los niños. También están Felicity Jones y Sigourney Weaver. En la versión original la voz del monstruo es de Liam Neeson. Como la vi doblada no puedo opinar.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

GENIUS--EL EDITOR DE LIBROS

Película angloamericana ,primera de Michael Grandage, afamado director de teatro inglés basada en el best-seller del escritor Scott Bess "Max Perkins editor of genius".
Maxwell E. Perkins fue editor de libros de la firma americana Charles Scribner's Sons y en cierto modo un pionero en la edición de libros de autor, un consejero que no solo se limitaba a publicar sino que establecía un vínculo tutorial y de amistad con sus autores, que era capaz de frenar la arrogancia de Hemingway o de alentar a Scott Fiztgerald  en las dudas creativas y depresiones de su peor época.
La historia se centra mas en la relación de Maxwell ( Colin Firth ) con el escritor sureño Thomas Wolfe (Jude Law ) , una relación que comienza con la llegada del manuscrito del libro que luego se llamaría "El ángel que nos mira" y que le deja fascinado , fascinación que aumenta en sus primeros contactos personales, Wolfe resulta ser una persona extrovertida, vitalista, de ademanes y gesticulación exagerada ; esa exuberancia e incontinencia la traslada a sus manuscritos que como en el caso de la novela "Del  tiempo del río "llegaban a tener 5000 páginas que la hacían ineditable.
Maxwell consigue que Wolfe acepte trabajar conjuntamente en la necesaria poda de sus novelas.
La película quiere reflejar esta relación que se convirtió en una  gran amistad, entre dos hombres tan diferentes, Maxwell padre de cinco hijas ve en el escritor el hijo que quiso tener además de admirar su talento, Wolfe ve en Maxwell a un amigo honrado que le disciplina como autor.
El escritor obtiene el reconocimiento de público y crítica y el personaje empático se transforma y convierte en un ser engreído y cruel que va destrozando sus relaciones con las personas que más le han ayudado , su amante , el propio editor, Scott Fiztgerald al que en un tiempo admiró y luego humilla.

 
   
A pesar de lo limitado del nudo argumental, pasa muy de puntillas por el contexto del momento en pleno crack financiero y apenas sabemos nada del pasado del escritor, pasado que influyó tanto en su obra de fuerte carga autobiógrafica ;la película se aleja del biopic tradicional centrándose mas en los años que duró su relación, me ha interesado porque como lector toca temas que me interesan, el mundo editorial,tan poco tratado en el cine,los limites de su intervención sobre la libertad del creador, Maxwell se pregunta en un momento determinado¿ Realmente estamos mejorando los libros ?. Reconozco no conocer a  este escritor la película ha despertado mi interés por leerle, en su momento fue muy valorado , William Faulkner lo reconoció como el número uno.
La película es un auténtico duelo interpretativo, se aprecia el origen teatral de su director, ambos actores están soberbios, Colin Firth perfecto en su sobriedad y Jude Law, en un papel mas agradecido, controlando muy bien el histrionismo del personaje, he encontrado a Nicole Kidman apergaminada en el papel de la señora Perkins, amante del escritor, correcta Laura Linney como esposa del editor.
Me quedo con la interpretación de Colin Firth, espero que sea nominado a los oscars, hay una escena final que define perfectamenta la personalidad del personaje y la tremenda calidad de este actor:
Recibe una carta del escritor remitida por el hospital donde murió, antes de abrirla cierra la puerta de su despacho, con recogimiento comienza a leer la carta, por primera vez le vemos despojarse de su sombrero, abandona su flemática expresión y llora por el amigo perdido.
Habrá que leer a Thomas Wolfe, ya he empezado una pequeña novela autobiográfica, como todas las suyas,"Una puerta que nunca encontré " , adjunto un fragmento que define bien la torrencialidad de su vida y de su estilo de escribir:                                      
 "A la larga, toda esta orgía de libros no me reportó ningún confort, ni paz, ni sabiduría para la mente ni el corazón. Al contrario, mi furia y deseperación aumentaron, alimentándose de si mismas; mi hambre aumentó sin tregua y su alimento sólo la hizo crecer y crecer.
Y lo mismo ocurrió con todo lo que hacía.
Pues esta furia que me llevó a leer tantos libros no tenía nada que ver con la educación, nada que ver con los honores acádemicos, nada que ver con el aprendizaja formal. Yo no era en absoluto un hombre de academia y no quería serlo .Sencillamente ,quería saberlo todo ,y me volví  loco cuando descubrí que no podría conseguirlo. En medio de un rapto furioso de lectura en la gigantesca biblioteca, la idea de las calles y de la ciudad me atravesó el cuerpo como una espada. Me pareció entonces que cada segundo que pasara entre aquellos libros sería un gran desperdicio, que en ese mismo momento algo que no tenía precio, algo irrecuperable estaba sucediendo en la calle, y que si lograba llegar a tiempo para verlo, de algún modo obtendría el conocimiento que buscaba: la fuente, el pozo, el manantial del que procedían todos los hombres y todas las palabras, todas las acciones y todos los planes de este mundo.
Y me echaba  a las calles a buscarlo".                                                                                                                                                           





