Fiel a su cita anual, nos llega la última película dirigida por Woody Allen. En ella nos presenta una nueva variación del tema del delito, la culpa y el castigo que ya tratara en ocasiones anteriores, como en Delitos y faltas (1989), Match point (2005) y Cassandra's dream (2007). Porque Allen, como los compositores musicales, realiza variaciones sobre un mismo tema.
El profesor de filosofía Abe Lucas ha tocado fondo a nivel emocional y se ve incapaz de encontrarle ningún sentido ni alegría a su vida.
Poco después de empezar a dar clases de filosofía en la universidad de una pequeña localidad, Abe Lucas se encuentra relacionándose con dos mujeres: Rita Richards, una profesora que se siente muy sola y Jill Pollard, su mejor estudiante, que se convierte en su amiga más íntima. Jill encuentra irresistible la personalidad artística y atormentada de Abe, pese a que muestra indicios de desequilibrio mental.
Cuando, por puro azar, Abe y Jill se ponen a escuchar una conversación de unos desconocidos y se quedan absortos con ella, todo cambiará.
A lo largo de su carrera, Woody Allen ha demostrado un gran interés por la filosofía, según el mismo manifiesta, influido por las películas del director sueco, Ingmar Bergman. "Me fascinaban sus películas, las cuestiones que planteaban y los problemas que trataban. Posteriormente, con los años, fui leyendo cierta cantidad de filosofía y fui capaz de entender más claramente quién lo influyó y qué ideas estaba dramatizando. Y acabé por disfrutar leyendo a los filósofos, para compararlos y ver cómo se cuestionaban y refutaban unos a otros sobre sus enfoques contrapuestos a cuestiones incontestables".
Ese interés ha dado lugar desde el comienzo de su carrera a películas tan poco atractivas como Interiores (1978), comedias como La ultima noche de Boris Grushenko (Love and death, amor y muerte, 1975) o las antes mencionadas.
Como el mismo dice, " a lo largo de los años se pueden observar en todas o la mayoría de mis películas ciertos temas filosóficos coherentes. Pero son
obsesiones mías que se centran en torno a cuestiones que muchos hombres se han planteado antes. Me interesan realidades deprimentes por las que me obsesiono. Han obsesionado a artistas y pensadores que han llegado mucho más allá que yo en todos los aspectos, pero yo las trato desde mi propio punto de vista".
En este sentido Irrational man vuelve a tomar, como dije antes, el tema del crimen y la culpa, tomando una serie de ideas de otras historias, propias y ajenas como Extraños en un tren, la novela de Patricia Highsmith llevada al cine por Hitchcock o La Sombra de una duda (también de Hitchcock) con la que guarda bastantes similitudes. Todo ello contado sin humor pero con ironía, por un Allen que se nos antoja distinto al que siempre esperamos encontrar, centrado en la comedia, aunque a lo largo de su extensa obra con más de 40 películas, podamos encontrar muchas obras serias, alejadas de ese género.
Quizá sea ese el mayor reproche que se le puede hacer a esta historia. Que el humor sea demasiado sutil e irónico, lo que la convierte en una historia más convencional y, a la vez, menos comercial. Por lo demás todo está contado con la habilidad y facilidad que caracteriza a Allen, con dos intérpretes destacados, Joaquin Phoenix, situado ya entre los grandes, y Emma Stone, que repite con el director tras Magia a la luz de la luna, que le da buena réplica. Tambien cabe destacar a Parker Posey como la otra mujer que se enamora de Abe.
Resumiendo, aunque no es de lo mas atractivo del cine de Allen, nos muestra que a sus ochenta años, todavía está en condiciones de ofrecernos obras interesantes. A mí me gustó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario