El autorretrato literario puede ser OBJETIVO, si únicamente te limitas a realizar una descripción de lo que puedes contemplar en un espejo al verse en él reflejada tu imagen. Es como si describes lo que una cámara fotográfica ha plasmado en una fotografía. Sería SUBJETIVO si además de lo que ves añades tu opinión, tus gustos y preferencias. También se puede hacer un autorretrato psicológico, pero eso ya es meterse en profundidades en las que la autoestima y nel ego te pueden conducir a situaciones muy embarazosas.
Voy a intentar realizar un autorretrato objetivo sobre lo que yo veo cuando me pongo ante un espejo, sin prejuzgar si lo que veo es bonito o feo y si me gusta o no.
Puesto ante un espejo, la figura que aparece a mi vista estoy seguro que soy yo mismo, me reconozco perfectamente, no hay confusión posible, aunque tenga el pelo abundante y largo y barba de quince días.
Voy a describir lo que aparece en el espejo. Varón, con bastante poco pelo, producto de una alopecia que según opiniones muy fundamentadas es de tipo genético, pues mi progenitor estaba prácticamente calvo a los veinte años de edad. Frente ancha y despejada, cada vez más despejada pues le va ganando espacio al cabello que va desapareciendo y al que va sustituyendo. El que se resiste y aguanta como un jabato toma un color plateado, aunque algo parece que queda de su color castaño original, en la nuca u occipital (eso lo puedo asegurar con la ayuda que otro espejo me da). Las cejas poco pobladas y bastantes separadas, forman un toldo protector a unos ojos ni grandes ni pequeños, de color verde ya algo oscuro, pero que todavía dan lugar a una mirada alegre y bienintencionada. Los párpados inferiores ya comienzan a sufrir las arrugas de la edad pero también alguien, con mucho oficio, sentencia que es la señal que deja la experiencia. Las orejas son normales, ni grandes ni pequeñas y aparecen a los occipitales pegadas: lo que se ve en el espejo no se pueden considerar como orejas voladoras. La nariz, a mí me parece clásica, más griega que romana, recta pequeña, las aletas nasales sin dilatar, vamos que lo que en el espejo veo es una nariz normal. La boca es pequeña, es lo que opina mi odontóloga cuando me pide que abra la boca más y le digo que no hay nada más que abrir; de labios finos, aunque cuando es necesario ofrecen una sonrisa leal y franca. Barba poblada y ya blanquecina pero dura y algo tupida, siendo necesario rasurarla día a día. La boca del espejo la boca cerrada tiene por tanto de los dientes nada se sabe, aunque yo aseguro que sí existen. La barbilla o mentón. no es muy ancha y un poco puntiaguda, alguien podría decir que es una barbilla tacón. En la imagen que el espejo ofrece la papada no aparece y la nuez de la traquea escondida se haya en un cuello corto, más de conejo que de jirafa.
Lo que el espejo ofrece es lo que llamamos foto carnet, y lo que aquí se ha descrito a ello se ha ajustado, del cuello para abajo es lo que se ha cortado, por tanto no busquemos tres pies al gato.
Emilio González Cuenca. 3 de noviembre de 2014.
Grupo Literatura de Pozuelo de Alarcón.
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