ARISTOTELES – LA
UTILIDAD DE LO INUTIL
Empezaré por definir al hombre y la sociedad en el
pensamiento griego en los siglos V/IV a.
C.
La idea de Naturaleza (physis) como aquello que las cosas
son y que desde ellas mismas determinan su modo de comportarse, es la idea
fundamental que preside el pensamiento griego. Esta idea ocupa un puesto fundamental tanto en el pensamiento
racional (logos) como en el conjunto de modelos de interpretación del Universo
que presenta la filosofía griega. La idea de Naturaleza, de physis, constituye
también el hilo orientador de la reflexión de los griegos acerca del hombre. El
hombre como ser natural, es un viviente racional, dotado de logos, y por tanto , es el único ser
del Universo capaz de comprenderlo e interpretarlo. Solamente sabiendo qué es
el hombre y qué pautas de conducta (individual y comunitaria) son las que su
ser favorece y recomienda, es posible decidir acerca de lo que más le conviene.
En este contexto o marco histórico, intentaré entrar en la
concepción de Aristóteles sobre el tema que nos ocupa: En primer lugar, una breve introducción a la
biografía de este pensador, pilar importantísimo de la cultura a la que pertenecemos.
Aristóteles fue discípulo de Platón y maestro de Alejandro
Magno, nació en Estagira (Tracia) el año
384 a.C. A los 18 años marcho a Atenas para ingresar en la Academia platónica y
en ella permaneció durante 20 años, hasta la muerte de Platón. A raíz de esta,
inicia un periodo de maduración y un alejamiento progresivo de la filosofía
platónica. Funda el Liceo, dedicándose a la enseñanza y a la investigación.
Este periodo termina con la muerte de A. Magno, tras la cual, se traslada a la
isla de Eubea, donde muere a los sesenta y dos años (año 322 a.C.)
Los tratados más
importantes están dedicados a cuestiones de lógica, de filosofía de la
naturaleza y biología (los más importantes de este grupo son la Física y Acerca
de “alma”), de ética
(Ética de Nicómaco) y de política, (Política). De máximo interés es también su Metafísica,
obra que elabora, en buena medida, como reacción a la teoría de las Ideas de
Platón.
“Todos los hombre
tienen por naturaleza el deseo de saber” Con estas palabras se inicia el
libro primero de su Metafísica. Ese
deseo de saber culmina en la adquisición de la sabiduría que consiste, para él,
en el conocimiento de las causas y principios del ser.
Aristóteles clasifica los distintos saberes en:
-Saberes teóricos
-Saberes prácticos
-Saberes productivos.
La primera parte de la Metafísica se completa con la Ética de Nicómaco donde diferencia virtudes
éticas , que nos conducen a actual bien y virtudes intelectuales, que
son hábitos que nos conducen a la verdad, al saber, al conocimiento.
Dentro de estas virtudes
intelectuales, unas nos conducen al
saber práctico, como la prudencia; otras al saber productivo, como el arte o técnica, otras al saber contemplativo, como la ciencia y la sabiduría.
Dentro de este comentario, solo me referiré a los saberes
productivo y contemplativo, es decir, al arte, ciencia y sabiduría.
El arte o técnica
es un conocimiento universal y posible. Puede aplicarse a casos particulares y
tiene utilidad. Es un saber productivo. Es un saber hacer según reglas.
La ciencia es un
puro conocimiento de las causas. Es universal y necesario Es superior al arte porque no se interesa en
fines prácticos sino que busca el conocimiento por el conocimiento, es decir el
conocimiento por sí mismo y no como medio para otra cosa. Es un saber especulativo o teórico
La sabiduría no es solo
conocimiento de las causas sino el conocimiento de las causas primeras y más
universales. La filosofía será la sabiduría por excelencia porque es la que se
va a ocupar del estudio de los primeros principios y de las primeras causas.
En su ética, Aristóteles dice:
- Todos los seres naturales tienden
a cumplir el fin que les es propio de acuerdo con su naturaleza, el
cumplimiento de este fin es la perfección
-El hombre, como todo ser natural,
tiende también al fin que le corresponde según su naturaleza racional. El
alcanzar este fin en la medida de sus posibilidades será la felicidad de
acuerdo con la virtud.
La virtud la define como un hábito
selectivo que consiste en el término medio, relativo a nosotros, determinado
por la razón y como lo decidiría el hombre prudente.
Sobre la felicidad, la opinión de
Aristóteles es que esta no necesita de ningún bien exterior sino que se basta a
sí misma. La felicidad consiste en el ejercicio perfecto de la actividad propia
del hombre, es decir de la actividad del alma que es el ejercicio de la razón.
Por lo tanto la felicidad máxima únicamente puede proporcionarla la sabiduría,
la llamada contemplación.
Pero Aristóteles sabe que el hombre no es solo razón , entendimiento. Una vida
dedicada a la contemplación solamente
sería posible si el hombre no
tuviera necesidades corporales, problemas económicos, interferencias sociales,
etc. Este ideal es pues, una aspiración,
minoritariamente realizable y aun aquellos que puedan dedicarse a ella,
solamente podrán hacerlo durante escasos periodos de tiempo a lo largo de su
vida. El hombre no puedes, pues,
alcanzar esta felicidad absoluta propia de Dios sino que ha de limitarse a una
felicidad limitada. Esta forma de felicidad rebajada exige la
posesión de las virtudes morales para regular las tendencias propias y el
trato con los demás, así como la posesión de ciertos bienes corporales (salud,
etc.) y exteriores (medios económicos, etc.)
Creo que es importante recordar que estamos en el siglo
IV a.C. en una sociedad ateniense que todos, en alguna medida, conocemos.
Por último y a tenor de lo expuesto, mi opinión es que Aristóteles, lejos de considerar el saber
contemplativo (ciencia, sabiduría) como
saberes inútiles, actividades inútiles, los considera superiores al resto porque consiste en el ejercicio
perfecto de la actividad propia del hombre, es decir de la actividad del “alma” que es el ejercicio de la razón.
En una sociedad como la nuestra, llamada del bienestar, las
limitaciones que encuentra Aristóteles para la dedicación al saber
contemplativo, ( la ciencia, el
conocimiento) deberían, en principio,
considerarse superadas y, más aún, potenciadas con recursos suficientes porque
de ahí saldrá el hombre, la sociedad que
en las sucesivas generaciones desarrollarán y marcarán el futuro de esta “humanidad”.
Ma. José López