               



                                                                                                                                      
                                














         
                                                                              

                                                                                                                  
                                                                                                                                 

Teatro: EL PÚBLICO


Este montaje de El público se estrenó el año pasado en el mismo escenario, el teatro de la abadía. Estuve dudando si ir a verlo y cuando finalemente me decidí ya no había entradas. Pensé incluso en hacerlo aprovechando un viaje a Barcelona en el Teatro nacional pero otra vez pasó lo mismo. Entradas agotadas. Por eso en esta ocasión, ante el anuncio de su reposición me aseguré poder asistir.

Y ¿por qué ese interés? Porque considero que cuando se es aficionado al teatro hay que abrirse a todo lo que se pone sobre un escenario. Aunque se trate de una obra supuestamente irrepresentable y difícilmente inteligible. Con esta obra, García Lorca aspiraba a iniciar un nuevo camino, y de eso precisamente habla: del valor para romper con el pasado, con las inercias, la tradición, la represión —tanto en plano artístico como en el afectivo— y emprender aquello que uno realmente desea. La obra, se dice en la sinopsis publicada como presentación, habla del teatro y habla del deseo, a través de un juego de máscaras, en el que se superponen ficción y realidad, en el que las identidades se encuentran en continua metamorfosis, persiguiendo sin cesar la Autenticidad, la Honestidad y la Libertad.


El responsable del montaje es Alex Rigola. Solo recuerdo haber visto un montaje suyo, Maridos y mujeres. Si no me equivoco es el actual responsable de los teatros del Canal. Y su montaje me pareció que estaba muy bien. Tanto el espacio escénico como la forma en que se desarrolla. Un clima de irrealidad domina toda la representación en la que intervienen 14 actores que se desdoblan en cerca de treinta personajes. Lo que pasa es que es difícil saber que nos está contando. Un texto sumergido en el surrealismo, lleno de símbolos e imágenes difíciles de entender. Como ocurre en parte del cine de Buñuel, lo que se nos ofrece es una serie de escenas a las que no es sencillo encontrarles un sentido, probablemente porque no son más que ideas que se desarrollan dentro de la cabeza del autor. 

La única idea clara es que lo que nos propone es un teatro nuevo, diferente del tradicional, con un debate que desarrolla en la imaginación del director de escena, una reflexión sobre el hecho teatral. La homosexualidad es otro tema de fondo de un texto surrealista, simbólico que nos acerca a la  realidad del autor y su inclinación homosexual constantemente reprimida en medio de una sociedad opresora como era la de la España de los años 30 del siglo pasado.

 Creo que el espectáculo visual está por encima del dialéctico. Una obra más para sentir que para entender.

