Poco cabe añadir al comentario de Angel sobre esta película, salvo lamentar su inexistente carrera comercial. Parece mentira que producida en el mismo año que El verdugo (Berlanga), no fuera estrenada hasta dos años después y poco menos que de forma clandestina. Tampoco tiene sentido que ahora nos llegue como consecuencia de una iniciativa comercial privada, cuando la conservación de este tipo de obras cinematográficas debería ser llevada a cabo por la Administración y concretamente por la Filmoteca Nacional. Se trata de una obra de museo y como tal debería ser tratada por el Museo del cine español-
Creo recordar que esta película ha sido emitida por televisión en más de una ocasión, pero bienvenida sea la oportunidad de verla en su formato original, en pantalla grande y una copia bien cuidada.
Por otra parte hay que decir que la película es un melodrama excesivo que, por otra parte, responde a la realidad española de entonces, la que podemos llamar de la posguerra, aunque hayan pasado casi 25 años desde el final de la guerra, en el que se cuelan asuntos como el maltrato, la prostitución, el adulterio, el aborto, el suicidio, el desastre de la familia, el poder del dinero para hacer perder la cabeza, la condición femenina o la bajeza moral de una época atroz, retrato de una sociedad donde “sólo se puede medrar a través de la bajeza; quien se comporta bien tiene prevista su compensación en el más allá”, en palabras del autor. Y un reflejo del Madrid de entonces, su barrio de Maravillas, las zonas de Chueca y Malasaña en lo que en momentos parece un documental sobre la ciudad.
Y un capítulo destacado, el reencuentro con los intérpretes. Fernando Fernán Gómez en uno de los personajes más crueles de su carrera,
Lina Canalejas, la inolvidable Prima Angélica de Saura,
Gemma Cuervo, muy guapa, en el papel en el que se truncó, según sus propias palabras, su carrera cinematográfica, al no ser visto por nadie. Milagros Leal, Celestina teatral pocos años después, en 1967, el mismo año en que Francisco Pierrá estrenaba El tragaluz de Buero Vallejo. Y todos esos secundarios del cine español, populares por el cine y la televisión, Agustín González, Joaquín Pamplona, José María Cafarell, Fernando Guillén, María Luisa Ponte, Ana María Noé, José Calvo, creo que todos ellos ya desaparecidos y unas jovencísimas Pilar Bardem y Marisa Paredes.
Por cierto, cómo recuerdan, físicamente, Amparo Soler Leal y Cayetana Guillén a sus madres, Milagros Leal y Gemma Cuervo.
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