lunes, 28 de octubre de 2013

Los hijos de Kennedy


Van a cumplirse 50 años del asesinato del Presidente Kennedy. Quizá como conmemoración, José María Pou ha montado, junto con cinco notables y populares actores, la obra de Robert Patrick.
Los hijos de Kennedy fue escrita en 1973 y fue el propio Jose María Pou quien la trajo a España en 1977. Se estrenó en el Teatro Bellas Artes, dirigida por Angel García Moreno e interpretada por María Luisa Merlo, Gemma Cuervo, Marisa de Leza, Francisco Valladares, y Pedro Civera. Tuvo muy buenas críticas y constituyó un notable éxito. Aunque recuerdo haberla visto entonces, no sería capaz de decir mi opinión sobre ella. Pero a la vista del reparto y el director, fui a verla ilusionado.
Página de ABC, febrero 1977

La obra nos presenta cinco personajes, un tanto estereotipados, con una característica común, el desencanto, la perdida del líder, del héroe, que para una será el propio Kennedy, asombrada de que en la escuela, tan solo diez años después, los niños no sepan quien era. Para otros será  Marylin, los movimientos de protesta,  el teatro underground o el compañero muerto en la guerra de Vietnam. Pero todos sienten la misma desesperación.

Viendo ahora la versión que adapta y dirige Pou, resulta difícil de entender ese éxito. En primer lugar porque la obra se compone de cinco monólogos alternados, sin que exista, prácticamente en ningún momento, una interactuación entre los personajes. No existen diálogos. En mi opinión, no es teatro. No existe conflicto dramático, sino una exposición de conflictos personales. Además en la versión que nos ofrece Pou, ha desaparecido el camarero del bar donde se desarrolla la acción, que, quizá conseguía dotar de cierta unidad al conjunto. Por otra parte la obra nos ofrece una visión de los Estados unidos tras finalizar la década de los sesenta. No cabe duda de que el efecto de esa década, no solo en los USA sino en todo el mundo, se ha dejado sentir durante muchos años, pero la visión del autor ha quedado superada. Han pasado muchos años, muchas cosas, el mundo ha cambiado, nosotros hemos cambiado y sus textos parecen piezas de museo, mas propios de un documental que de una representación teatral tantos años después.

La interpretación es buena, pero carga con los defectos de construcción de los personajes. Destaca, sobre todos, Fernando Cayo en el papelmás agradecido, un actor homosexual, que se mueve por el mundo del teatro underground off-off Broadway, probable trasunto del autor. También se luce Maribel Verdú en un remedo de aspirante a ser la nueva Marylin. Los personajes de Ariadna Gil y Emma Suarez se prestan menos al lucimiento . Por último Alex García, el menos popular de todos, aunque ha trabajado en teatro, dirigido por Narros, Carlos Aladro, Natalia Menéndez o el propio Jose María Pou, tiene el papel mas complicado, menos lucido, como excombatiente del Vietnam, sometido a tratamiento por haber matado a un compañero.

Resumiendo. No puedo negar que me he sentido decepcionado. Para hacer un repaso de la historia de los USA en los sesenta, prefiero Forrest Gump

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