Primer largometraje de animación
del holandés Michael Dudok de Wit,
coproducido por el estudio japonés Ghibli, quien animó a aquél a realizar el proyecto
juntos (producción frano-belga-japonesa). La elaboración duró 9 años y Dudok
estuvo en las islas Vírgenes haciendo miles de fotos. Parece ser que el dibujo
está hecho a la antigua usanza, aunque con utilización de las técnicas
digitales, aunque no sé cómo.
Los imágenes del comienzo de la
película son especialmente bonitas, me recordaron al cuadro de Hokusai del
siglo XIX, “La gran ola de Kanagawa”.
Toda la película es bellísima,
sus dibujos, de calidad pictórica, casi parecen acuarelas. La naturaleza
exuberante, hace pequeño al personaje. Los colores, en general, sobrios.
La historia, minimalista, cuenta
la de un naúfrago que llega a una isla desierta, de la que intenta huir varias
veces en balsas de bambú. Pero no lo logra, porque un ser marino, que resulta
ser la tortuga, se las destroza. Fábula
fantástica, cuento onírico de gran simplicidad y poesía, es también una oda a
la naturaleza. Se ha interpretado asimismo como una descripción de las etapas
de la vida del ser humano.
No hay palabras, sólo algún
grito, los ruidos de la naturaleza y algo de música, que me gustó, salvo en los
momentos en que subraya la intensidad emocional con vocalizaciones corales sin
palabras, que encontré excesivamente
melosas.
El ritmo de la película es lento,
pero no importa, porque la belleza de las imágenes te pegan al asiento. Dura 80
minutos. La película recibió el premio especial en la sección “Un certain
regard” del último festival de Cannes.
Copio aquí el enlace del tráiler
de la película:
De este mismo Dudok era “Padre e
hija”, que recibió el Oscar al mejor cortometraje de animación en 2.001, con un estilo de dibujo distinto. El enlace es
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