Comedia paródica y desmadrada dirigida por Alex de la Iglesia. A mi me parece Alex de la Iglesia uno de los directores españoles con más capacidad para la creación de imágenes y también temas originales. Sus últimas películas, Las brujas de Zugarramurdi (2013), La chispa de la vida (2011) o Balada triste de trompeta (2010) o El dia de la bestia (1995) y La comunidad (2000) entre sus primeras así lo confirman. Pero a la vez tiene una gran capacidad para el desvarío, para convertir una historia mas o menos verosímil a partir de premisas inverosímiles, en un caos desmadrado. Y en este caso tengo que decir que tiene casi todo lo peor de su director y poco de lo bueno.
Jose, (Pepón Nieto) en paro, es enviado por la ETT de figurante a un pabellón industrial a las afueras de Madrid, para trabajar en la grabación de un programa especial de Nochevieja, en pleno agosto, para sustituir a un accidentado. Allí coincide en la mesa con Paloma, (Blanca Suarez) a la que el resto de la mesa acusa de gafe, y enseguida se establece una relación especial entre ellos. Cientos de personas llevan varios días festejando estúpidamente la falsa venida del año nuevo, una y otra vez, desesperados, sin poder salir, ya que fuera están decenas de trabajadores de la cadena protestando contra un ERE y el posible cierre de la misma.
Alphonso, (Raphael) la veterana estrella de la canción, trata de asegurarse de que su actuación tendrá el máximo share. Adanne, (Mario Casas), su antagonista, joven cantante latino, obseso del sexo y de escasas luces, es acosado por las fans que quieren chantajearle. Los presentadores ( Hugo Silva y Carolina Bang) del programa se odian, compitiendo entre sí para ganarse la confianza del productor (Santiago Segura), que lucha por impedir el cierre de la cadena. Y un fan despechado, Oscar (Jaime Ordoñez) trata de matar a Alphonso. Si a este coctel se le añaden unos representantes enloquecidos, unas realizadoras de TV lesbianas amenazadas de despido, y unas cuantas cosas más tenemos tal acumulación de ingredientes que convierten la película en algo poco digestible.
Entre lo salvable, la parodia de la grabación del programa, el sentido del humor que demuestran Raphael, parodiándose a si mismo, y Mario Casas que repite un personaje muy corto de entendederas y algunos gags, mas verbales que visuales. ¡Ah! y algunas interpretaciones, sobresaliendo Jaime Ordoñez en una parodia de la interpretación de Raphael de la canción que da título a la película. El resto casi mejor olvidarlo. Un chafarrinón con aspiraciones de esperpento y bastante poca gracia.
Precisamente ese desvarío es una de sus mejores cualidades y es lo que hace de esta película mucho mejor de lo que comentas. Aunque haya cosas que no hagan ninguna gracia.
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