miércoles, 31 de enero de 2018

Cine: TRES ANUNCIOS EN LAS AFUERAS


Dirigida por Martin McDonagh, un autor teatral y director (Escondidos en Brujas, 2008) del que vimos en 2014 la obra El cojo de Inishmaan. Tiene 7 nominaciones para los Oscar (Mejor película, actriz principal, 2 actores de reparto, guión original, banda sonora y montaje), 9 para los BAFTA, fue Globo de oro al mejor drama, actriz, actor de reparto y guión, y premios en Venecia, Toronto y San Sebastián. Un palmarés envidiable.



En una pequeña ciudad de Missouri, en la América profunda, en una carretera por la que no pasa apenas nadie desde que abrieron la autovía, Mildred (Frances McDormand), una mujer reivindicativa, implacable y vengativa, hace colocar tres anuncios sobre la muerte de su hija, violada y asesinada, como protesta contra la inoperancia de la policía local que no hace nada, según ella, para detener al culpable.
Esta historia está desarrollada con un guión excelente en toda su primera parte, con la presentación de los principales personajes. Mildred la madre justiciera que, según su propia intérprete, se inspira en John Wayne; el jefe de policía (Woody Harrelson), un buen profesional, afable y enfermo terminal; su segundo (excelente Sam Rockwell), un bravucón racista pegado a las faldas de su madre;  y también ésta,  el responsable de la agencia de publicidad, el hijo de Mildred... Todos ellos buenos personajes, bien construidos. Una serie de escenas que ponen de manifiesto la ira, el miedo, el deseo de venganza, momentos de gran crueldad que, sin embargo, gracias al tratamiento del director y guionista, ofrecen también una visión casi amable, de comedia. Esto da una sensación de irrealidad, de fábula sobre la necesidad de la reconciliación. Probablemente sea esta la razón de que, en su ultima parte, no me terminara de convencer una película muy recomendable.   

Excelente, como siempre,  Frances Mc Dormand, en un personaje que es a la vez heroína y antiheroína, una versión femenina de los justicieros del cine  y una madre destrozada por la muerte de una hija con la que no fue capaz de entenderse. 

Una buena película que puede conseguir varios premios en la Ceremonia de los Oscar.



martes, 30 de enero de 2018

Cine: THE DISASTER ARTIST


Concha de oro en el Festival de San Sebastián, nominada al Oscar para mejor guión adaptado y a los Globos de oro para mejor comedia, esta película, dirigida e interpretada por James Franco (que ganó el globo de oro como actor de comedia o musical) hace referencia al proceso de rodaje de la que, pese a estar considerada una de las peores películas de la historia, The room, se ha hecho con un lugar en el denominado "cine de culto".


Tommy Wiseau es un excéntrico personaje que cuando conoce a Greg Sestero, un joven que desea con todas sus fuerzas convertirse en actor, decide rodar una película en la que los dos podrán llevar a cabo sus sueños, una obra que se convierta en un éxito y se perpetúe. De lo que Tommy no es consciente es de que ni sabe dirigir ni interpretar. No obstante, el rodaje de The room se llevó a cabo, si bien durante mucho más tiempo del previsto y con un coste exagerado.

Una comedia basada en un personaje real y la visión que de él ofrece el libro escrito por Greg, su mejor (y probablemente único) amigo. Una parodia sobre una amistad que tuvo su mejor manifestación en el rodaje de una película sin un guion coherente, con malas interpretaciones, sin el menor cuidado técnico ni estructura narrativa. Y que tiene un claro antecedente en la película de Tim Burton, Ed Wood, el peor director de la historia del cine (1994). Como Ed Wood, Tommy es un personaje real, que no es capaz de tomar conciencia de sus limitaciones. A partir de su, suponemos, situación económica privilegiada, se lanza de forma irresponsable contra las normas establecidas.

Película que se inscribe en lo que ahora se llama metacine y antes era, simplemente, cine dentro del cine, nos acerca a lo que no debe ser un rodaje. Lo hace con cierta gracia, consigue la sonrisa en bastantes ocasiones pero siempre en base a lo ridículo que resulta tanto el personaje principal como su objetivo. Pero al fin y al cabo eso es lo mismo que ha ocurrido con otros personajes del cine como el inspector Clouseau. 

