lunes, 30 de julio de 2018

Cine: HAPPY END


Desde que en 1997 presentara Fanny games en Cannes, Michael Haneke se ha convertido en uno de los grandes nombres del cine actual. Un director con un gran talento, una mirada personal sobre el mundo, pero también capaz de crear unos ambientes enfermizos insoportables. Títulos como el mencionado, La pianista (2001), Caché (2005), una nueva versión americana de Funny Games (2007), La cinta blanca (2009), Amor (2011), han ido consolidando su prestigio, lo que ha supuesto que sus películas figuren habitualmente en las listas de premiados en el festival de Cannes, Cine europeo, Oscar y Globos de oro.



Happy end nos presenta una familia burguesa poco convencional, propietaria de una empresa de construcción. Un padre octogenario cansado de vivir (Jean-Louis Trintignant), una hija (Isabelle Huppert) que trata de mantener la empresa y de responsabilizar a su hijo en la dirección, un hijo médico, divorciado, vuelto a casar, con una doble vida, una nieta adicta a la imagen a través del móvil, que observa el absurdo que le rodea, el otro nieto, un tanto perdido, los sirvientes, un accidente en la obra... Un grupo de personajes con sus propios retos y problemas que se mueve en un entorno marcado por la crisis de refugiados e inmigrantes en la ciudad de Calais 

Haneke realiza un retrato bastante poco complaciente de una burguesía que se mueve, salvo con una excepción, totalmente al margen de la crisis de refugiados. Un retrato basado en el desequilibrio de ese conjunto de personajes extraños a través de varios de los temas tratados en películas anteriores. Todo sin mayores explicaciones. Son muchas las preguntas que quedan sin respuesta sobre los personajes, se sabe muy poco acerca de las motivaciones de sus acciónes. "Siempre he intentado captar en mis guiones la ambigüedad y la contradicción que prevalece en la vida", dice. Para Haneke ese grupo nos representa. Somos egocéntricos, falsos, resentidos, tristes y solitarios. Una visión poco optimista que no es distinta de la mirada crítica sobre esa sociedad acomodada y amoral que nos ha venido mostrando en sus películas anteriores.

Desde luego no es una película cómoda, ni la más interesante de este director, pero sí recomendable. Cine que hace pensar

jueves, 19 de julio de 2018

Cine: MARY SHELLEY


La película está dirigida por Haifaa Al-Mansour, la primera directora en su pais, Arabia Saudita, que debutó con La bicicleta verde. Se trata del primer largometraje rodado íntegramente en su pais dirigido por una mujer. La película cuenta la historia de una niña de 11 años que vive en los suburbios de Riad y que sueña con tener una bicicleta verde en un país donde la actividad pública de las mujeres está especialmente limitada. Para rodar, ha contado la cineasta en muchas ocasiones, tuvo que hacerlo desde una caravana con un monitor y un walkie-talkie porque no podía salir al exterior y ser vista en compañía de hombres. Sabe, por lo tanto, lo que se siente al ser una mujer joven y crecer entre las dificultades a las que se enfrentan las mujeres. Y ese enfoque ha dado a la figura de Mary Shelley, una escritora recordada por su criatura, el monstruo de Frankenstein, que tuvo que moverse en una sociedad que no aceptaba ni reconocía a las mujeres escritoras.

El cine ha mostrado en bastantes ocasiones la noche en que se gestó la novela. Cabe recordar la española Remando al viento (Gonzalo Suarez, 1988) y Gothic (Ken Russell, 1986), películas rodeadas de un aliento romántico y gótico. Esta película se centra más en la figura de la escritora, hija de William Godwin, un político y escritor británico, considerado uno de los más importantes precursores del pensamiento anarquista y de la escritora feminista Mary Wollstonecraft que murió por las complicaciones derivadas del parto de Mary.


Mary Wollstonecraft Godwin (Elle Fanning) es una adolescente soñadora decidida a dejar huella en el mundo. Un día conoce al brillante poeta Percy Shelley (Douglas Booth) con el que empezara una aventura amorosa marcada por la pasión y la tragedia, algo que transformará a Mary y la impulsará a escribir su obra mas conocida. 

Está claro que la directora y su guionista Emma Jensen se plantean la historia como afirmación y reivindicación femenina. Mary es una mujer culta, conoce la ciencia y la filosofía, lee a los clásicos, conoce las historias de fantasmas. Sus relaciónes con su padre, con Shelley, Byron y Polidori vienen a completar sus conocimientos, pero también le proporcionan un matrimonio infeliz y cargado de mentiras, infidelidades y dificultades económicas, la tragedia de una hija muerta, el repudio de su padre y, finalmente, cuando escribe una obra que parece exorcizar sus demonios, la decepción de tener que verla publicada con el nombre de un hombre. Mujer y con solo 18 años, se enfrentó a una sociedad llena de prejuicios.

