Este blog está dirigido a los alumnos del Taller de literatura del Patronato de Cultura de Pozuelo de Alarcón
jueves, 5 de marzo de 2015
Teatro: INVERNADERO de Harold Pinter
Se presenta en La Abadía Invernadero, obra de Harold Pinter escrita a finales de los 50 pero no dada a conocer hasta 1980 en Londres en montaje dirigido por él mismo. Pinter llegó incluso a interpretar, dos años después, el papel principal.
Galardonado con el Premio Nobel de literatura en 2005, Pinter fue autor, actor y director teatral, guionista cinematográfico y poeta.
Invernadero pertenece a su periodo conocido como "comedias de amenaza". Se conocen de esta forma comedias que dan comienzo con una situación aparentemente inocente que se convierte en amenazadora o inquietante a la vez que absurda en tanto que sus personajes se comportan de forma poco explicable para el espectador, con una influencia clara de su amigo Samuel Beckket, aunque Invernadero también se identifica con sus obras de contenido político, de un periodo posterior.
La faceta de Pinter que más me ha interesado es la de guionista cinematográfico. Películas como El sirviente, (1963), Accidente, (1967) y El mensajero (1971), todas ellas dirigidas por su amigo Joseph Losey, me parecen extraordinarias, si bien se trata de adaptaciones de novelas ajenas, como también La mujer del teniente francés (Karel Reisz, 1981), Siempre estoy sola (JAck Clayton, 1964) o El último magnate (Elia Kazan, 1976).
Como autor teatral, he visto pocas obras suyas y, aunque me parece interesante, lo cierto es que tan solo Viejos tiempos me ha convencido.
Invernadero es una sátira que se sitúa en un establecimiento cuya naturaleza exacta no se nos desvela. Puede ser una casa de reposo, un sanatorio, un balneario o una prisión. Pero más parece uno de esos centros de reeducación política y lavados de cerebro de los que hemos oído hablar y que se sitúan en regímenes autoritarios. Los internos son despojados de su nombre y se convierten en números.
Allí el director, un burócrata incompetente y corrupto, es informado el dia de Navidad de la muerte de uno de los internos y de que una interna ha dado a luz un bebé. Esa situación desencadenará una serie de situaciones que nos descubrirán el funcionamiento interno del centro y la capacidad de sus funcionarios para trepar y falsear la realidad. Evidentemente se trata de una denuncia de los mecanismos del poder y de como puede utilizar y destruir a la gente, a la que puede convertir en victimas propiciatorias.
El problema, para mi, es que la farsa no me llega. El mensaje está muy claro pero el desarrollo del conflicto me resulta irrelevante. La acción no me parece bien construida. No me siento interesado.
Puede que el problema sea mio aunque, en general, el público que llenaba el teatro creo que reaccionó bastante fríamente a la representación. El caso es que ni la interpretación, ni la puesta en escena contribuyeron a engancharme a un texto que tampoco me pareció nada especial.
El responsable del montaje es Mario Gas y los intérpretes principales son Gonzalo de Castro, al que recuerdo buenas interpretaciones en El inspector y Glengarry Glen Rose, pero que aquí no me gustó y Tristán Ulloa, que en esta ocasión me parece más entonado que en otras obras que le he visto. Isabelle Stoffel, Jorge Usón, Carlos Martos, Javivi Gil y Ricardo Moya completan el reparto.
Como me pasa siempre en este tipo de obras, de autores de prestigio, pienso que quizá soy yo que no llego a apreciar sus valores, pero lo cierto es que el resultado me pareció decepcionante.
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