James Franco no parece tener que esforzarse mucho en representar a un actor lamentable. Le acompaña su hermano, Dave y otro de los actores habituales en las películas en las que interviene, Seth Rogen, al que vimos el año pasado en Steve Jobs

Para pasar el rato, sin buscarle mayor profundidad.

lunes, 29 de enero de 2018

Cine: ZAMA


Película argentina que adapta la novela de Antonio di Benedetto del mismo título, publicada en 1956, que, parece, ha gustado mucho a gente tan dispar como Borges y Coetzee. Marra la historia de Diego de Zama, funcionario desarraigado de su entorno, en la América colonial del siglo XVIII, a la espera de un traslado que nunca llega. No la conozco. La adaptación la ha hecho una cineasta, Lucrecia Martel de la que no he visto ninguna de sus películas anteriores (La mujer sin cabeza, La niña santa, La ciénaga). 

Se presentó, fuera de concurso, en Venecia donde fue muy bien acogida, fue presentada por Argentina como candidata al Oscar y está nominada al Goya a mejor película iberoamericana.



Don Diego de Zama (Daniel Giménez Cacho) es un funcionario de la Corona española enviado a la ciudad de Asunción, en Paraguay, para cubrir un puesto burocrático. Dejando atrás a su familia, Don Diego comienza una vida solitaria a la espera de un destino más prestigioso. Su deseo es un traslado en reconocimiento a sus méritos. Pero en los años de paciente espera lo pierde todo, hasta su nombre… Cuando todo parece perdido, Zama decide sumarse a un grupo de soldados en busca y captura de un peligroso bandido.

La película esta dividida en tres momentos diferentes que no están datados sino que nos son indicados por factores externos, el deterioro físico del protagonista, el cambio de gobernador... Una puesta en escena compleja, con un uso un tanto complicado de la imagen y el sonido (con el anacronismo de la música utilizada) para transmitirnos la decadencia del personaje. Nos lleva a un viaje que recuerda a los héroes dementes de Herzog o al coronel Kurtz de El corazón de las tinieblas. Vemos diferentes gobernadores que le prometen interceder ante el rey, mujeres blancas a las que desea, indígenas a las que espía, asistentes, bandidos y esclavos. Zama trata de superar el entorno que le rodea, donde se ve obligado a hacer cosas que no quiere mientras espera poder volver a reunirse con su familia. Un viaje interior que, lo reconozco, no consiguió atraerme.

Por otra parte, la directora carga la mano en la fealdad, suciedad, sordidez del ambiente. Algo que contrasta con la imagen monumental que sobrevive de las antiguas colonias. Se hace difícil creer que Asunción fuera eso a finales del siglo XVIII.

Como ha dicho el crítico de ABC, si no se va a ver esta película "igual se pierde una obra maravillosa que no olvida nunca o se mete usted a ver un tostonazo del que no se recupera en días". Sin llegar a este extremo, tengo que decir que no conseguí entrar en la película y me aburrió.


domingo, 28 de enero de 2018

Cine: SIN AMOR


Una de las películas europeas más destacadas del año. Premio del jurado en Cannes, nominada para los Oscar, Globos de oro, Bafta y cine europeo. Está dirigida por Andrey Zvyagintsev, quien hace tres años dirigió Leviatán, que también fue candidata a numerosos premios y cuyos problemas con la administración rusa dieron lugar a que Sin amor sea una coproducción entre empresas de Rusia, Francia, Bélgica y Alemania.



Boris y Zhenya están en proceso de divorcio. Ambos han encontrado nuevas parejas. Aunque separados, las discusiones y la mala comunicación es lo habitual entre ellos. En medio, Alyosha, su hijo de doce años, con el que ninguno de ellos quiere quedarse en su nueva vida. Alyosha es perfectamente consciente de la falta de cariño y comprensión que recibe de sus padres. Hasta que desaparece. Es entonces cuando la pareja no tiene más remedio que unir sus fuerzas para encontrar a su hijo desaparecido. Con el paso de los días, tanto los esfuerzos como la preocupación van en aumento. 

La historia se desarrolla en Moscú. Está muy bien planteado el inicio, con unos paisajes solitarios y árboles sin hojas por los que transita el hijo cuando vuelve del colegio, tratando de retrasar la llegada a casa donde se va a encontrar con el desafecto de sus padres. Y bien definidos éstos, con sus nuevas parejas y el odio que ha sustituido al amor, si es que alguna vez lo hubo.  