 La lectura que la película hace de Frankenstein, sitúa a su autora del lado de los que tienen miedo. Mary es el monstruo, víctima de un crimen imperdonable, el del abandono. Un acto gratuito y cobarde, como nos hace notar cuando, en la novela, hace que el monstruo nos cuente su historia. 

Aunque con excesos melodramáticos, la película me gustó. No tanto la utilización de la música, muy redundante con lo que vemos en ocasiones, y también algunos planos innecesarios como esa cuna vacía... Me gustó especialmente Elle Fanning, la actriz protagonista. La hemos podido ver en varias películas anteriores aunque solo cuenta 20 años. Recuerdo Super 8, Maléfica, La seducción... Con 10 años fue premiada en Venecia por su interpretación en Somewhere, de Sofía Coppola. 


viernes, 13 de julio de 2018

Cine: NO TE PREOCUPES, NO LLEGARÁ LEJOS A PIE

John Callahan fue un curioso personaje. Abandonado por su madre, se entregó a la bebida. Sufrió un accidente de automóvil que le dejó en silla de ruedas. Aunque siguió bebiendo, quizá con mayor justificación que hasta entonces, la figura de su padrino en alcohólicos anónimos, le ayudó a intentar dejar el alcohol. Mientras tanto apareció su faceta de creador de unos dibujos de trazo grueso y humor tan negro como inteligente. Unas viñetas que fueron publicadas inicialmente por un periódico universitario, para acabar en «PlayBoy» y la prestigiosa «New Yorker». Todas generaron cientos de cartas al director lamentando la crudeza, la falta de decoro o el mal gusto de aquellas historietas en las que hacía humor sobre discapacitados. Pero como él mismo dijo, "Para saber si he ido demasiado, solo me fijo en la reacción de personas en sillas de ruedas o con ganchos en las manos. Al igual que yo, están hartos de los que presumen de hablar en su nombre. Toda esa compasión y condescendencia son detestables"


La viñeta que da título a la película y a su autobiografía

Gus Van Sant es un director, productor y guionista estadounidense, con una larga carrera, que optó al Oscar con El indomable Will Hunting (1997) y con Milk (2008), y que ganó la Palma de Oro en Cannes con Elephant (2003). Sus primeras películas atrajeron la atención de la crítica internacional, especialmente Drugstore Cowboy (1989) y Mi Idaho Privado (1991). Su carrera posterior ha estado llena de claroscuros.



John Callahan (Joaquin Phoenix), un joven que tiene problemas con el alcohol, sufre un grave accidente de tráfico en el que casi pierde la vida. Animado por su novia (Rooney Mara) y un  patrocinador (Jonah Hill) inicia su rehabilitación.  John descubrirá su habilidad para dibujar y se convertirá en un dibujante muy  reconocido y reconocible. 

La película se centra en la lucha de Callahan contra el alcoholismo, una vez queda paralizado de cintura para abajo y con la movilidad de brazos y manos disminuida. Está narrada a grandes saltos temporales, lo que unido a las buenas interpretaciones y algunos personajes interesantes, contribuye a hacer llevadero el proceso de rehabilitación de Callahan, que aún así se hace un poco largo y en bastantes momentos excesivamente convencional, algo en lo que cabía esperar que no cayera Gus Van Sant.

Joaquin Phoenix está especializado en personajes atormentados. En esta ocasión su personaje está tratado con bastante humor lo que lo hace bastante más llevadero. En cualquier caso su presencia es fundamental para llevar la película a buen fin. Junto a él, Jonah Hill y un grupo de actores que interpretan con buen tono a sus compañeros de rehabilitación. Y Rooney Mara, en un personaje bastante poco relevante, desaprovechada.

Película interesante, algo larga y en la que las situaciones de terapia podrían haber dado para más.

miércoles, 11 de julio de 2018

Cine: FORMENTERA LADY


Pau Durá es un conocido actor valenciano al que recuerdo haber visto más en TV que en cine. Tras dirigir teatro y cortometrajes, se ha lanzado a la dirección de largometrajes con esta Formentera Lady, de la que también es autor del guion. La película se presentó en el Festival de Málaga, con buena acogida. 





