En los últimos años nos han llegado algunas películas islandesas. Recuerdo Rams, Sparrows, Buenos vecinos y Corazón gigante. De las dos primeras hay comentario en el blog. Es una cinematografía que está llegando a las salas amparada en su presencia en festivales donde consiguen premios e incluso nominaciones para el Oscar. La mujer de la montaña ganó el premio del público en el festival de Sevilla y el de mejor actriz en Valladolid. Es la segunda película de Benedikt Erlingsson, famoso actor y hombre de teatro en su país, tras el éxito de ‘De caballos y hombres’ (2013). Un homenaje a la naturaleza con tintes de humor absurdo, según la crítica.
A sus 50 años, Halla, la directora de un coro, se dedica a sabotear en secreto una multinacional metalúrgica por sus fatales consecuencias para el ecosistema. Pero su determinación se tambalea cuando el Gobierno ucraniano le da luz verde para adoptar a una niña que había solicitado años atrás.
Una fábula ecológica y, sobre todo, un retrato de un personaje, o quizá sea mejor decir dos, Halla y su hermana Asa, las dos interpretadas por la misma actriz, Halldóra Geirhardsdóttir. Un cuento sobre una mujer que lucha como una super-heroina contra una multinacional del aluminio mediante una serie de sabotajes difíciles de creer por la fortaleza física que exigen para su realización. Pero por encima de esto está el retrato de la doble personalidad del personaje principal, apacible directora de coro y futura madre de una niña ucraniana adoptada (la película es una coproducción con Ucrania y Francia) a la vez que arriesgada "terrorista" a la que ayuda un posible primo lejano aislado en el campo, y que finalmente encontrará apoyo en una hermana gemela que actúa como contrapunto.
Todo esto está contado de una forma un tanto extraña, con la inclusión de unos músicos y cantantes que acompañan con su música y canciones la peripecia de la protagonista como si de un coro de tragedia griega se tratara, poniendo "en directo" la banda sonora. Dice el director que son, en cierta manera, demonios que intentan impregnar a la heroína de coraje, poder y buenas ideas. Al igual que un coro griego, pueden dirigirse al héroe y al público, y enfatizar decisiones importantes con un poderoso baile. Pero también que cada vez que un músico está frente a la cámara tocando, el cineasta pone comillas alrededor de
la escena, recordándonos que estamos en medio de una ficción y que detrás de toda esta pretensión hay un mensaje o una conclusión a la que el público debe llegar. En mi opinión, abusa de este recurso.
Ya he hablado de la actriz protagonista, elemento muy destacado de la película como también el mensaje ecologista que se ve enfatizado por el final de la historia, en un campo inundado de Ucrania. Interesante
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