La Compañía nacional de teatro clásico presenta en el Teatro de la Comedia, El castigo sin venganza, una de las ultimas obras de Lope de Vega. Una obra que el propio autor define como "una tragedia al estilo español", y que podríamos considerar emparentada con el teatro de Shakespeare. En el análisis de la obra incluido en los cuadernos pedagógicos de la compañia, se señala: "Sus personajes principales son de elevada condición social, posee carácter histórico (la historia -ficticia- está basada en la descomposición real del histórico ducado de Ferrara), la "caída" del duque, desencadenada por sus fallas y defectos, personales y políticos, se produce justo en su plenitud militar y personal, transcurre en una corte, y la desolación y la muerte, que se presienten desde el principio, son las grandes invitadas. Y es española porque refleja la visión española durante el Barroco, dominada por un arraigado sentimiento del honor. Algo asociado a la limpieza de sangre y a las virtudes que un hombre debía poseer, y que se manifestaba en la honra o estima que el individuo merecía de los demás. Y era obligatorio lavar el deshonor. Y es española también porque, además de los temas del amor y del honor como fuerzas terribles, se reconocen en ella la presencia de los elementos propios de la comedia barroca: el gracioso, la criada y las acciones paralelas. Además de la variedad del verso y la presencia de elementos líricos.
El duque de Ferrara (Joaquín Notario), después de llevar una vida disoluta y llena de abusos, pretende tapar su pasado ante el pueblo al unirse en matrimonio con Casandra (Beatriz Argüello), lo que, además, le proporciona una alianza política y estratégica con Mantua. Pero lo que no espera el Duque es que su reciente esposa y su hijo bastardo, El conde Federico (Rafa Castejón), se enamoren perdidamente y consumen su relación. Cuando ésta es descubierta por el Duque, decide acabar con la vida de los dos, pero para ello tendrá que ocultar su deshonor provocando otra razón para llevar a cabo el castigo.
No me parece que esta sea de las más atractivas obras de Lope. La última parte, la del castigo, me parece que se resuelve de manera precipitada. No obstante, en ella podemos encontrarla calidad habitual de su verso, con momentos líricos que llegar a emocionar, como los soliloquios de los tres personajes principales. Todo ello en versión de Alvaro Tato, habitual de la Compañia.
Lo más destacado de la representación, para mi gusto, es la puesta en escena, con una inteligente utilización de los medios de que dispone el teatro. Una escenografía austera, un tanto abstracta y oscura que crea un espacio más psicológico que físico, aliviada en algunos momentos por la iluminación y, sobre todo, por un enorme espejo que nos muestra la unión incestuosa. Y un vestuario un tanto anacrónico, de principios del siglo XX pero con una luminosidad muy notable en el personaje de Casandra. También es anacrónico el mobiliario y ahí, sinceramente, creo que no han acertado.
Entre los intérpretes destaca, a mi parecer, Beatriz Argüello como Casandra. La recuerdo como una Brígida muy poco convencional en el Tenorio que dirigió Blanca Portillo. Joaquín Notario es el Duque. No es su mejor papel. Y Federico es Rafa Castejón, correcto. El resto del reparto contribuye a la eficacia de la representación.
Parece que este es el último montaje de Helena Pimenta como responsable de la CNTC. Ha conseguido una representación interesante con un excelente ritmo.
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