sábado, 20 de enero de 2018

Cine: MOLLY'S GAME


Aaron Sorkin es uno de los guionistas de cine y TV mas destacados de los últimos años. Desde que en 1992 escribió el guión de Algunos hombres buenos, que fue nominado a los Globos de oro, sus guiones para cine (La guerra de Charlie Wilson, La red social, Moneyball y Steve Jobs), y TV (The newsroom, El ala oeste de la Casa blanca) le han proporcionado numerosos premios y nominaciones. Ahora debuta en la dirección sobre un guion propio a partir del libro Memorias de Molly Bloom.


La película nos cuenta la historia de Molly Bloom, una esquiadora que, cuando está a punto de clasificarse para participar en lo JJOO sufre una lesión que le obliga a abandonar el deporte. Antes de volver a la universidad decide pasar un año en Los Angeles donde es contratada como colaboradora en partidas de poker. Como reacción contra su jefe, decide empezar a organizarlas por su cuenta. Su capacidad y habilidad empresarial la llevaron a convertirse durante diez años en la anfitriona de las más exclusivas y cotizadas partidas clandestinas, primero en Los Angeles y después en Nueva York, partidas por las que pasaron estrellas del mundo del espectáculo, deportistas, empresarios y, finalmente, miembros de la mafia rusa, lo que la llevó a ser investigada y acusada por el FBI.

Molly Bloom nos es presentada como una mujer fuerte, inteligente e integra. Trata siempre de no hacer nada ilegal pese a su presencia en partidas ilegales. Y Sorkin desarrolla la historia, tras un excelente prólogo, alternando sus entrevistas con su abogado con diferentes momentos de su actividad. Lo que a lo largo de, digamos, el primer tercio de película se desarrolla de forma brillante, con un ritmo extraordinario, pierde altura después. La trama se muestra repetitiva y algo embrollada para, en su parte final volver a tomar altura con el diálogo de Molly con su padre, bien construido dramáticamente aunque claramente forzado, y donde se acaba recurriendo al psicologismo para explicar al personaje a través de su relación con su padre y traumas infantiles. Después, el alegato del abogado ante el tribunal y la sentencia del juez. Tres momentos genuinamente Sorkin que elevan el tono de la película. 

En cualquier caso lo mejor son las interpretaciones. Sobre todo de Jessica Chastain que vuelve aquí a ser una mujer fuerte y decidida en un mundo dominado por hombres como en El caso Sloan. Y también Idris Elba, el abogado y Kevin Costner, el padre.

Una película interesante, un relato de ascenso y caída, con un guion que no es lo mejor de Aaron Sorkin, una puesta en escena excesivamente apoyada en la voz en off, con buenos e ingeniosos diálogos, referencias literarias y una cierta grandilocuencia explicativa.  




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