Durante la guerra civil española, muchas personas que habían apoyado al bando republicano se "echaron al monte", o se escondieron en casas, establos u otras dependencias para eludir la represión. La mayoría de estos últimos fueron descubiertos o finalmente se entregaron, pero hubo otros que permanecieron ocultos una vez terminada la guerra. Estos fueron los que los periodistas Manuel Leguineche y Jesús Torbado denominaron "topos" en su libro, publicado en 1977, en el que se narra la historia de algunas de estas personas. Muchos de ellos abandonaron su escondite en 1969, cuando la dictadura franquista promulgó un decreto por el que prescribían todos los presuntos delitos cometidos antes del fin de la Guerra Civil. Algo que ha sido tratado por el cine español en El hombre oculto (Alfonso Ungría, 1973), Mambrú se fue a la guerra (Fernando Fernán Gómez, 1986) y Los girasoles ciegos (José Luis Cuerda, 2008)
La trinchera infinita nos narra la historia de Higinio, personaje de ficción, un hombre que por miedo a represalias se encierra en su casa, sin sospechar que no volverá a salir hasta 1969, 33 años más tarde.
El equipo compuesto por Jose Mari Goenaga, Jon Garaño y Aitor Arregui, se dio a conocer en 2014 con Loreak, una interesante película hablada en euskera que firmaban como directores los dos primeros sobre guión del tercero. Tres años más tarde, una nueva película suya, también en euskera, firmada esta vez como directores por Garaño y Arregui, Handia, se hacia nada menos que con diez Goya sobre trece nominaciones. Los tres firman ahora como directores de La trinchera infinita, con guion de Goneaga y Luiso Bermejo. Y esta vez hablada en castellano con fuerte, y a veces difícil de entender, acento andaluz.
No es nada frecuente encontrar películas dirigidas conjuntamente por tres directores. Se ha dado el caso en películas de episodios aislados entre sí pero no recuerdo ninguna en que se haya dado esta circunstancia. Sí las ha habido con dos, como los Hermanos Taviani y los Cohen, aunque en este caso suele firmarla uno solo de ellos. Pero por las declaraciones que he leído de actores y equipo, en ningún caso se ha dejado sentir la tricefalia como obstáculo en el rodaje.
Higinio y Rosa llevan pocos meses casados cuando estalla la Guerra Civil El es un concejal de izquierdas denunciado por un vecino. Tras escaparse de ser fusilado termina refugiándose en un pequeño agujero en la casa que comparte con su mujer Rosa. El miedo a las posibles represalias así como el amor que sienten el uno por el otro les condena a un encierro que se prolongará durante más de 30 años.
A través de sus dos personajes principales la película nos cuenta la historia de la España posterior a la guerra civil a través de la experiencia de un hombre encerrado en su casa, sin poder salir por miedo y de su mujer, sospechosa de ocultar su paradero, aunque libre para moverse por el pueblo. Higinio y Rosa viven pendientes de cada ruido, de cada paso de que el vecino delator no se acerque y de que Rosa no se vea asediada por pretendientes que la ven como presa fácil. Una vida sin cortinas ni puertas cerradas, expuesta a los demás. Los cambios en el pueblo vistos a través de un visillo…
La historia avanza a través de diferentes episodios precedidos por un titulo y su definición según la RAE. Esto y usar las canciones del momento para situar la historia en el tiempo son dos decisiones que no gustan a todos. Los primeros minutos que siguen la huida de Higinio tras estar a punto de ser fusilado están rodadas cámara en mano. La unión de imágenes y sonido transmite muy eficazmente el miedo, la carrera...
Dicen los directores que su interés era no solo hacer una historia de topos sino
también hacer una alegoría sobre el miedo y cómo condiciona a las personas. Ese aspecto metafórico y psicológico les atraía más que hacer un testimonio de
la guerra civil. Contar la experiencia del encierro sin abandonar al encerrado y su punto de vista. Contar el encierro desde ese encierro: qué se va a filtrar del exterior en esa casa y cómo va a afectar eso a estos personajes durante años. A través de un encierro físico se habla del encierro psicológico: sobre el miedo a ser descubierto, el miedo a dar el paso, el miedo a mostrarse tal y como uno es. Ese miedo a ser descubierto y perder la vida se traslada al espectador.
Es importante como se resquebraja la relación de la pareja cuando empieza a aparecer la desconfianza a la vez que parece que el peligro va disminuyendo. Pasa de ser un peligro real a una amenaza inconcreta. Y esto nos lo transmite la pareja protagonista. Belén Cuesta, en un personaje dramático, creo que por primera vez en su carrera, está francamente bien. Antonio de la Torre vuelve a demostrar su categoría, otra vez en un personaje un tanto atormentado. Y También la fotografía en un espacio tan reducido transmite la angustia del encierro.
En resumen, una buena película, a la que quizá le sobran un par de episodios, pero que parece que puede ser la gran rival de Dolor y Gloria para los Goya.
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