miércoles, 20 de noviembre de 2019

Cine: MADRE


En 2017 un corto dirigido por Rodrigo Sorogoyen, Madre, destacó en el panorama internacional, consiguiendo numerosos premios y siendo nominado al Oscar, premio que le arrebató Skin, bastante inferior, en mi opinión. En el una madre recibe la llamada de su hijo pequeño, que está de vacaciones con su exmarido en el País Vasco francés. El chiquillo le dice a su madre que no encuentra a su padre y que lleva solo un buen rato en una playa, con un móvil sin apenas batería. 

Dice Sorogoyen que enseguida se plantearon la posibilidad de hacer un largometraje partiendo de esa situación. Y así nos llega Madre. La película, sin embargo, no narra lo que sucede justo después del corto, lo que todo el mundo nos imaginamos cuando conocimos el proyecto, sino algo que le ocurre a Elena bastantes años después.

Madre se presentó en el Festival de Venecia de este año, en la sección Orizzonti en la que Marta Nieto, su protagonista, fue premiada como mejor actriz. Posteriormente ha inaugurado el festival de Sevilla donde también ha sido premiada la actriz.





Elena recibe una llamada de Iván, su hijo de seis años, quien le dice que está perdido en una playa en Francia y que no encuentra a su padre. Esas palabras desesperadas de su hijo fueron lo último que supo de él. Diez años más tarde, Elena vive en esa misma playa, y ha rehecho su vida. Pero todo da un vuelco cuando conoce a Jean, un adolescente francés que le recuerda a su hijo o, quizá mejor, a como habría sido su hijo. Entre ellos surge una fuerte conexión. 

Sorogoyen junto a su habitual colaboradora Isabel Peña han construido un guion tan discutible como atractivo, interesante y sugerente. La película comienza con la escena íntegra del corto del que procede. No sé cual será la impresión que produce esta historia en los que no lo conocen. Para mí, que debo haberlo visto cerca de la decena de veces, el salto que se produce desde esa escena a su continuación me resultó chocante. Aunque ya conocía que se producía un salto temporal, esperaba una cierta continuidad, una aclaración de lo ocurrido, una solución a lo planteado. Pero no es así. En una decisión un tanto arriesgada, la película toma a Elena diez años después, instalada en una localidad de la zona donde desapareció el niño. Trabaja como encargada en un restaurante para turistas y mantiene una relación con Joseba, un vasco-francés, que viaja mucho debido al trabajo. Desaparece pues la intriga de la primera parte. Y tampoco desarrolla la posible intriga acerca de Jean, el adolescente que aparece en su vida.   

La película se va a centrar en ese encuentro, esa atracción entre una mujer cercana a los cuarenta y un muchacho menor de edad, una atracción en la que un cierto instinto maternal y un afán de protección conviven con otro sentimiento. Una relación que puede suponer, finalmente, que Elena consiga 
superar la devastación moral que supuso la pérdida del hijo. Todo narrado de una forma ambigua, donde nada queda nunca del todo claro. Habla Sorogoyen de un triángulo amoroso, Elena, Joseba y Jean, quizá algo extraño, pero amoroso al fin y al cabo. Algo misterioso que no responde a reglas ni a la razón creando una incertidumbre emocional que es el núcleo de la historia. "Ésa es la pregunta y el reto para nuestra pareja protagonista: ¿aceptarán que están sumidos en una historia de amor? Un amor especial. El amor de una madre a un hijo a través del tiempo. Una madre que no se pudo despedir de su hijo y que ahora está preparada para hacerlo. Preparada porque ha pasado el tiempo necesario, porque Joseba le ha sido de gran ayuda y porque ha aparecido en su vida Jean, un chico que podría ser su hijo"Una pregunta que la película deja al espectador y que no se resuelve es: ¿todo ocurre porque Jean se parece a Iván o porque Elena está preparada para asumir esa catarsis? 

Dos aspectos destacan especialmente en esta película: el tratamiento formal y visual y la interpretación de Marta Nieto. Sorogoyen nos ofrece una narración en planos largos, con panorámicas que en ocasiones buscan a los personajes y en otras los siguen. Movimientos pausados, utilización de grandes angulares, ritmo lento que contrasta con el de sus dos películas anteriores y el prólogo. Cabría decir que esta película emparenta con su primer largo en solitario, Stockholm, por su intimismo y desarrollo de la relación entre personajes. En cuanto a Marta Nieto, una actriz a la que no conocía hasta que vi el corto, está claro que asume perfectamente el personaje de Elena, tanto en el prólogo como en el resto de la película. Una clara aspirante al Goya de este año. Junto a ella, tanto Alex Brendemühl (Joseba) como Jules Porier (Jean) están convincentes en sus interpretaciones.

A pesar de su ambigüedad y su falta de respuestas, me gustó la película. Es de esas que pueden provocar discusión y, al menos a mi, ganas de volver a verla. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario