Una íntima convicción es un alegato sobre la presunción de inocencia basado en un hecho real, un padre de familia acusado del asesinato de su esposa tras la desaparición de esta, un proceso que no terminó hasta casi una década después. Nunca apareció la víctima y además el principal acusador fue el amante de la desaparecida. Durante el juicio encontró a alguien que creyó firmemente en su condición de inocente. Aunque en la película se trata de un personaje inventado, en la realidad podría haber sido el director del filme Antoine Raimbault: «Fui a Toulouse para asistir al juicio y allí descubrí a un hombre acusado sin pruebas», explica.
Desde que Nora formó parte del jurado en el juicio de Jacques Viguier, acusado del asesinato de su esposa, está convencida de su inocencia. Por temor a un error judicial, convence a un letrado para que lo defienda en un segundo juicio. Juntos lucharán para conseguir nuevamente su absolución; pero la búsqueda de la verdad de Nora se convierte en obsesión.
La película comienza con el final del primer juicio, celebrado en 2009: el juez se dirige a los miembros del jurado recordándoles que deben tener una íntima convicción de la culpabilidad para condenar al acusado. Luego sabremos que entre los miembros del jurado, que lo declara no culpable, está Nora quien sí tiene la intima convicción de su inocencia. Este personaje forma parte de la ficción dramática y es una mezcla del director y guionista de la película y de una joven amiga del acusado. Y me pareció lo mas flojo en una historia de intriga que se centra en la obsesión del personaje de Nora por demostrar la inocencia. Una obsesión que contrasta con la tranquilidad y experiencia del abogado defensor. En este sentido es muy interesante como la acusación se basa en rumores e hipótesis pero sin una sola prueba real. Exactamente la misma situación de Nora respecto a la inocencia y la búsqueda de otro culpable.
Bien interpretada por actores a los que apenas conozco, destaca Olivier Gourmet en el personaje del abogado y su alegación final y también Marina Fois como Nora. Narrativamente la película y el trabajo de su director, el debutante Antoine Raimbault son correctos, aunque se echa de menos algo de imaginación a la hora de presentar las grabaciones telefónicas de los diferentes personajes.
Interesante más en su planteamiento ético y jurídico que en su desarrollo dramático.