Jean Pierre Duprey
1930-1959
Poeta y escultor
francés, un moderno ejemplo de Poeta maldito.
Nacido en Rouen,
sus poesías escritas entre 1948 y 1949 fascinaron a André Breton que incluyó su
libro “Detrás de su doble” en su antología del humor negro.
En 1951 abandonó
la poesía para dedicarse a la escultura
en hierro y a la pintura, repleta de seres amenazantes y fantásticos. Volvió a
la escritura con una obra dramática, “El bosque sacrílego” y un ciclo de poemas
en el que manifestaba su atracción por el vacío y la muerte.
El 2 de octubre de
1959 envió por correo a Breton su último libro de poemas “El final y sus
maneras” y el mismo día se suicidó. Su mujer, que había llevado el libro al
correo, lo encontró ahorcado a su vuelta a la casa.
En todas sus obras
no hay nada que no lleve el signo de las fuerzas más oscuras que a veces
invaden la mente humana, nada que no esté marcado por la noche y de la muerte.
Personaje dado a
los escándalos. Un dia orinó en la tumba al soldado desconocido en el Arco de
Triunfo, lo que le llevó a la cárcel y a un hospital mental.
¿Qué son los
poetas malditos?
Un poeta maldito
es aquel que vive al margen o contra la sociedad. El consumo de drogas y
alcohol, la locura, la violencia y, en general, los pecados sociales que a
menudo desembocan en la muerte, son los elementos típicos del poeta maldito.
Su prototipo fue
Francois Villon, en el siglo XV, pero el concepto fue acuñado en el XIX por
Alfred de Vigny en su drama Stello,
en el que llama al poeta la raza siempre
maldita por los poderosos de la tierra. Se consideran ejemplos típicos,
Baudelaire, Paul Verlaine y Rimbaud.
El término fue
ampliamente utilizado tras la antología de Verlaine, Los poetas
malditos de Saftsack (1884). En ella Verlaine expuso que el genio de cada uno de ellos había sido también su
maldición, alejándolos del resto de personas y llevándolos de esta forma a
acoger el hermetismo y la idiosincrasia como formas de escritura. También
fueron retratados como desiguales respecto a la sociedad, teniendo vidas
trágicas y entregados con frecuencia a tendencias autodestructivas; todo esto
como consecuencia de sus dotes literarias.
El concepto de
Verlaine del poeta maldito se cree que fue tomado del poema de Charles Baudelaire llamado Bendición, que inicia su libro Las flores del mal. El uso de esta expresión
y del término malditismo se generalizó luego para referirse a
cualquier poeta (o a un escritor de otros géneros o incluso a un artista plástico) que, independientemente de
su talento, es incomprendido por sus contemporáneos y no obtiene el éxito en
vida; especialmente para los que llevan una vida bohemia, rechazan las normas establecidas (tanto las del arte como los convencionalismos sociales) y desarrollan un arte libre y provocativo.
En 1970 Pierre Seghers
publicó una nueva antología (1946-1970) Los
poetas malditos de hoy donde incluía a Antonin Artaud y Jean Pierre Dupray.
Un par de muestras de sus textos:
Una mano de rosas clavada sobre un objeto negro...
¿Qué queda, qué queda?
Del cielo sólo un gran tejido ajado de espectros y los
ojos que sólo colman las órbitas del vacío.
Una araña desplaza la noche, es el sueño de una muerta
La araña lleva en sí el sexo abierto de la noche y sus
hijos irán a ennegrecer el sueño de los vivos.
Un paso secreto cierra el túnel del silencio y la
estrella palidece.
En la cámara nupcial, es la cultura de los corazones
negros. Loreta... Olim perseguidas por sus sombras. La balanza se inclina hacia
el lado del abismo. A todo lo largo de los muros se encienden los candelabros
que no alumbran, sino reflejan los ojos de los muertos, los habitantes.
-Y ahora a toda marcha-ordena el caporal espectro.
¡Cuidado! una profundidad de subterráneo, una llamada de lo que esté debajo del
mundo hace caer la sonda hacia las Sombras de lo Anterior.
¡Una llamada interminable! Es la respuesta de las
campanas del vacío, a las campanas del vacío, al vacío bajo campanas...
El hoyo-escotadura en pleno corazón de la vida.
¡Oh la espina clavada en la historia del mundo!
La eternidad en sábanas negras. Mis funerales vestido de
ceniza. ¡Aquí el gran trepanador de imbéciles!... Nos transformaron. Lo
que somos nos produce un hermoso reflejo y yo siempre llevo conmigo la
foto del supremo detergente. ¡Todos nuestros puertos naufragarán en
alguna parte! Tengo un navío, una pala de recuerdos que flota, que flota.
No se necesita el pez, vea usted, yo elimino. Lanzo un gran día
al descubierto; ya tengo comisión por el día de los muertos. En
otro lugar, cerré puertas y ventanas, bajé las cortinas, busqué los
venenos posibles. Tengo la vela como el interior de la vista y nada me
impedirá arrojarme al fuego de los proyectiles de recuerdos. Herrero,
golpeé en la cabeza de piedra los fuegos de pólvora de un acero que no
quería oírse decir. Instalado por mi cuenta, separé lo propio de lo que
no era; instalado especialmente, me reemplazo por un sueño lleno
de galpones que me alojan un seso convertido en esponja en una cama
de arañas crudas. Y a mí me gustaban bien cocidas, patas
peladas, espárragos de rabia
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