Pablo Trapero es un director argentino que acaba de ser elegido junto con Felix Viscarret para llevar a cabo la realización de la adaptación para TV de la novela Patria, de Fernando Aramburu, para HBO España. Es conocido por, entre otras películas, Elefante blanco (2012) y El clan (2015), ganadora esta ultima del Goya a mejor película hispanoamericana y comentada en su momento en este blog. Ahora se ha estrenado La quietud, un drama familiar conectado con los efectos de la dictadura argentina, algo que ya ocurría en su película anterior.
Cuando está declarando como testigo, Augusto Montemayor sufre un ataque que le deja en coma. Mientras una de sus hijas vive en Francia con su pareja, la otra lo hace en la residencia paterna. Cuando la mayor vuelve ante el delicado estado de su padre se produce el reencuentro. Junto a la madre, las tres se verán obligadas a reconstruir el pasado y a enfrentar los desafíos que aparecen en el presente.
La quietud es el nombre de una gran hacienda propiedad de la familia Montemayor. Una familia rota, afectada por un pasado que se nos irá descubriendo a lo largo de su desarrollo. Las relaciones entre una madre (Graciela Borges) dominante y autoritaria y las dos hijas, Mia (Martina Gusmán) y Eugenia (Bérénice Bejo), con el añadido de la pareja de Eugenia y el hijo del abogado de la familia, dan lugar a un melodrama que en algunos momentos roza el folletín estando a punto de caer en lo ridículo. Amores incestuosos, embarazo, adulterio, accidente de automóvil... son, entre otros, una serie de elementos que por acumulación pierden credibilidad.
Formalmente brillante, pero con algunos interludios musicales a los que no encontré sentido (especialmente, People por Aretha Franklin), la película mantiene el interés, especialmente por los personajes femeninos y sus intérpretes. La veterana Graciela Borges, la gran dama del cine argentino de los 60 y 70, la pareja del director, Martina Gusmán y la argentino-francesa Bérénice Bejo, a la que recordamos por The Artist, ayudan a que nos creamos lo que se nos cuenta en mucho mayor medida que unos personajes masculinos sin apenas desarrollo. Destacar que a Edgar Ramírez le hemos visto en La chica del tren y como Versace en la notable serie de TV El asesinato de Versace y a Joaquin Furriel en algunas películas españolas como la reciente El árbol de la sangre y Cien años de perdón.
En conjunto me pareció una película atractiva e interesante, "ma non troppo".
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