Alain, un exitoso editor parisino, está lleno de contradicciones; ama a su mujer Selena pero tiene un lío con una compañera de trabajo, no le gusta el último libro de su amigo Léonard pero lo publica porque Serena opina que es su mejor obra, siente pasión por las ediciones antiguas de libros pero no se separa de su lector de eBooks… Por su parte, Selena se siente estancada como actriz en una popular serie de televisión pero es incapaz de dejar el trabajo, al igual que su lío con Léonard. Y todos se encuentran algo perdidos en el mundo digital actual.
Un puñado de personajes en los que, probablemente, algunos nos podemos reconocer, llenos de incertidumbres y contradicciones ante su profesión, sus aficiones y sus amores. Que dialogan constantemente... sobre la literatura, el avance de lo digital, las redes sociales, las parejas, el sexo... el mundo actual, tal como podríamos hablar con nuestros amigos durante una velada. Porque esa fue la impresión que me dio, una cena con amigos llena de ideas y frases poco originales, tópicas en ocasiones, aunque respondan a lo que sentimos ante ese mundo que nos ha tocado vivir. Me dio la sensación de conocerlos.
Se ha relacionado esta película con Eric Rohmer y con Woody Allen, incluso en la publicidad, y sí, tiene algo de los dos, pero me parece que está bastante lejos de ambos en sus resultados. Un continuo predominio de la palabra que más me parece un pobre ensayo literario sobre la digitalización de nuestro mundo, un cambio que, como dice el director, nos confunde y abruma, que una película.
Los actores contribuyen a que la película entretenga, destacando, como siempre, Juliette Binoche.
Interesante para los aficionados a la literatura y al cine de diálogos continuos, me entretuvo, pero puede resultar insufrible para los que buscan acción.
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