Me gustó en general la película en la que la búsqueda del hijo desaparecido es el pretexto para llevarnos por una relación rota, unos personajes egoístas dentro de una sociedad un tanto desoladora. La inacción de la policía, la colaboración de un grupo especializado en la búsqueda de desaparecidos, la visita a la madre de ella, todo ello es un marco donde vemos que la desaparición del hijo agrava aun más la mala relación de la pareja.  Y cabe destacar también una serie de detalles marginales que incrementan la visión desoladora de la sociedad donde la pareja podría establecer sus nuevas vidas sin la presencia del hijo desaparecido. 

Narrada con un ritmo pausado y con explosiones melodramáticas, me pareció una película muy interesante, más atractiva que la anterior de este director, Leviatán.

miércoles, 24 de enero de 2018

PREMIOS CINE ESPAÑOL

A falta de los Goya que se entregan el próximo dia 3 de febrero, ya se han entregado los premios Forqué, de EGEDA (Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales) en su 23ª edición y los Feroz, de la Asociación de Informadores de Cine de España (AIC) que han llegado a su 5ª edición.


Los Forqué cuentan tan solo con seis categorías (largometrajes de ficción, documental y latinoamericano, cortometraje e interpretación masculina y femenina). 

Los Feroz, además de dos categorías para largometrajes, drama y comedia, tienen dirección, actores protagonistas y de reparto, guión, música, trailer y cartel.

Pocas sorpresas. Mientras La librería y El autor ganaban empatadas los Forqué a la mejor película, Verano 1993 y La llamada eran elegidos como mejor drama y comedia respectivamente en los Feroz, que parecen seguir el esquema de los Globos de oro, diferenciando las dos categorías. Todas las películas premiadas me parecen buenas películas, tal como comentaba hace unos dias en mi resumen del año, como también me lo parecen la mayor parte del resto de las nominadas, de las que no he visto Verónica ni Tierra firme, aunque si he echado de menos entre ellas Morir.

Los premios de interpretación han sido para Javier Gutiérrez por El autor y Nathalie Poza por No se decir adiós en ambos premios. Muy esperado el masculino, y no tanto el femenino, más por la competencia que por su indudable merecimiento. Es muy posible que repitan en los Goya, donde no está Marian Alvárez, espléndida en Morir, para mi la gran ausente en las nominaciones.

Como actores de reparto los ganadores fueron David Verdaguer por Verano 1993 y Adelfa Calvo por El autor. No son mis favoritos. Yo se lo habría dado a Antonio de la Torre y Anna Castillo. Veremos en los Goya.

Carla Simón ganó los Feroz de dirección y guión por Verano 1993

Los Forqué premiaron como largometraje documental,  Muchos hijos, un mono y un castillo de Gustavo Salmerón, y La mujer fantástica como mejor latinoamericana.

Y destacar el corto premiado en los Forque, Madre. Está dirigido por Rodrigo Sorogoyen y os aconsejo que lo veáis, si tenéis oportunidad.




martes, 23 de enero de 2018

Teatro: TODO EL TIEMPO DEL MUNDO



Estrenada en el Matadero a finales de 2016, esta obra fue finalista en los pasados premios Max como mejor producción privada. Su autor y responsable de la dirección es Pablo Messiez de quien vi, el año pasado, La piedra oscura y que se ha convertido en uno de los directores más estimados en la actualidad.  La obra se ha repuesto en el Kamikaze Pavón.




Flores es el amable dueño de una zapatería de señoras. Al cerrar su negocio, recibe la visita de extrañas personas que le cuentan su futuro, le revelan detalles de su pasado y llegan, incluso, a desvelar sus historias presentes. Algo sucede cada noche con el tiempo, cuando no hay testigos, que hace que todas estas historias convivan a la vez, superponiendo pasados y futuros en un presente continuo en el que el señor Flores intenta comprender quién es. 

“Si el pasado está hecho de relatos y el futuro está hecho de deseos, ¿en qué lugar entre las palabras y las cosas está nuestro presente?”, se pregunta el autor, que para esta pieza se ha inspirado libremente en la vida de su abuelo, un zapatero que hace las veces de confesor involuntario de las oníricas historias que le relatan sus clientes todas las noches al echar el cierre de su pequeña tienda. 

