El 10 de julio de 1973, John Paul Getty III, nieto mayor del magnate del petroleo de mismo nombre, era secuestrado en la Plaza Farnese de Roma. Tenía 16 años. Sus padres se habían divorciado cuando tenía 8 años y, mientras su padre adoptaba un estilo de vida hippy con su nueva pareja en Marruecos, el llevaba una vida bohemia en Roma donde vivía con su madre. Al parecer, ésta nunca fue bien vista por el abuelo. Cuando los secuestradores pidieron un elevado rescate, el magnate se negó a pagarlo y tan solo cuando meses después se recibió un mensaje con una oreja del secuestrado, amenazando con hacerle pedazos, accedió a colaborar en el rescate.
Este suceso es lo que esta película relata, con gran cantidad de ficción. El director y productor es Ridley Scott a partir del libro de John Pearson sobre la herencia de Getty donde dedica una parte importante al secuestro. La película ha tenido una notable promoción debido a la sustitución de Kevin Spacey en el papel del millonario como consecuencia de las acusaciones recibidas por el actor sobre abusos, lo que llevó a rodar nuevamente todas sus escenas con Christopher Plummer.
Todo el dinero del mundo nos narra el secuestro de John Paul Getty III y los esfuerzos de su madre por conseguir que el abuelo del joven, considerado uno de los hombres más ricos del mundo, pagase el rescate.
La película me ha parecido muy irregular. Si hace unos dias, al hablar de Yo Tonya, comentaba que la parte "inventada" me había parecido superior a la que narraba los hechos reales, en esta ocasión me sucede todo lo contrario. Me parece que están bien presentados los personajes del abuelo y la madre y sus posturas encontradas, apoyados ambos en las buenas interpretaciones de Christopher Plummer y Michelle Williams. Sin embargo toda la parte del secuestro, intento de huida, cambio de secuestradores, pago del rescate y posterior liberación me parecieron dignas de un telefilm de baja calidad. El personaje del secuestrador que empatiza con el secuestrado, totalmente tópico y mil veces visto. Y el personaje de Mark Walhberg, absolutamente prescindible. Parece que está en la película, exclusivamente, para en un momento determinado decirle al magnate lo que todos pensamos de él.
Y lo peor es que, en mi opinión, ni siquiera la trama está bien contada, desde un prólogo narrado por el secuestrado, que después desaparece como narrador, hasta un falso paralelismo temporal entre la liberación del nieto y la muerte del abuelo, que ocurrió tres años después.
Un buen retrato de un capitalista despiadado, del que el desgraciado secuestro de su nieto, hace que salga a la luz su absoluta falta de calidad moral. Y poco más. Ridley Scott sigue dando bandazos.
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