miércoles, 4 de octubre de 2017

Teatro: ENSAYO



Hace un año saludé desde este blog la aparición de un nuevo proyecto teatral, Teatro Kamikaze, un proyecto, ya una realidad, que acaba de ser refrendado con el Premio Nacional de teatro.  El jurado ha concedido este galardón al Teatro Kamikaze “por la puesta en marcha de un proyecto colectivo en el que se desarrollan con excelencia las diversas ramas de la creación escénica: dirección, dramaturgia, producción e interpretación”.

El jurado también ha querido resaltar “la valentí­a de sus propuestas y la adhesión de un público fiel que respalda este proyecto único en el panorama actual de nuestro teatro. Con una gran variedad de actividades: lecturas, ensayos, conferencias, formación y educación, tertulias, y una programación de calidad que mezcla obras propias y externas -nacionales y extranjeras-, el Teatro Kamikaze ofrece un teatro de calidad para todos los públicos“.

A lo largo de este año el Teatro Kamikaze ha presentado numerosas y variadas propuestas. El jurado destaca que por los escenarios del Teatro Kamikaze han pasado La función por hacer, Juicio a una zorra, Misántropo, Antígona o Hamlet -ésta última en coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico-, todos ellas comentadas en el blog, en su presentación anterior en otros escenarios. Pero también ha presentado proyectos nuevos. De algunos de ellos he dejado constancia en el blog.


 Miguel del Arco, Israel Elejalde, responsables de la dirección artística y Aitor Tejada y Jordi Buxó, responsables de la gestión 

Una de las primeras propuestas para esta temporada ha sido la obra de Pascal Rambert, Ensayo. Pascal Rambert, autor y director de Ensayo, está considerado una de las figuras más brillantes del teatro contemporáneo europeo. Su trabajo se distingue por un compromiso con las últimas corrientes de las artes escénicas: autores contemporáneos, actores y actrices, bailarines, cuerpos y voces. Su teatro pretende ser un reflejo agudo y mordaz de la vida, de las complejas relaciones humanas entre hombres, mujeres, amigos, amores y compañeros de trabajo. 

De este autor pudimos ver, hace un par de años, La clausura del amor,  dos monólogos sobre la ruptura de una pareja donde destacaba la interpretación de Bárbara Lennie e Israel Elejalde sobre un texto demasiado literario y una puesta en escena poco convencional. La comenté en su momento. Ahora nos presenta una obra que sigue un esquema similar. Dos actrices, el autor y el director toman la palabra sucesivamente. Cuatro monólogos. En esta ocasión no es solamente el amor y la separación, si no, sobre todo, el lenguaje, la escritura y la creación. Y en el centro el ser humano.

Cuatro amigos –dos parejas– se citan para ensayar una nueva obra. Una obra que también tiene estructura cuadrangular. Trabajan juntos desde hace tiempo, tienen un pasado lleno de vivencias y de deseos que les une, les confiere una identidad.  Pero este pequeño grupo explota ante nosotros. En un momento, Fernanda se da cuenta de una mirada entre Jesús y María. A partir de ahí el autor establece un proceso implacable, activado por la primera que toma la palabra y que hará estallar su unión. 

Al igual que ocurría en La clausura del amor asistimos a distintas exposiciones sobre un tema común, exposiciones que van ampliando nuestra visión de conjunto del conflicto. Y al igual que entonces, el exceso de contenido de los monólogos no nos deja percibirlo en su totalidad.  Es cierto que en esta ocasión existe una mayor interacción entre los personajes, mayor gestualidad (en ocasiones hasta excesiva), pero en cualquier caso me parecen textos más para ser leídos que declamados, con lo que el título de la obra, Ensayo, podría no referirse exclusivamente a lo que constituye su escenario, una sala de ensayo, sino a su contenido, más propio de un ensayo literario que de una representación teatral.

Mención especial para los intérpretes. A Fernanda Orazi le corresponde abrir el fuego. A mi modo de ver con una sobrecarga de gestos y de energía que en ocasiones hacen que se pierda el texto. Más ajustada me pareció María Morales en su turno. Quizá su texto sea más agradecido o se beneficia de la intensidad del primero. Jesús Noguero, el autor de la obra que se supone están ensayando mantiene el tono ajustado, racional. Y por último Israel Elejalde, el director, que nos transmite lo que debería ser la tesis final de la obra , no consiguió transmitírmela totalmente, pese a sus esfuerzos y su buen hacer, por otra parte habitual en este actor.

En resumen, un espectáculo poco convencional pero interesante, en el marco del Teatro Kamikaze.


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