jueves, 21 de noviembre de 2019

Literatura: Comentario sobre El mar, de Blai Bonet


Una religiosidad conflictiva, la tuberculosis y la homosexualidad marcaron la trayectoria humana y literaria de Blai Bonet. Nacido en Santanyi (Mallorca)  en 1926, ingresó a los 10 años en el seminario de Palma donde aprendió griego y latín y se entusiasmó por Hesíodo, Píndaro y Homero en su proceso de formación literaria. Allí pasó 12 años, pero tuvo que abandonarlo por padecer tuberculosis, alternando posteriormente estancias en su lugar natal y el sanatorio de Caubet.

Se dio a conocer como poeta en 1950 con Cuatro poemas de Semana Santa, estampas de la naturaleza interpretada a partir de los ritos cristianos que el poeta utiliza para expresar el dolor de no poder unirse a Dios.  En sus obras posteriores se muestra influido por autores como Ausias Marc, San Juan de la Cruz, Joan Maragall y la generación del 27.

La búsqueda de un lenguaje propio, evolucionando hacia formas cada vez más libres, se concreta en el poemario L'Evangeli segons un de tants, que tardó cinco años en publicarse por problemas de censura. Este poemario y la novela El mar con la que se estrenó como novelista en 1958, son sus obras más destacadas.

Xavier Pla, filólogo estudioso de su obra, destaca su profunda y apasionada admiración por Pier Paolo Pasolini, sólo comparable con la pasión que sentía por la figura de Albert Camus. En su homosexualidad, en su cristianismo y su defensa de lo sagrado, en su reivindicación de la lengua y de la tierra, en su pasión filológica, en su preocupación por la noción de culpa, Bonet siempre se relacionó con Pasolini como con un hermano. No se llegaron a conocer nunca.

Hasta su muerte, a los 71 años vivíó una especie de exilio interior, solitario y ajeno a las turbulencias literarias de Palma de Mallorca o Barcelona. Está considerado una de las voces más innovadoras, desde los años cincuenta y sesenta, en el despertar de la nueva literatura catalana, con un toque estético rupturista y también una intención profundamente existencial. Fue un creador de tránsito entre los grandes maestros clásicos catalanes del siglo, a los que trató (como Salvador Espriú, y Josep Maria de Sagarra), y las nuevas generaciones que siguieron a la suya, sobre las que influyó de manera especial. Autor más celebrado por los propios escritores que entre el público masivo, nunca dejó de ser un creador de minorías.

La novela objeto de este comentario, El mar, nos sitúa en el interior de un sanatorio en el que viven una serie de jóvenes enfermos de tuberculosis sumidos en la enfermedad y la soledad, separados de sus familiares, conscientes de la gravedad de su situación poco tiempo después de finalizar la guerra civil española. Su estilo es, en general, más alusivo que explicito. Son pocas las referencias a la guerra: uniformes italianos en Palma, los fusilamientos en la tapia del cementerio… No pretende ser una crónica de la Mallorca de la posguerra sino una reflexión sobre la condición humana a partir de las vivencias de un grupo de adolescentes que sufren el miedo a la muerte y al mismo tiempo el vigor de sus cuerpos evolucionando hacia la edad adulta.  En la novela destaca por encima de todo la voluntad del autor para conseguir llegar a una depuración lingüística y estilística destinadas a obtener una máxima expresividad con el mínimo de palabras. Una obra lírica que avanza con cierta brusquedad, discontinuidad narrativa y con predilección por la repetición, con mucha adjetivación, incluyendo algunas imágenes poéticas, símbolos metafóricos que favorecen el carácter lírico del libro. La religión, las figuras de Dios y Satanás, tienen un papel muy destacado sobre todo en el personaje de Manuel Tur, un personaje que hace suyas las llagas de Cristo y se siente cómodo en los sentimientos de culpa y sufrimiento. Como dice Manel Haro, periodista y filólogo catalán, “Manuel Tur tenía la expresión de los que padecen la tentación de Dios, porque el testimonio de estos hombres está hecho de su amor, del amor de Dios en su interior, del amor del mal, del amor irónico de Satanás”.
  
