martes, 25 de diciembre de 2018

Cine: ENTRE DOS AGUAS

Hace doce años se estrenó un documental, La leyenda del tiempo. Con un título y un contenido inspirados por la figura y el álbum de Camarón, se trataba de filmar un retrato a largo plazo, de representar los efectos del paso del tiempo en la caras, los cuerpos y los comportamientos de un grupo de adolescentes en la Isla de Leon, en San Fernando. Y de ellos, especialmente dos, los hermanos Israel y Francisco José Gómez Romero que se constituyeron en los protagonistas de una parte del documental. Algo que, de alguna manera enlazaba con los proyectos de François Truffaut con el personaje de Antoine Doinel (Los 400 golpes, El amor a los 20 años, Besos robados, Domicilio conyugal, El amor en fuga), y de Richard Linklater (Boyhood, la trilogía Antes de...). Un proyecto interesante de Isaki Lacuesta que entonces se desarrolló a lo largo de varios meses y que ahora ha tenido continuación con Entre dos aguas.

Presentada en el Festival de San Sebastián, fue la ganadora de la Concha de oro y está nominada como mejor película a los Goya.




Isra y Cheíto son dos hermanos gitanos. Isra está encarcelado por narcotráfico y Cheíto enrolado en la Marina. Cuando Isra sale de la cárcel y Cheíto termina una larga misión que le ha llevado a Somalia y las Seychelles, ambos regresan a la Isla de San Fernando. El reencuentro de los hermanos renovará el recuerdo de la muerte violenta de su padre cuando eran niños. Ahora Isra tiene 26 años y regresa a la Isla de San Fernando para intentar recuperar a su mujer y a sus tres hijas.

Aunque en esta ocasión no se habla de documental nos encontramos ante una película que es, fundamentalmente, un documental. Retomando los personajes de La leyenda del tiempo, asistimos de inicio al parto de la tercera hija de Isra que lo contempla en el hospital para inmediatamente volver a la cárcel donde cumple condena. Cuando un tiempo después es puesto en libertad, su esposa le expulsa de su casa, no encuentra trabajo y tiene que volver al trapicheo, se reencuentra con los colegas y sus hijas a las que adora, busca ayuda en los gitanos evangelistas...
 
 mientras su hermano, que ha encontrado estabilidad tras un periodo en la marina le trata de ayudar. 

Todo esto esta reflejado con autenticidad y sin artificiosidad, mostrando sentimientos y situaciones. El problema, para mi, surge en que lo que me cuenta a lo largo de más de dos horas, no consigue interesarme lo suficiente, aunque reconozco el esfuerzo y el realismo de lo que veo. La aproximación a un mundo de marginación que, en algunos momentos, podría recordar al neorrealismo italiano o, incluso, a Los olvidados de Buñuel

Y me surge una duda, ¿estoy viendo un documento real o una ficción? Si es lo primero tengo que aceptar la relativa falta de interés dramático, si lo segundo se lo tengo que reprochar. Personajes reales en una historia parcialmente de ficción. Es precisamente esa falta de interés dramático lo que creo que me impidió entrar en la película. Y también el exceso de naturalidad de sus personajes que hace que, en muchos momentos, me resulte imposible entender lo que dicen.

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