viernes, 20 de marzo de 2015

Cine: PURO VICIO







Paul Thomas Anderson está considerado uno de los más destacados directores y guionista norteamericanos de la actualidad, aunque tan solo ha realizado siete largometrajes. Su primer éxito fue Boogie nights (1997), una aproximación a la industria del cine porno en los años 70 mediante la figura de un joven ingenuo que desea triunfar con una serie de historias entrecruzadas. También una serie de historias se cruzaban en su siguiente película , Magnolia (1999), brillante, demoledora, extraña y larguísima (más de tres horas). Tras Embriagado de amor, que no he visto, poco apreciada, pero que le supuso el premio a la mejor dirección en Cannes,   dirigió en 2007, Pozos de ambición, situada en los años 20, que le supuso ocho nominaciones a los Oscar y el de mejor intérprete para su protagonista, Daniel Day Lewis. En 2012 presentó The Master, un drama sobre sectas en los años 50, también con varias nominaciones. Aunque en general sus películas son interesantes, tan solo guardo muy buen recuerdo de Magnolia. El resto me pareció con una gran inclinación por el exceso, y no solo por la duración.

Parece que a través de su cine hemos podido asistir a una disección de la vida americana a lo largo del siglo XX. Ahora con Puro vicio vuelve a los 70 con una historia de detective privado en el mundo hippy de Los Angeles.





California, año 1970. Doc Sportello es un peculiar detective privado de Los Ángeles. Después de mucho tiempo sin verse, su ex, novia, Shasta, le pide ayuda debido a la desaparición de su amante, un magnate inmobiliario.   Ahí
empezará una investigación en la que el personaje recorrerá los caminos de la socedad de Los Angeles de esos años con estafadores, drogadictos, rockeros,
un usurero homicida, un detective de la policía de Los Ángeles que se dedica a la publicidad y la Tv, un saxofonista  y una misteriosa entidad conocida como Colmillo Dorado, que podría ser solo una tapadera para evadir impuestos, diseñada por algunos dentistas… Puro vicio... y corrupción.

Se trata de la adaptación de la novela homónima de Thomas Pynchon publicada en 2009. Pynchon está considerado uno de los grandes novelistas actuales y ha sido comparado a Don De Lillo, Philip Roth y Cormac Mc Carthy. 

Puro vicio  nos cuenta una historia emparentada con las novelas de Raymond Chandler sobre Philip Marlowe. Próxima en su estructura a El sueño eterno, me recordó a la versión que de El largo adios realizó en 1973 Robert Altman, situando la acción en los años 70. La verdad es que la crítica social de las novelas de Chandler está presente en Puro vicio y la historia es tan enrevesada como las de Chandler. Pero se sigue con interés en su primer tercio, después decae notablemente para mejorar nuevamente en su parte final. Como suele ser habitual, no le hubiera venido mal una labor de poda para no extenderse hasta las dos horas y media.

 Creo que es interesante destacar que su título original, Inherent vice, hace referencia a un término legal: Defectos ocultos inherentes a la propia naturaleza del producto, lo que puede hacer que el riesgo sea inaceptable para un transportista o un asegurador que nunca serán responsables del deterioro que pudiera causarse.  ¿Juega con doble sentido el autor de la novela original?

La factura de la película es brillante y Joaquín Phoenix, su protagonista está bien, como siempre, en un personaje que favorece los excesos interpretativos. 

La película me interesó, incluso me gustó, pero sigo esperando más de su director.










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