Coproducción hispanoargentina dirigida por Gaston Duprat, premiada por el público en el festival de Valladolid. Gaston Duprat codirigió con Mariano Cohn, El ciudadano ilustre (2016), comentada en este blog en el momento de su estreno por Ángel.
Arturo (Guillermo Francella)es propietario de una galería de arte en Buenos Aires. Renzo (Luis Brandoni) es un pintor un tanto salvaje y en franca decadencia que odia el contacto social. A ambos les une una vieja amistad, pero no coinciden en casi nada, lo que genera tensiones entre ellos. Pero a pesar de estas diferencias son grandes amigos. El galerista intenta revalorizar la obra de Renzo por todos los medios, incluso contra su opinión, hasta llegar a una solución extrema.
La película cuenta la historia de una amistad que da lugar a un arriesgado fraude en el mundo del arte. Una sátira sobre las contradicciones de la creación artística tratada en tono de comedia amable, apoyada en la actuación de dos populares y veteranos actores argentinos a los que no hemos podido ver mucho aquí, aunque a Francella le recuerdo en El secreto de sus ojos y El clan.
La verdad es que la historia no es muy original pero está tratada con cierto ingenio. La lástima es que no da para un largometraje. Por eso, para llegar a una duración standard y tambien, supongo, por la necesidad de dar cabida a Raúl Arévalo por tratarse de una coproducción, se ha incluido un personaje, Alex, un admirador español que quiere ser su alumno, que me pareció penoso, defendido como puede por el actor español. Tampoco el personaje de una alumna mucho más joven (Andrea Frigerio, a la que vimos en El ciudadano ilustre) aporta nada.
Una comedia bastante floja bien interpretada, con algunos momentos ingeniosos, que sirve, a duras penas, para pasar el rato
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