jueves, 20 de febrero de 2020

Cine: VIDA OCULTA


Con solo tres películas dirigidas entre 1973 y 1998, Terrence Malick se convirtió en un director muy respetado además de ser considerado un genio misterioso (nunca concede entrevistas) y visionario a la altura de Kubrick, con varios premios y nominaciones. Su película El árbol de la vida, (2011) me pareció  extraordinaria y llena de poesía. Después insistió en la misma línea y no tuvo el mismo acierto. La obra de este director se centra en la descripción de la belleza de la naturaleza en clara oposición a la ambición y la crueldad del hombre. Estudiante y profesor de filosofía, siempre ha tratado los diferentes temas con una visión filosófica y trascendental, un enfrentamiento entre razón e instinto, entre el individuo y la sociedad. 

Ahora nos llega Vida oculta. Presentada en Cannes fue una de las favoritas para la Palma de oro, aunque su excesiva duración (algo en lo que suele incurrir) y sus reiteraciones narrativas lastran sensiblemente el resultado de una película puro estilo Malick. 



Franz y Fani son un matrimonio que vive felizmente con sus tres hijas en su granja alpina de Austria  rodeados de un impresionante paisaje. Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, los hombres comienzan a respaldar el nazismo, pero Franz se resiste a prestar juramento a Hitler y se convierte en objetor en un mundo de nacionalismo e ideología de odio. El amor incondicional de su esposa y su fe inquebrantable, se convertirán en sus principales aliados para afrontar las graves repercusiones que su decisión provocará.

A partir de un personaje real y tomando como referencia las cartas que Franz escribió a su mujer, Malick nos cuenta la historia de un campesino austriaco que, en el fragor de la Segunda Guerra Mundial y con su país ocupado por los nazis, se negó a combatir. Lo hizo convencido de que es mejor "padecer una injusticia que cometerla". Y lo cuenta según el estilo Malick, con un ritmo lento, imbuido, como se ha dicho en ocasiones, de trascendencia existencial, casi mística, en un entorno extraordinario, con una gran belleza formal. Como he leído a algún crítico, pocos directores ruedan armonizando la belleza de la naturaleza con el tono intimista,  emocional y reflexivo, de conversación interior del personaje consigo mismo o con otros, a través de voces en off que ilustran las convicciones y las dudas.

Una excesiva reiteración de situaciones, la alternancia, difícil de justificar, de inglés y alemán (parece que el inglés lo hablan los "buenos" y el alemán los "malos"), un cierto abuso de subrayados de imagen y música, un exceso de melodrama hacen que la película no alcance el nivel de El árbol de la vida, pero sí nos dan una película muy notable y digna de atención que, es cierto, decepcionó en su presentación en Cannes y cuya larga duración puede desanimar su visionado. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario