Presentada en el Teatre Lliure de Barcelona y en la pasada temporada en La Abadía de Madrid, ha vuelto ahora, por un corto periodo, a este teatro. Es una obra escrita por Tankred Dorst, un autor alemán fallecido este mismo año, poco traducido al castellano. La versión y adaptación es de Jordi Casanovas (autor de Ruz-Bárcenas e Idiota) y está dirigida por Antonio Simón, del que no recuerdo haber visto ningún montaje.
Feuerbach, un veterano actor se presenta a una audición con un afamado director. que al parecer le dirigió tiempo atrás. El actor lleva 7 años sin actuar y es recibido por el ayudante. Mientras espera al director, el actor desarrolla un casi monólogo en el que se nos presenta la vida de un actor, probablemente fracasado pero que ha vivido también momentos de gloria. Una reflexión sobre lo que significa ser actor, sometido a los caprichos de los directores, a la incomprensión del público y, en este caso, a la ignorancia, si no desprecio, de su interlocutor.
Feuerbach es Pedro Casablanc, un muy buen actor al que recuerdo en el Falstaff de Andrés Lima y El arte de la comedia de Eduardo de Filippo, entre otras. La obra es él. Su presencia llena el escenario en una interpretación muy a la italiana que me recordó a Vittorio Gassman.
Ya he dicho en varias ocasiones que no me gustan los monólogos. Falta acción y sobre todo conflicto. En esta ocasión también. La presencia de un interlocutor (muy correcto Samuel Viyuela) no cambia apenas la situación. Asistimos a una exhibición de Casablanc con algunos momentos impresionantes. Su juego con una silla al principio y sobre todo su recreación, a partir de nada, de la figura de Francisco de Asís.
Interesante por la interpretación más que por el texto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario