En su ensayo, Nuccio Ordine toma como referencia a Boccaccio en dos
ocasiones. En la primera parte, utiliza la introducción a la cuarta jornada del
Decamerón que se dedica a amores que tuvieron final infeliz. En esta
introducción Bocaccio se defiende de las críticas de sus detractores, críticas
que se refieren a su atracción por las mujeres, a que a su edad no debe
cortejar a las jóvenes y a que el mundo esté tan corrompido como él lo
presenta. En un aspecto más literario, algunos le aconsejan dedicarse a la
poesía, en vez de a las novelas licenciosas.
Pero, lo que interesa a Ordine de esta introducción es su respuesta a
los que le invitan a trabajar para ganarse el pan. A ellos les responde que
aún no se ha visto obligado a pedir limosna y que, si se encontrase en
dificultades, sabría comportarse con dignidad y valentía.
Todo esto que yo considero una manifestación orgullosa de independencia
sirve a Ordine para señalar que las invenciones de los poetas son necesarias
para entender las cosas esenciales que nos hacen falta y nos enseñan a
defendernos de la obsesión por las ganancias y lo útil.
Posteriormente en la tercera parte, se refiere al daño de los fundamentalismos
religiosos y cómo la posesión de la verdad absoluta acaba por destruir toda
religión y toda verdad… Ordine habla en una entrevista de los traficantes de certezas,
los traficantes de verdad,
porque justo los momentos de crisis, de incertidumbre, son momentos en los que
es fácil la explosión irracional. Surgen líderes que empujan a la gente inculta
a abrazar determinados fanatismos porque es en esas etapas de crisis cuando se
crea la necesidad de tener puntos de referencia seguros. Por eso el fanatismo
religioso, el fanatismo político y otros, encuentran hoy un campo de cultivo
muy fértil.
Sería suficiente, afirma, para
abordar este capítulo, leer la narración de “Los tres anillos”, donde el sultán Saladino pregunta a un judío cuál de las tres
religiones es la verdadera y el judío contesta contando una historia en la que
da a entender que el hombre nunca sabrá cuál es la verdad absoluta. Melquisedec demuestra
a Saladino que los hombres no pueden resolver una cuestión que solo estaría al
alcance de la divinidad y, al mismo tiempo, realiza una ingeniosa apología de
la libertad de culto y la convivencia de religiones. En 1779, Gotthold Ephraim
Lessing publicó Nathan el Sabio, una obra de teatro que es un llamamiento a la
tolerancia religiosa partiendo de este mismo cuento. Ordine concluye: Toda la vida andaremos detrás de una
verdad que no se dejará atrapar, pero es el camino hacia ella el que nos
convertirá en hombres solidarios, hombres que piensan que para acercarse lo más
posible a su centro es necesario conversar con otros hombres.
Pero quizá sea en la propia vida de Boccacio donde se podría encontrar un firme
apoyo a la tesis de Ordine ya que su biografía nos muestra cómo fue capaz de
atender sin detrimento de ninguno de los dos, tanto al campo de su sustento
como al de su creación literaria.
Hijo
ilegitimo de un mercader, fue enviado desde
Florencia a Nápoles cuando tenía 12 o 14 años para trabajar en la compañía de
la que su padre era agente. Tras demostrar escasas
aptitudes para las finanzas y el comercio, y fracasar en el estudio del derecho
canónico se dedicó por entero a las letras, bajo la tutela de destacados
eruditos de la corte napolitana.
En
diciembre de 1340, con 27 años, tuvo que regresar a Florencia a causa de un
grave revés financiero sufrido por su padre Su
situación no lo apartó de su quehacer literario, que, por el contrario, al
parecer, salió reforzado de esa experiencia, que le acercó al ambiente
picaresco de mercaderes del que provenía su familia. En 1348 fue testigo de la peste que
describe en el Decamerón. 1349 murió su padre, y Boccaccio se estableció
definitivamente en Florencia, para ocuparse de lo que quedaba de sus bienes. Es
en estos años cuando escribe el Decamerón. En Florencia llegó a ser un personaje apreciado por su
cultura literaria. Su éxito le valió ser designado por sus conciudadanos para
el desempeño de varios cargos públicos.
En
torno al año 1370 se retiró a su casa de Certaldo, cerca de Florencia, para
vivir aislado y poder así dedicarse a la meditación religiosa y al estudio,
actividades que solo interrumpieron algunos breves viajes a Nápoles hasta su
muerte en 1375.
Pozuelo,
octubre 2014
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