Samuel llegó a la Formentera hippie de los 70. Su mujer y su hija volvieron a la península, pero él allí se quedó. Toca el banjo en un bar y vive tranquilo, sin necesidades ni problemas. Esta vida tan tranquila se ve perturbada cuando aparece su hija Anna junto a su nieto Marco. Samuel se queda a cargo del niño, y deberá aprender a hacer algo que nunca antes había tenido que hacer: cuidar de alguien.

Una historia nada original, una hombre mayor que se tiene que hacer cargo de un niño. Algo que nos han contado infinidad de veces situando la historia en todos los entornos y épocas posibles. Y poco aporta esta película en este sentido. Bellos paisajes, una convincente interpretación de José Sacristán, bien acompañado por el resto de personajes y poco más. Un guión excesivamente convencional, que carece de emoción y no provoca emociones. Eso sí, hay que reconocer que procura evitar el melodrama tanto en las relaciones de Samuel con el niño como con su hija (Nora Navas). Escasos atractivos para una carrera comercial que se prevé breve y poco brillante. Y es una pena porque a pesar de su limitado interés se trata de un producto muy correcto.

lunes, 9 de julio de 2018

SERIES----EL DÍA DE MAÑANA

Serie de seis capítulos dirigida por Mariano Barroso, nuestro reciente director de la Academia de cine y ganador de varios Goyas, producida por Fernando Bovaira, productor habitual de Alejandro Aménabar, con guión del propio Barroso y su guionista habitual el cubano Alejandro Hernández, adaptando la novela del mismo título de Ignacio Martínez de Pisón "El día de mañana", galardonada con varios premios ,entre ellos el Premio Nacional de la critica y el Ciudad de Barcelona, todos estos elementos hace que la serie "a priori" sea apetecible e interesante y efectivamente ,en general, se sigue con interés y no me ha decepcionado, aunque algunas libertades del guión, respecto a la novela provoquen ciertos desenfoques en algunos personajes, pero que se entienden para potenciar el carácter de serie, se entiende que se incremente la relación sentimental de los protagonistas, mucho mas difusa en la novela al menos por parte de ella, también se cargan excesivamente las tintas en el tema de las torturas de la Brigada Político y Social, que por supuesto que existieron, pero que en la novela no son tan explicitas.


El guión mantiene la estructura de la novela de Pisón en la que vamos conociendo la ambigua personalidad del protagonista, Justo Gil, a través de los testimonios de varios personajes ( trece en la novela) que tuvieron contacto con él en distintas épocas de su vida, respetando un orden cronólogico de los acontecimientos personales e históricos, esta estructura ya es en sí muy cinematográfica recordemos Ciudadano Kane, La condesa descalza o Cautivos del mal entre otras.
La acción transcurre en la Barcelona de los años 60 y 70, años del tardofranquismo y de la llegada de la manida y ahora muy cuestionada transición democrática, esa Barcelona de acogida de inmigrantes de otras provincias, de esa burguesía catalanista pero franquista cuyos hijos derivaron a posiciones más críticas pero sin excesivo compromiso, la llamada " gauche divine" de Bocaccio y los grupos comprometidos que actuaban en la clandestinidad sobre todo partido comunista y sindicatos, en conjunto toda una sociedad resignada ya a ver morir al dictador en su cama y que se va posicionando para desmarcarse del regímen y acomodarse a la nueva situación.
Justo Gil (Oriol Plá ) es uno de esos jóvenes, ambicioso y pueblerino que llegaron a Barcelona para mejorar , su estimulo es ganar dinero pronto y como sea para curar a su madre prácticamente en estado vegetativo, le falta cultura pero le sobra ambición y encanto personal, es un embaucador nato con pocos escrúpulos, un personaje que recuerda mucho a los del novelista Juan Marsé y muy en la línea de otros de Pisón que siente empatía por esos tipos entre pícaros y estafadores que siempre bordean la ley y en el caso de Justo un poco fatalista, Justo pasa de la zamarreta a los buenos trajes, de compañias burguesas a ser confidente de la policía espiral que le lleva a moverse en círculos de ultraderecha sin ninguna convicción su trayectoria va del escepticismo a cierto misticismo, que en la novela se refleja en las lecturas de los místicos y en la filosofía de Vintila Horia olvidado escritor filofascista rumano que tan bien acogimos en España.








Un reparto muy acertado con Oril Plá en el papel de Justo, Aura Garrido en el de Carme Román, Karra Elejalde en un papel a su medida el comisario Landa y sobre todo me ha gustado el desparpajo y cinismo de Jesús Carrera en el papel del policía Mateo Moreno.
Os recomiendo leer la novela ,se disfruta mucho más después de ver la serie y se conoce mucho mejor a todos los personajes ,sobre todo a  Justo, Carme y Mateo ,tres seres que son unos supervivientes, que tienen en común una cierta orfandad y un desarraigo con esa ciudad Barcelona que es un personaje más de esta historia.

domingo, 8 de julio de 2018

Cine EN LA PLAYA DE CHESIL


Chesil Beach es una novela corta del escritor británico Ian McEwan publicada hace ya diez años. Varias de las novelas de este autor han sido llevadas al cine, destacando, en mi opinión, la adaptación que hizo Joe Wright de Expiación (2007), para mi gusto su mejor novela. En esa película debutó, precisamente, Saoirse Ronan que protagoniza En la playa de Chesil. Desde entonces una carrera ascendente con dos nominaciones al Oscar, Brooklin y Lady Bird.

El responsable de esta adaptación es Dominic Cooke, un premiado director teatral inglés, que ha llevado la trilogía de Shakespeare The hollow Crown a la televisión. Y lo ha hecho sobre un guion del propio autor de la novela



Inglaterra, 1962, cuando aún no se había publicado el primer LP de los Beatles y El amante de Lady Chatterley estaba prohibido. Florence y Edward, tienen poco más de 20 años. Ella de clase media alta, él de clase baja. Inocentes, vírgenes y enamorados se casan y van a pasar su primera noche de bodas a un hotel, junto a la famosa Chesil Beach. Lo que sucede esa noche, entre sus palabras y sus silencios, cambiará sus vidas para siempre.

La película sigue bastante fielmente la estructura de la novela, alternando el presente de la noche de bodas con algunos flashback acerca de su relación que sirven para mostrarnos sus diferencias sociales y la inexperiencia de ella. Todo ello tratado con la sobriedad y contención propia del cine y, sobre todo, de la televisión británica. Y apoyada en la eficacia de sus dos protagonistas, Saoirse Ronan y Billy Howle, al que hemos visto en El sentido de un final y Dunkerque. 

Si siempre es difícil convertir en imágenes la literatura, en este caso creo que lo ha conseguido de una forma razonablemente eficaz, al menos sobre el recuerdo que yo tengo de la novela, a la que, no obstante, he vuelto para comprobar que el poco afortunado e innecesario final es un añadido a la narración original. Y que si no se puede hablar de traición es porque ha sido el propio autor quien lo ha añadido.
Una nueva secuencia, una decena de años después nos informa, innecesariamente, de la evolución de los protagonistas, algo que, en el caso de la novela, se centraba mas en él. Con la inclusión de un detalle, la identificación de la niña, que bueno... Es la secuencia final, en el concierto de despedida donde se empeña en mostrar algo que ya está claro en lo que hemos visto y que obliga al maquillador a esforzarse en presentarnos a los personajes con 50 años más. No hace falta y estropea el conjunto

lunes, 2 de julio de 2018

Cine: CASI 40


David Trueba es un director, guionista, novelista y columnista de El Pais, cuya última película, Vivir es facil con los ojos cerrados, ganó varios Goya hace unos años, incluidos mejor película y mejor director. Debutó como director hace algo más de veinte años con La buena vida, una película sobre la adolescencia en que el protagonista, que pierde a sus padres en un accidente, inicia una relación con una chica algo mayor que él. En Casi 40, retoma a esos personajes 20 años después. Obtuvo una Biznaga de plata, premio especial del jurado, en el Festival de Málaga



Una modesta gira de conciertos vuelve a reunir a dos amigos de juventud. Ella, (Lucía Jiménez), cantante de éxito, ya retirada de la escena. Él, (Fernando Ramallo), que sobrevive como vendedor de productos cosméticos, pretende relanzar la carrera musical de quien fue su amor de adolescencia.

David Trueba nos ofrece una mirada al tiempo pasado y quizá perdido de una pareja que no fue. Un reencuentro, unas ilusiones perdidas. Una gira por ciudades pequeñas para tocar en librerías y pequeños locales que no es más que una excusa para rememorar la amistad, el amor y la vida y reivindicar la cultura en un tiempo en el que eso no se lleva. Todo muy literario en la línea de algunas de las obras de su director. Y falto del gancho necesario para atraer al gran público.

Una película intimista, pequeña, sencilla que tendrá su público en pequeñas salas, como las de su sobrino, Jonás Trueba. Un cine en claro contraste con lo que la industria busca, pero del que se agradece su existencia.