Una obra onírica, de tintes autobiográficos, que nos habla de la memoria y los relatos. Pero la verdad es que a mí se me escapó este juego del tiempo, donde pasado, presente y futuro se confunden. Por el local van a apareciendo personajes de la vida del protagonista: su madre embarazada de él, su propia hija, una pareja de novios… ¿Todo ocurre en su mente, es un sueño? Y también, la dependienta de la zapatería, Nené, el personaje más atractivo de la obra y la clave para entender lo que ocurre, si es que se puede entender.

La obra genera una sensación de intriga, de querer saber lo que se nos está contando. Y a mi me pareció que quedaba todo demasiado confuso. Es cierto que se trata de una obra abierta, donde no cabe esperar explicaciones, pero la confusión no ayuda a mantener la atención. He leído que es una historia poética y onírica que es, sobre todo, un gran canto al amor, a la capacidad del amor  para salvar los recuerdos y la necesidad de recordar a través de los nuestros; esos que en algún momento de nuestra vida nos han querido. Y es verdad que eso está ahí, pero no siempre se percibe.

Buena puesta en escena, con una escenografía (Elisa Sanz) que nos hace retroceder a esas antiguas zapaterías. Y un conjunto de intérpretes, desconocidos en su mayoría para mi. Destacar al protagonista, Iñigo Rodríguez-Claro y, sobre todo, a María Morales (Nené), a la que recuerdo esta misma temporada en Ensayo donde ya me llamó la atención. El resto, Carlota Gaviño, Rebeca Hernando, Óscar Velado, José Juan Rodríguez, y Mikele Urroz, adecuado, aunque tengo que decir que a Rebeca Hernando se me hizo difícil entenderla en algunos momentos. Culparía a mi oído sino fuera porque al resto les entendí perfectamente. Y otra cosa, que mala costumbre poner canciones en inglés cuya letra no se entiende y que, cabe suponer, están relacionadas con lo que vemos.




lunes, 22 de enero de 2018

Cine: 200 PULSACIONES POR MiNUTO



En los años 80, Robin Campillo era un veinteañero de origen marroquí que estudiaba cine en  París. Allí conoció a Laurent Cantet, con quien años después coescribió 'En la clase', ganadora en 2008 de la Palma de Oro en Cannes. En esa misma época Campillo conoció, en otro contexto muy diferente, a Philippe Mangeot, joven, activista y seropositivo, junto al que vivió el nacimiento de Act Up Paris, una asociación desde la cual pelearon para visibilizar los estragos del sida y concienciar al Estado y a la opinión pública de la necesidad de actuar contra la enfermedad. Los enemigos: el VIH y una opinión pública que miraba para otro lado. Al fin y al cabo el sida era una enfermedad de homosexuales, yonquis y gentes de mala vida.

 Y juntos han escrito el guion de '120 pulsaciones por minuto', la ganadora del Gran Premio del Jurado y del Fipresci en el pasado Festival de Cannes. 




Francia, principios de los años 90. Nace en París el Act Up, un grupo de activistas que dedica sus esfuerzos a luchar por dar visibilidad y lograr una mayor implicación del gobierno y de las farmacéuticas en la lucha contra el SIDA. Un nuevo miembro del grupo, Nathan, se quedará sorprendido ante la radicalidad y energía de Sean, que gasta su último aliento en la lucha.

La película nos muestra, por una parte, las acciones del movimiento, sus asambleas, sus discrepancias, su lucha reivindicativa y por otra las relaciones entre algunos de sus personajes, especialmente Nathan y Sean, una pareja homosexual, un seropositivo y un seronegativo, en la que se aprecia la urgencia y el idealismo de uno y la concienciación del recien llegado. 

Todo esto está contado con cierto ritmo y tratamiento, en muchas ocasiones, de documental. Pero la excesiva duración de la película, cerca de las dos horas y media, la lastran en su desarrollo. Demasiadas asambleas y discusiones que, si bien ponen de manifiesto tanto sus estrategias como su necesidad urgente de actuación, parecen perderse en informaciones innecesarias. 

Dice el director, “He querido hacer una película sobre el presente. No quería que el espectador saliera de la sala con la sensación de que ese era otro tiempo que ya hemos superado…”. Creo que, aunque aun falta mucho para conseguir la concienciación plena sobre el problema del sida, se ha reducido la estigmatización de los seropositivos y avanzado en la lucha. Por esta razón me pregunto si esta larga exposición sobre los orígenes de esa lucha, interesa realmente. A pesar de que la denuncia sobre las actitudes de los gobiernos, los laboratorios y de mucha gente pueda seguir siendo oportuna, lo cierto es que, al menos a mi, la película se me hizo larga y, si lo que pretende conseguir es que la gente no solo entienda el problema, sino que sea consciente de que sigue existiendo, dudo que lo consiga.

La pareja protagonista, el argentino Nahuel Pérez Biscayart, estrella pujante del cine galo, y el francés Arnaud Valois, a los que no conozco, se entregan eficazmente a sus personajes. Destaca también la presencia de Adèle Haenel, a la que recuerdo por Les combattants y La chica desconocida.


domingo, 21 de enero de 2018

Cine: ALANIS


Presentada en el último festival de San Sebastián, donde ganó los premios a la mejor dirección y mejor actriz además del de Cooperación española, que no sé de que va. La directora es Anahí Berneri. Aunque es su quinto largometraje y formó parte del jurado del festival en 2016, no la conozco ni he visto sus películas anteriores. La actriz protagonista es Sofía Gala, al parecer bastante popular en Argentina. Su hijo en la ficción es su propio hijo.


Alanis es una prostituta que trabaja en un piso que comparte con Gisela y su hijo de año y medio. Cuando la policia clausura el negocio y el propietario del piso la echa del piso, tendrá que buscar la manera de salir adelante. Su tia trata de ayudarla y le busca un trabajo ocasional como limpiadora mientras Alanis trata de ayudar a Gisela. Pero ella no quiere renunciar a su hijo ni perder su independencia. 

Una dura historia de una mujer que la única forma que encuentra para no depender de nadie es la prostitución, en una sociedad que no se ocupa de gente como ella. Pero Alanis no es presentada como una víctima sino como una mujer que toma sus propias decisiones, pese a su falta de recursos.

Con una buena realización, donde destaca el uso de las imágenes reflejadas y a través de cristales y escenas rodadas con cámara oculta. No hay juicios morales, ni tampoco denuncia social. Hay realismo. Y una estupenda actriz llena de naturalidad.

sábado, 20 de enero de 2018

Cine: MOLLY'S GAME


Aaron Sorkin es uno de los guionistas de cine y TV mas destacados de los últimos años. Desde que en 1992 escribió el guión de Algunos hombres buenos, que fue nominado a los Globos de oro, sus guiones para cine (La guerra de Charlie Wilson, La red social, Moneyball y Steve Jobs), y TV (The newsroom, El ala oeste de la Casa blanca) le han proporcionado numerosos premios y nominaciones. Ahora debuta en la dirección sobre un guion propio a partir del libro Memorias de Molly Bloom.


La película nos cuenta la historia de Molly Bloom, una esquiadora que, cuando está a punto de clasificarse para participar en lo JJOO sufre una lesión que le obliga a abandonar el deporte. Antes de volver a la universidad decide pasar un año en Los Angeles donde es contratada como colaboradora en partidas de poker. Como reacción contra su jefe, decide empezar a organizarlas por su cuenta. Su capacidad y habilidad empresarial la llevaron a convertirse durante diez años en la anfitriona de las más exclusivas y cotizadas partidas clandestinas, primero en Los Angeles y después en Nueva York, partidas por las que pasaron estrellas del mundo del espectáculo, deportistas, empresarios y, finalmente, miembros de la mafia rusa, lo que la llevó a ser investigada y acusada por el FBI.

Molly Bloom nos es presentada como una mujer fuerte, inteligente e integra. Trata siempre de no hacer nada ilegal pese a su presencia en partidas ilegales. Y Sorkin desarrolla la historia, tras un excelente prólogo, alternando sus entrevistas con su abogado con diferentes momentos de su actividad. Lo que a lo largo de, digamos, el primer tercio de película se desarrolla de forma brillante, con un ritmo extraordinario, pierde altura después. La trama se muestra repetitiva y algo embrollada para, en su parte final volver a tomar altura con el diálogo de Molly con su padre, bien construido dramáticamente aunque claramente forzado, y donde se acaba recurriendo al psicologismo para explicar al personaje a través de su relación con su padre y traumas infantiles. Después, el alegato del abogado ante el tribunal y la sentencia del juez. Tres momentos genuinamente Sorkin que elevan el tono de la película. 

En cualquier caso lo mejor son las interpretaciones. Sobre todo de Jessica Chastain que vuelve aquí a ser una mujer fuerte y decidida en un mundo dominado por hombres como en El caso Sloan. Y también Idris Elba, el abogado y Kevin Costner, el padre.

Una película interesante, un relato de ascenso y caída, con un guion que no es lo mejor de Aaron Sorkin, una puesta en escena excesivamente apoyada en la voz en off, con buenos e ingeniosos diálogos, referencias literarias y una cierta grandilocuencia explicativa.  




jueves, 18 de enero de 2018

LO MEJOR DEL AÑO

2017 no ha sido un año especialmente distinguido, cinematograficamente hablando. Bastantes películas interesantes y pocas realmente destacadas.
Repasando lo que yo he visto a lo largo del año, destacaría, entre las extranjeras:

Moonlight, La,la,Land, Manchester frente al mar, Silencio, Fences y Jackie, todas ellas de 2016 que optaron (y consiguieron, en la mayor parte de los casos) a diferentes Oscar, pero que vimos en 2017.

Y ya en este año, Déjame salir, Su mejor historia, La seducción, Detroit y La suerte de los Logan, a las que habría que añadir, en una linea menos comercial pero si muy destacada, A ghost story, El otro lado de la esperanza, El sacrificio del ciervo sagrado, Lady Macbeth y Blade Runner 2049. Y dos películas de animación, Coco y La tortuga roja.

En cuanto al cine español, creo que ha sido un buen año, dominado por hasta ocho películas destacadas: La librería, Verano de 1993, Handia, El autor, Abracadabra, Morir, No sé decir adiós e  Incierta gloria. Perfectos desconocidos y La llamada completarían la decena, y desde un punto de vista de capacidad técnica, El barZona hostil y Oro, tres películas con una notable producción.

Y destacar, dentro del cine español, las notables interpretaciones que hemos disfrutado de Maribel Verdú (Abracadabra), Nathalie Poza (No sé decir adiós), Marian Älvarez (Morir), Anna Castillo (La llamada), Javier Gutiérrez  y Antonio de la Torre ( ambos en El autor) y Juan Diego (No sé decir adiós). Será momento de volver sobre este tema cuando comente los premios del cine español, Goya, Feroz y Forqué.



Cine: ¿QUE FUE DE BRAD?

Con solo una película (El año del perro, no estrenada, creo, en España) dirigida y creador de dos series de TV que tampoco creo que se hayan visto aquí, el actor, guionista y director Mike White nos presenta una atractiva historia donde brilla bastante más la idea que la realización. Perteneciente al denominado cine independiente.


Brad tiene una vida cómoda en los suburbios de Sacramento, donde vive con su esposa, Melanie, y su hijo Troy, pero, cerca ya de los 50, no puede dejar de reprocharse a sí mismo el no haber conseguido el éxito. Cuando acompaña a su hijo a  Boston, donde él estudió, para elegir universidad, se pregunta si, por comparación con sus antiguos compañeros de estudios, su acogedora vida doméstica de clase media es lo mejor a lo que puede aspirar.  

El cine y la literatura se han acercado en numerosas ocasiones a las crisis de los cuarenta o de los cincuenta. Títulos tan destacados como American beauty (Sam Mendes, 1999) o la bastante reciente, Mientras seamos jóvenes, por citar tan solo un par de ellas. Y es precisamente el protagonista de esta última, Ben Stiller quien parece representar a ese personaje en este tipo de películas últimamente, con lo que, por cierto, me parece mucho más soportable que en algunas otras anteriores.

El Brad de la película se enfrenta a la frustración de su mediocridad comparada con el éxito que han alcanzado sus compañeros de estudios, un éxito que se nos aparece un tanto discutible. Y su reflexión se produce cuando acompaña a su hijo en su viaje para elegir universidad donde estudiar música. El contraste entre la actitud bastante patética, a veces ridícula, de fracaso y autocompasión del padre y la mente abierta de su hijo y otras dos jóvenes con las que comparten algunos momentos, a veces más sensatos y responsables que el adulto, da lugar a reflexiones, que no me parece que sean bien puestas en imágenes. Demasiado apoyada la narración en la voz en off, la película es mucho más interesante por lo que cuenta que por cómo lo cuenta.






miércoles, 17 de enero de 2018

Cine: MUCHOS HIJOS, UN MONO Y UN CASTILLO


No sabría como definir a que género pertenece esta película. ¿Un documental, un docudrama?  Siguiendo, en cierta manera, el camino de El desencanto (Jaime Chávarri, 1976) o de Carmina o revienta y Carmina y amén (Paco León, 2012 y 2014), Gustavo Salmerón, actor y realizador de cortometrajes, ha confeccionado a partir de películas caseras y un rodaje a lo largo de 14 años, del orden de 400 horas de material, un retrato de su familia, centrado en la figura de Julita, su madre.

La película acaba de ganar el premio Forqué al mejor documental. También ganó ese premio en el Festival de Karlovy Vary y en Hamptons International Film Festival. Está nominada en esa categoría para los Goya y como mejor comedia en los Premios Feroz.



Tener muchos hijos, tener un mono y también un castillo. Estos eran los tres deseos con los que Julita Salmerón soñó desde niña. Los tres deseos se convirtieron en realidad. Julita tuvo seis hijos, un mono que le hizo muy feliz hasta que empezó a morder a la gente, y un castillo que pudo comprar gracias a una herencia. 

Toda la película gira alrededor de Julia, la madre del realizador, una mujer de una personalidad impresionante, rodeada de un marido paciente y conciliador y de unos hijos complacientes. Y para desarrollarse se centra en dos hechos. La pérdida de una vértebra de la abuela que fue asesinada en la guerra civil y que Julia decidió conservar como recuerdo cuando la pudieron enterrar y la necesidad de desprenderse del castillo que la familia había adquirido mediante una herencia. Estos dos hechos dan lugar a reflexiones sobre la Guerra civil y las tendencias políticas de un personaje que se manifiesta republicana y masona, por una parte, y sobre la crisis económica que les obliga a dejar el castillo y desprenderse de lo que en él han ido acumulando, por otra.  

¿Es esto suficiente para la construcción de un largometraje? A juzgar por la reacción entusiasta de la crítica y, parece, del público, si. En mi opinión, no. Fundamentalmente porque, como dice Julia en algún momento, ¿a quien puede interesar su historia? A mi, sinceramente, no.  Es cierto que su personalidad atrae y conmueve, en algunos momentos. Pero su desarrollo no me parece que dé para tanto. Asistir durante casi hora y media a las gracias, reflexiones y salidas de tono de esta señora y su familia, se me hizo excesivo. Creo que da para un corto, poco más. Por otra parte, si se quiere contar esa historia, se dejan demasiadas cosas sin explicación. ¿Cual fue el origen de la herencia, cuales las causas de verse obligados a abandonarlo, porqué acaba la familia reunida otra vez bajo el mismo techo...? Que la película no va de eso, se me puede responder.

Quizá sea por mi forma de ser por lo que no terminé de apreciar un documento en forma de comedia lleno de frescura y personalidad. No obstante me parece un producto bastante recomendable, sobre todo como experimento narrativo.




martes, 16 de enero de 2018

Cine: EL INSTANTE MAS OSCURO


Como comentaba el crítico de El Pais al referirse a esta película, da la sensación de que el Reino Unido está necesitado de autoestima y está recurriendo al cine y a un momento histórico determinado para conseguirlo. Así en unos pocos meses hemos podido ver cuatro películas sobre su resistencia en la II Guerra mundial, una resistencia que propició, junto con otros muchos factores, la derrota de Alemania. DunkerqueSu mejor historiaChurchill y la que ahora comento, y de ellas, tres directamente relacionadas con la denominada Operación Dinamo, para el salvamento de las tropas aisladas en Dunkerque.

El director Joe Wright (Expiación, Anna Karenina), con el guion de Anthony McCarten (La teoría del todo, guion por el que fue premiado por la academia británica) nos narra los primeros días como primer ministro de Winston Churchill, unos días en que tuvo que decidir entre dos posibilidades, meterse de lleno en el conflicto y preparar la defensa de la isla o negociar con Hitler con lo que esto hubiera supuesto para la soberanía inglesa. A pesar de la presión a la que estuvo sometido, ya que su propio partido llegó a estar en su contra y el rey Jorge VI  era muy escéptico al respecto, la firme negativa de Churchill a aceptar la derrota, la rendición o un acuerdo de paz sirvieron como inspiración a la resistencia británica. La película ha obtenido 9 nominaciones en los premios de la Academia británica (BAFTA) y su protagonista, Gary Oldman ha ganado el Globo de oro y es favorito para los Oscar.



