martes, 31 de mayo de 2016

Cine: EL OLIVO



Icíar Bollaín es junto con Gracia Querejeta una de las directoras españolas con una carrera mas extensa e interesante. Se dio a conocer  como actriz en El sur dirigida por Víctor Erice en 1983. Una de las películas mas destacadas del cine español de los 80. Posteriormente trabajó con varios directores hasta que en 1994 participó en Tierra y libertad, dirigida por Ken Loach. Supongo que ese encuentro le marcó en varios sentidos. Por una parte conoció a su pareja, Paul Laverty, guionista habitual del director inglés y de las últimas películas de Icíar y por otra le permitió establecer una relación con el director al que acompañó en el rodaje de La canción de Carla y sobre el que ha escrito un libro. Es probable que también se haya visto influenciada por uno de los mejores directores y guionistas españoles, Jose Luis Borau, con el que trabajó en Niño nadie y Leo.

Desde que en  1995 dirigió ¿Hola,  estás sola? ha continuado una carrera destacada. Cabe recordar Flores de otro mundo, Mataharis, También la lluvia y sobre todo, Te doy mis ojos, ganadora de 7 premios Goya en 2003, incluidos mejor película, mejor dirección y mejor guión. Su cine suele tener un sentido social que podría relacionarle con su maestro, Ken Loach, quien por cierto ha vuelto a ganar la Palma de oro en el Festival de Cannes de este año.

Ahora nos llega su última película, El olivo.



Alma es una joven de 20 años que trabaja en una granja de pollos en el interior de Castellón. Su abuelo, la persona que más le importa en este mundo, dejó de hablar, para la sorpresa de todos, hace años. Ahora también ha dejado de comer. Alma cree que todo es debido a que su familia vendió un olivo milenario contra la voluntad del abuelo y decide recuperarlo, en el convencimiento de que así su abuelo volverá a la normalidad.

 Para ello, a partir de una mentira, sin un plan, y sin apenas dinero, Alma se embarca en un viaje a Duseldorf, donde está el olivo, junto a su tío y  un compañero de trabajo, y con el apoyo de unas amigos y del resto del pueblo,

embarcada en una misión imposible: recuperar el monumental olivo, allí replantado, y traerlo de vuelta a la masía familiar.

A partir de una noticia leida en la prensa, Laverty e Icíar han urdido un cuento alegórico, una metáfora para tejer toda una historia sobre el inconformismo, la especulación y la crisis de valores.  Lo cuenta la directora: “Todos esos olivos milenarios que por caprichos de la moda son arrancados de la tierra y vendidos y trasladados a jardines particulares o empresas internacionales. Hace años comenzaron a venderlos a miles. A Paul le pareció una buena metáfora para contar todo el expolio que se ha vivido en España con el boom inmobiliario, con una costa poblada de ladrillo y un paisaje que hemos machacado vendiendo hasta la última hectárea. Es una manera muy concreta de hablar de algo muy complejo, la especulación con cosas básicas como un árbol, el poco respeto a algo que lleva en la tierra tanto tiempo y que ha sido fuente de salud, de bienestar y de placer”.
Lo cierto es que han conseguido una película simpática, amable y bienintencionada, que sin embargo no consiguió que me la creyera. La propuesta de la protagonista es tan absurda, tan falta de un mínimo apoyo realista que me fui desentendiendo de sus peripecias. También porque algunos momentos  rozan el despropósito como el de la estatua de la libertad y en general la historia va perdiendo fuerza en la parte final.

No obstante,  las muy notables interpretaciones del trío protagonista ( Anna Castillo, Javier Gutierrez y Pep Ambrós), y algunos buenos secundarios y el tratamiento de comedia y el humor de algunas situaciones, hace la película se vea con agrado. Aunque deja un sentimiento de desencanto.

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