Aunque el autor negó que se tratara de un texto autobiográfico se puede apreciar que está muy influido por su propia experiencia. La enfermedad y la religión son dos ejes de esta novela que también se puede considerar inspirada por la novela de Camilo José Cela Pabellón de reposo, publicada en 1943. El escenario y la estructura de las dos es similar. El propio Bonet escribió a Cela explicándole como le había impactado ese libro y mostrando interés por escribir una novela con el mismo tema que también había interesado a Thomas Mann a la hora de escribir La montaña mágica.

Algunas escenas de la novela, especialmente aquellas que hacen referencia a las muertes violentas, son unos de los pocos ejemplos de "tremendismo" de la novela catalana. Y todo ello tiene coherencia con lo que son los principales temas del libro de Bonet: el sexo, la sangre y el dolor, la enfermedad física y moral, los espejos reales y simbólicos, o la guerra con referencia a las salvajadas que se cometen ante los ojos de sus personajes. Sin embargo, su estilo literario le lleva a no explicar directamente ni de manera escabrosa el drama de sus personajes, sino que opta, en muchos momentos, por dejarlo entender, de manera más sutil, con un lenguaje sensible y lírico. Nos acerca de forma seca y desgarrada a varias de sus grandes preocupaciones. Sus personajes nos hablan de culpa, de deseo, de anhelo vital, y todo ello en una atmósfera luminosa y malsana a la vez. Agustí Villaronga cuando la adaptó al cine, lo expresaba así: «"El mar de Blai es sórdido y luminoso, bello, inquietante, poético.»
La novela, tal como la conocemos, está dividida en 32 capítulos, titulados con el nombre de su narrador. Las voces más importantes son las de dos enfermos, amigos en la infancia, Manuel Tur y Andreu Ramallo, que se alternan con los de Sor Francisca Luna, monja y celadora que de niña compartió experiencias con ellos y de Gabriel Caldentey, sacerdote encargado de la salvación de las almas en el sanatorio. He dicho lo de que tal como la conocemos porque tras el hallazgo de nueve capítulos no incluidos en las ediciones disponibles hasta 2017 se hizo una nueva edición donde se incluyen como epílogo. Estos capítulos inéditos proceden del texto escrito a máquina enviado a la censura. Una versión más larga, con más personajes que la finalmente publicada.
  
Dos películas dirigidas por Agustí Villaronga en los últimos años, Pa negre sobre la novela de Emili Teixidor editada ya en este siglo e Incierta gloria sobre la novela de Joan Salas (editor de El mar) me han hecho interesar por la novela catalana ambientada en la posguerra. No conocía, sin embargo, la adaptación que este mismo director hizo en el 2000 de El mar. Y me ha gustado conocer tanto el original como su versión cinematográfica.

 Las características de la novela, analizadas en los párrafos anteriores, me han resultado atractivas. La historia de la venganza de Andreu Ramallo y la crisis religiosa de Manuel Tur me han interesado, no solo por lo narrado sino también por la forma de hacerlo. Creo que el autor nos transmite adecuadamente a través de sus personajes principales y de los secundarios el ambiente de opresión y angustia de una época que no solo abarca la guerra civil.  Después de la guerra, no viene la paz. Viene otro tipo de guerra, la posguerra que, según Blai Bonet, era una guerra que penetraba en la tierra, que creaba cuevas oscuras y excitaba la lujuria. Como el mar.
Y me parece muy adecuada, la estructura narrativa, con capítulos contados en su mayoría por los dos personajes principales, a los que se puede considera un desdoblamiento del autor hasta el punto de que en algunos momentos parecen ser uno solo. Ese narrar a diferentes voces y con numerosas analepsis nos da una visión bastante completa de los personajes y del ambiente en que se desarrolla la historia. Quiero destacar, por otra parte, las descripciones un tanto líricas de paisajes y espacios y la utilización de frases cortas que facilitan la lectura.

Como aspectos negativos, se puede señalar que el lenguaje utilizado por los personajes podría considerarse excesivamente culto para las circunstancias y lo desgarrado y cruel de algunas situaciones, aunque en este sentido hay que decir que el lenguaje que utiliza para las descripciones es bastante elusivo.

En resumen, el descubrimiento de un autor y una obra desconocidos para mi que han respondido a mis expectativas de estos cursos.     


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