Este blog está dirigido a los alumnos del Taller de literatura del Patronato de Cultura de Pozuelo de Alarcón
viernes, 16 de noviembre de 2018
Teatro: EL PRECIO
En mi opinión Arthur Miller ocupa un lugar de honor en el teatro del siglo XX. Tiene un gran dominio de la estructura teatral, trata temas de interés y sus obras se desarrollan de una manera tan natural que, a veces, parece innecesaria la dirección.
Estrenada en 1968, El precio es la última de las obras de Arthur Miller con buena respuesta de crítica y público. Posteriormente a este estreno, siguió escribiendo y estrenando pero la acogida ya no fue la misma.
En España se estrenó en 1970 con Carmen Bernardos, Jesús Puente, Fernando Delgado y Narciso Ibáñez Menta quien también dirigió el montaje. Yo recuerdo haberla visto en un nuevo montaje en 2003, con Ana Marzoa, Helio Pedregal, Juan Echanove y Juan Jose Otegui con dirección de Jorge Eines. Ahora nos llega con la dirección de Silvia Munt y Elisabet Gelabert, Tristán Ulloa, Gonzalo de Castro y Eduardo Blanco como intérpretes.
Dos hermanos se reencuentran en el desván de la casa familiar, que va a ser demolida, después de 16 años sin hablarse.Víctor, un policía a punto de retirarse y su esposa Esther, han convocado al hermano mayor, Walter, cirujano de éxito, a un encuentro con el tasador Solomon, para valorar y vender los viejos muebles familiares. Pero estos viejos trastos no son lo único que hay en la casa: también hay un montón de recuerdos, fantasmas que llevarán a los protagonistas a pensar en cómo podrían haber sido las cosas si, en cierto momento, hubieran tomado otras decisiones.
A través de las conversaciones de los personajes, Miller nos presenta a unos seres humanos llenos de soledad y frustración. Los dos hermanos representan dos actitudes diferentes ante la vida. Victor es el hijo generoso, abnegado, que fue capaz de renunciar al posible éxito social por permanecer junto a su padre tras la catástrofe financiera que le recluyó en esa casa. Walter, en cambio, es el triunfador a costa de alejarse de su familia y renunciar a la reconciliación con su hermano. Pero detrás de esa realidad late el tremendo egoísmo del padre que se nos pondrá de manifiesto a lo largo de la obra, que puede hacer que se desmorone la justificación al fracaso del primero. Tal como dijo Miller en una entrevista, “El tema central es la condena a perpetuar nuestros engaños, porque la verdad es demasiado costosa de afrontar”.
Una obra psicológicamente profunda en la que los otros dos personajes, Esther y Solomon se muestran como un punto de apoyo necesario para su desarrollo.
Cuatro buenos intérpretes constituyen un elemento fundamental para el buen éxito de la representación. Tengo que decir que en algunos momentos, me resultó difícil seguir los diálogos, especialmente a Gonzalo de Castro. Quizá sea mi oído, aunque pocos dias antes no tuve ese problema en Luces de Bohemia. En cualquier caso, me gustó la puesta en escena y la interpretación con la salvedad expuesta.
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