Entre los intérpretes, notables en general, destaca como suele ser habitual Irene Escolar. Y le falta presencia y voz al director de escena (Juan Codina).

En la web del teatro se encuentra una interesante guía pedagógica que ayuda a entender la obra.




domingo, 11 de diciembre de 2016

Cine: PATERSON


Presentada en el pasado Festival de Cannes, donde algunos consideraron que merecía la Palma de oro. Está dirigida por Jim Jarmusch un veterano y prestigioso director y guionista, referente del cine independiente americano del que no recuerdo haber visto ninguna de sus películas aunque este es su decimosegundo largometraje.


Paterson es un conductor de autobús en la ciudad de Paterson, Nueva Jersey. Cada día, Paterson sigue la misma simple rutina: hace su ruta diaria, observando la ciudad a través de su parabrisas y oyendo fragmentos de conversaciones fugaces; escribe poemas en un cuaderno; saca a pasear al perro; va al mismo bar a tomarse siempre una cerveza; y se va a casa con su esposa, Laura.
Por el contrario, el mundo de Laura es cambiante. Cada día le surge un nuevo proyecto. Paterson ama a Laura y ella le ama a él. Él apoya sus nuevas ambiciones; ella ensalza su don para la poesía.
La película contempla silenciosamente los triunfos y derrotas de sus vidas diarias, recreándose en la poesía que surge en los más pequeños detalles.

Según su director, es una historia que transcurre en una semana y donde sus personajes principales no tienen ningún conflicto dramático real. La estructura es simple, siguiendo tan solo los siete días en las vidas de ambos, pretende
ser una celebración de la poesía de los detalles, las variaciones y las interacciones diarias, así como una especie de antídoto del cine oscuro, dramático u orientado a la acción. Es una película hecha para que uno se deje llevar en sus aguas, como las imágenes desde la ventana de un autobús público, moviéndose como una góndola mecánica a través de una ciudad pequeña y olvidada.

Aunque es muy hermosa la relación de Paterson con Laura, su rutina como pareja, su amor, las victorias y derrotas de ambos y la forma en que la poesía surge para él hasta en los más pequeños detalles del día a día que van dando forma a la película y aunque nos ofrece un pequeño fresco de la vida que se desarrolla a su alrededor, lo que pasa es que está tan falta de conflicto dramático que, si no consigue engancharte (lo que me ocurrió a mi) puede resultar un tanto sosa e incluso aburrida.

Tampoco la anodina figura del protagonista, Adam Driver, al que han premiado por esta interpretación, y que está de moda,  consiguió interesarme. Me gustó e interesó mucho más el personaje de Laura, interpretado por Golshifteh Farahani, una actriz iraní. 

Una película que necesita de una sensibilidad especial para apreciarla, una sensibilidad que yo, al menos cuando la vi, no tenía.


viernes, 9 de diciembre de 2016

Cine: ANIMALES NOCTURNOS

Tom Ford  es un diseñador de modas y director de cine estadounidense que fue director creativo de Gucci e Yves Saint Laurent. Hace diez años creó una productora cinematográfica, Fade to black y en 2009 se lanzó a la dirección con  Un hombre soltero, adaptación de la novela de Christopher Isherwood del mismo título, que no he visto. Tuvo bastante éxito y varias nominaciones y premios.

Ahora nos llega Animales nocturnos. Presentada en el Festival de Venecia, obtuvo el premio del jurado.



Narra la historia de Susan Morrow, una galerista con una vida de lujo, que tras abandonar a su primer marido, un aspirante a escritor, está casada con un médico con el que tiene una hija. Un matrimonio que no marcha muy bien. Un fin de semana, mientras su marido está en uno de sus demasiado frecuentes viajes de negocios, Susan recibe un paquete en el buzón. El paquete contiene la primera novela de su exmarido Edward Sheffield, del que lleva años sin tener noticias, quien en una nota le pide que por favor la lea, pues ella siempre fue su mejor crítica y que se ponga en contacto con él, ya que se quedará unos días en la ciudad. La novela consigue atraparla y ella se identifica tanto con los personajes que empieza a revivir su pasado y cuestionarse su futuro. 

La película se desarrolla en dos planos. La realidad de Susan y la ficción de la novela. Las dos narraciones se van alternando poniendo de manifiesto como Edward utiliza su novela para transmitir a Susan unas sensaciones e ideas que harán que, durante su lectura, se replantee no solo la manera en la que se comportó con Edward en el pasado,sino también como ha evolucionado su vida desde entonces. Una novela que es la historia de una venganza se transforma en una cierta venganza psicológica dirigida a la lectora. Un juego interesante, no del todo conseguido en mi opinión, con una serie de paralelismos no siempre necesarios y a veces demasiado obvios y una integración de las dos historias que no siempre funciona, especialmente porque la "novela" tiene un desarrollo muy forzado. 

Destacar el tratamiento dado al inicio de la ficción, con una violencia no física casi insoportable, que me recordó Fanny games de Michael Haneke.

Buenas interpretaciones de Amy Adams, Jake Gyllenhaal como los principales personajes y Michael Shannon en un personaje poco convencional.

Notable e interesante, pero daba más de sí.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Cine: 1898.LOS ÚLTIMOS DE FILIPINAS


El año 1898 representó el fin del Imperio español. Tras la guerra contra EEUU, la firma del Tratado de París supuso la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Mientras tanto, en Filipinas, las tropas españolas luchaban contra los insurrectos filipinos. En este contexto histórico se sitúa el asedio y resistencia de un grupo de soldados españoles en la pequeña aldea costera de Baler, en la isla filipina de Luzón, que es lo que relata esta película.


Ya en 1945 se había tratado este suceso en otra película, Los últimos de Filipinas, dirigida por Antonio Román. Si la he visto, que creo que sí en la tele, no tengo ningún recuerdo de ella.






Bajo el mando del capitán Enrique de las Morenas (Eduard Fernández) y el teniente Martín Cerezo (Luis Tosar), medio centenar de combatientes sufren un asedio y se ven obligados a refugiarse en la iglesia del pueblo. Uno de ellos, un joven extremeño (Alvaro Cervantes), aspirante a pintor, nos narra la historia.

Durante casi un año, este puñado de militares se mantuvieron sitiados y sin rendirse, con el convencimiento de que la guerra de Filipinas aún no había acabado. Pese a los numerosos avisos por parte del gobierno español y de los propios habitantes de la isla, los soldados permanecieron inamovibles, ante la incredulidad sobre la cesión del imperio a Estados Unidos. 

Con una producción muy cuidada, una notable fotografía y un puñado de buenos actores, la película nos narra desde una óptica muy poco heroica y más bien desencantada el asedio que sufrió un destacamento del ejercito español en Filipinas. Un guion bien presentado y no tan bien desarrollado, con unos personajes diseñados para representar distintas actitudes ante los sucesos que narra y, en general, sobre la postura patriótica y el desencanto del fin de un imperio. El militar íntegro pero obcecado en el cumplimiento del deber, el oficial pragmático, el suboficial resentido, el médico que se debate en la duda, el cura con una vela a Dios y otra al diablo, la tropa inexperta, temerosa... todos ellos tienen un lugar demasiado predeterminado en el retrato de ese conjunto de hombres más superados por las circunstancias que por el enemigo.
Personajes servidos por Luis Tosar, Eduard Fernández, Javier Gutiérrez, Carlos Hipólito y Karra Elejalde con su eficacia habitual y un puñado de jóvenes intérpretes encabezado por Álvaro Cervantes, el Carlos V de TV, que no desentonan junto a los veteranos.


Esta producción, en la que se nota que ha contado con un buen presupuesto, está dirigida por un ya veterano realizador curtido en series de TV, Salvador Calvo, del que actualmente están en emisión Lo que escondían sus ojos y El padre de Cain.