El instante más oscuro nos sitúa en mayo de 1940, cuando Winston Churchill, a los 65 años, es propuesto como primer ministro británico en un momento crucial de la Guerra mundial, con los nazis avanzando imparables por el continente europeo y amenazando con invadir Inglaterra. Durante los difíciles primeros años de la Guerra, cuando el Reino Unido se quedó solo en su firme oposición contra la Alemania nazi, Churchill tuvo que soportar su hora más oscura, reunir a una nación, luchar por los ideales y la libertad, y tratar de cambiar el curso de la historia mundial.

Apoyada en la interpretación de Gary Oldman y su caracterización, la película recorre 25 días decisivos, inspirada por tres de sus discursos de esos primeros días de su gobierno.  Y con su decisión, Churchill se enfrentó a gran parte de la clase dirigente que era partidaria de la negociación y que le recordaba sus equivocaciones en la batalla de Galipoli en la I Guerra y la reciente operación en Noruega. Fue un manipulador que consiguió convencer al pueblo y a los dirigentes de la necesidad de resistir.

La historia es muy interesante pero, en mi opinión, Joe Wright y McCarten abusan de efectismos en la realización y el guion. Abuso de planos rebuscados, cenitales, una música excesiva en algunos momentos y un guion lleno de lugares comunes lastran una película que queda por debajo de la importancia histórica de los hechos narrados. Y aunque el guionista presume de fidelidad histórica al haber trabajado sobre las actas del gabinete de guerra, hay una escena, la presencia del Churchill en el metro conversando con la gente, que no solo dudo que se produjera, sino que desde un punto de vista narrativo y cinematográfico me parece efectista e inadecuado.

martes, 2 de enero de 2018

Cine: EL GRAN SHOWMAN


Phineas Taylor Barnum es un personaje real. Nacido en Connecticut en 1810 y muerto en 1891, fue un empresario y artista circense estadounidense recordado por sus celebres engaños en el mundo del entretenimiento y por haber fundado el Barnum & Bailey Circus, el cuál posteriormente se fusionó con el Ringling Brothers Circus para formar el Ringling Brothers and Barnum & Bailey Circus que existió hasta este mismo año en que se vio obligado a cerrar tras 146 años de actividad.

Tomando como base este personaje, El gran showman nos ofrece una visión tan amable como, probablemente, totalmente falsa de su actividad en un musical que celebra el nacimiento del show business y nos presenta a P.T. Barnum como un visionario showman y empresario circense que surgió de la nada para crear un espectáculo que se convirtió en una sensación mundial y que fue conocido como "El mayor espectáculo del mundo". Está dirigida por Michael Gracey, un especialista en efectos especiales que debuta en la dirección aquí.


Estados Unidos, siglo XIX. P.T. Barnum (Hugh Jackman) pierde su trabajo en una empresa que se encuentra en bancarrota. Deseoso de ofrecer a su esposa Charity (Michelle Williams) y a sus dos hijas la vida que siempre les había prometido, se embarca en el proyecto de crear un gran y asombroso espectáculo circense. Para ello buscará artistas únicos, desde enanos, a mujeres barbudas, equilibristas y todo lo que puede imaginar. Para hacer algo nuevo hay que hacer algo poco convencional.

Con un guion que pasa por alto los, al parecer, múltiples aspectos poco positivos del personaje y con banda sonora de los creadores de La la Land, la película es un musical que se acerca más a Moulin rouge (Baz Luhrmann, 2001) que a los clásicos. Su fuerte son los acertados números musicales, pero la película me resultó dramáticamente inexistente. Con muchos temas esbozados pero no desarrollados.  Una lucha de clases que se refleja en las opciones culturales de la época , el choque entre el elitismo cultural y el espectáculo popular, un elogio de la diferencia y su conversión en espectáculo (la exhibición ante el público de personas, auténticos fenómenos de la naturaleza, se anticipó más de medio siglo a los Freaks de Tod Browning), el amor interracial, sirven para establecer la cultura del entretenimiento que ha marcado la historia del arte popular. El protagonista consigue el éxito con su esfuerzo, inspira a los marginados a salir de sus escondites y reivindicarse, crea una familia unida e indestructible y consiguió ser aceptado por la clase alta burguesa. Y encima canta y baila. El sueño americano.

El caso es que la película es entretenida, las canciones están bien, los protagonistas cantan y bailan aceptablemente (además de los mencionados, están Zac Efron y Rebecca Ferguson, a quien recordamos de Misión imposible y La chica del tren) la coreografía es espectacular y se pasa el rato. Que no es poco.