domingo, 10 de noviembre de 2019

Teatro: ¿QUIÉN ES EL SEÑOR SCHMITT?

Despues de una gira por bastantes ciudades española, llega al Teatro Español de Madrid esta obra original del actor y autor francés Sebastien Thiéry, con dirección de Sergio Peris-Mencheta y producida por Barco Pirata, la misma productora que nos ofreció Lehman Trilogy.

Se trata de una obra que conecta con el llamado "teatro del absurdo", del que son representantes Ionescu, Beckett, Harold Pinter y el español Fernando Arrabal entre otros. Sobre lo que es este teatro ya hablé en mis comentarios sobre La cantante calva y El rinoceronte, ambas de Ionescu, así que no me voy a repetir. Sí decir que el título de la obra parece remitir a la pareja principal de La cantante calva. 

Dice el autor, que cuando la escribió era como su personaje, no sabía nada de lo que iba a pasar en la siguiente escena. No sabía quien es verdaderamente el Sr. Schmitt, quien querría ser o quien piensa en el fondo que es y que no lo supo hasta el final. Como el espectador. Lo que le interesa es plantear preguntas y dejar al público que busque las respuestas y darle sentido a la obra. Bueno...




El señor y la señora Carnero cenan tranquilamente en su casa, cuando de pronto suena el teléfono. Pero los Carnero no tienen teléfono. El misterioso interlocutor insiste en hablar con un tal señor Schmitt… Y lo que es más extraño aún, los Carnero descubren que están encerrados en el interior de una casa que no parece la suya: los cuadros han cambiado, los libros no son sus libros, la ropa de sus armarios no les pertenece… Un policía y un psiquiatra intentan determinar su identidad. 

El autor explora la frontera entre lo real y lo fantástico encerrando a sus personajes en una situación que parece un rompecabezas. Todo es ambivalencia, sospechas, incertidumbres, contradicciones en lo que parece ser una vulgar pareja burguesa. ¿Pesadilla, trastorno de personalidad, agotamiento, descontento con la realidad? Imposible encontrar una razón. El autor hace tal mezcla, trastorna al personaje de tal forma que es necesario olvidar la lógica. Lo que pasa es que hay que olvidarla tanto, que la obra carece de sentido, no por absurda sino por, en mi opinión, mal hilvanada, de forma que tras un principio muy interesante se va desinflando según va avanzando la representación hasta llegar a una parte final muy dura en la que, quizá, pasa algo inadvertida la intervención del hijo por el choque final. Esto se debe, principalmente, al cambio de dirección de la obra que pasa de comedia a intriga psicológica sin un giro que lo justifique. 

Puede que, en parte, sea culpa de la puesta en escena, desde la elección de actores, dos protagonistas populares, que llevan al público a reirse desde practicamente la primera frase hasta que no se entiende (ya sé, es teatro del absurdo) el cambio de postura de la mujer (la analogía de los salmones parece un tanto forzada) y la aparición del hijo.  Al final todo parece reducirse a una pregunta, ¿somos aquello que realmente somos o lo que aparentamos ser?

Los dos protagonistas, Javier Gutierrez y Cristina Castaño, interpretan con total eficacia sus personajes, pero están encaminados demasiado a reforzar los diálogos, muy ingeniosos en bastantes momentos, en busca de la risa fácil. El resto del reparto cumple adecuadamente, aunque siempre con inclinación hacia la caricatura.

Mención a la escenografía de Curt Allen Willmer con algunos cambios muy afortunados y bien resueltos. y una puesta en escena de Peris-Mencheta que, como ya he dicho, se inclina demasiado hacia la eficacia cómica en detrimento del conflicto interno de los personajes.

Si lo reducimos a una comedia agradable, un tanto loca, destinada a pasar el rato con un puñado de actores eficaces con un cierto trasfondo más psicológico, la obra cumple con creces las expectativas.








No hay comentarios:

Publicar un comentario