lunes, 4 de marzo de 2019

Cine: CAFARNAÚM


Dirigida por la libanesa Nadine Labaki, esta película ganó en el Festival de Cannes el Premio del Jurado. Posteriormente fue nominada como mejor película en habla no inglesa en los Bafta, los Globos de oro y los Oscar. Su título no proviene del poblado galileo que fue uno de los escenarios de la vida de Jesús sino de la palabra francesa "capharnaüm" que significa caos, desorden, leonera y que aquí hace referencia al caos, al desorden de los temas que la directora pretende tratar en su película. Es una mezcla de documental y ficción, con la mayor parte de los actores no profesionales.Curiosamente, Zain Al Rafeea, el niño protagonista del filme, llegó al Líbano con su familia en 2012, tras huir de la guerra que asolaba su ciudad al sur de Siria. Al vivir en uno de los barrios más pobres de Beirut, Zain no podía ir a la escuela y se veía expuesto a situaciones similares a las que vive el protagonista de esta película. 




En Beirut, Líbano, Zain es un niño de doce años inteligente y valiente, que sobrevive a los peligros de las calles de la ciudad gracias a su ingenio. El matrimonio de su hermana y su muerte posterior, le llevaran a cometer una serie de actos por los que acaba en la cárcel. Desde allí presentará una demanda contra sus padres por el 'crimen' de haberle dado la vida. A partir de ahí la narración de la miseria económica y moral que le rodea se desarrolla mediante flashbacks. 

Aunque se centra en la figura del niño, son varios los temas que trata: la inmigración, legal o no, el maltrato infantil, los casamientos para quitarse una boca que alimentar, la desesperación de la pobreza, la sociedad que contempla esa pobreza y la aparición de explotadores dentro de esos mismos individuos... La batalla legal de Zain contra unos padres que no pueden criarlo ni darle el amor que se supone deben darle. Que no han cumplido con su obligación de padres ni tienen un entorno que les ayude a cumplirla, pero que no dudan en saludar como una buena noticia un nuevo embarazo.

Una película de denuncia de una situación indeseable y desesperada, de la que se puede considerar que se limita a ser testigo, recreándose en su reproducción. Es verdad que abre una puerta a la esperanza por la actuación de la abogada, interpretada por la directora, y la única sonrisa de Zain a lo largo de la película. Pero incluso esa esperanza choca con la constatación de que el mal sigue ahí y no parece tener solución.

Interesante en su ambigüedad, con algunos momentos que recuerdan a Slumdog millonaire, a destacar la música que acompaña su desarrollo.

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