La razón del mal.
Rafael Argullol.
Acantilado.
22o pág.
Rafael Argullol es un escritor catalàn, poeta, narrador,pensador y sobre todo ensayista en temas relacionados con la creación artística ,es catedrático de Estética y Teoría de las artes en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra y habitual colaborador del periódico El País.
La editorial Acantilado recupera esta novela que obtuvo el premio Nadal en el año 1993, los años no la han perjudicado, al contrario sorprende lo actual de sus postulados y la coincidencia de muchas situaciones y comportamientos con la actualidad ética y política de este país.
Esta novela es sobre todo una crónica que explora la metarmofosis que sufre una ciudad /no se menciona aunque claramente es Barcelona / y sus habitantes a partir de un acontecimiento , insólito y distópico, como es que cada vez más personas ingresen en los hospitales aquejados de un extraño mal, personas normales que van cambiando sus comportamientos y se transforman, pierden el interés por todo, se abandonan y caen en una apatía total. En un principio la ciudad parece inmune a los hechos:
Verdaderamente no había ningún motivo importante para el desasosiego. Las crónicas del pasado no contenían momentos similares. Se pronunciaban sobre hambre, guerras y agitaciones. Si juzgamos por ellas, la ciudad había sido, con poco intervalo, permanente escenario cruento donde el odio se había cobrado innumerables víctimas. Ideas y pasiones habían ensangrentado las calles. Pero todo esto parecía pertenecer a un tiempo muy remoto. No, quizá, en la distancia de los años aunque sí en la disposición del espíritu. El espíritu de la ciudad, libre al fin de aquellas penurias depositadas en los libros de Historia, había apostado por una paz duradera y ,lo que era más decisivo ,había ganado la apuesta.
La connivencia de gobierno, políticos, periodistas y grupos de poder ocultan la situación, pero finalmente ante el aumento de casos se hace necesario informar, ante la dificultad de explicar racional y científicamente algo que no se podía calificar de enfermedad ni de epidemia, se buscó un nombre a los afectados, se les llamó
exánimes, al ser demasiado brutal llamarlos idiotas, eso sí el gobierno investigaría, se nombrarían comisiones de expertos, comisiones de tutela, y comisiones de vigilancia de todas las comisiones, todas se revelaron incapaces de solucionar
el mal, pero eso sí , se convirtieron en poderosas herramientas de control de la información y de los ciudadanos.
Sin embargo
la crisis de los exánimes comenzó a pasar factura:
Y bajo el imperio del peligro las conductas se volvieron peligrosas.Las familias que antes, desesperadas, entregaban sus enfermos a los hospitales, ahora lo hacían con alivio y, aún,con rabiosa satisfacción.Los hogares vomitaban a sus envenenados,despreocupándose de su suerte.Nadie quería tener contacto con el mal
Los exánimes pasaron de enfermos a adversarios y se les recluyó en sospechosos centros de acogida,la ciudad se transformó, comenzaron los disturbios, la ciudad se degradó, los templos volvieron a llenarse, surgieron predicadores, adivinos,farsantes y augures y entre todos ellos uno especial Rubén que"
en seis meses había pasado de ser un perfecto desconocido, a ser un rastro que se reproducía en los carteles que sus seguidores habían colgado por toda la ciudad"
Rubén fué pronto llamado El Maestro y en efecto se reveló como un maestro del populismo y la prestidigitación que contaba a los ciudadanos aquello que querían oir:
El Maestro había bromeado enardecido, declarándose filósofo y payaso, teólogo y cientifíco.Sin embargo, al hablar de todo, todo lo había desmenuzado, troceando los conceptos de tal manera, que dueño de un caos de fragmentos, había reordenado a su voluntad las cáscaras huecas de las palabras. Y este universo de cáscaras, ofrecido como si fuera un jardín de frutos primordiales, embelesaba a los espectadores.
Rafael Argullol ha escrito una novela con pocos personajes y donde la protagonista principal es la ciudad, una ciudad orwelliana que parece tener vida propia, lo que propicia, por parte del autor numerosas prosopopeyas:
Era una ciudad que podía considerarse mayoritariamente feliz.
Una ciudad ecuánime consigo misma.
La ciudad quedó envuelta en los pesados vapores de la duda.
La ciudad despertó con la cabeza confusa y el cuerpo embotado.
El hilo de la narración se realiza a través del personaje de Victor Ribera fotógrafo de éxito, aunque el mismo está hastiado de la poca autenticidad de su obra, y su relación con los demás personajes:
su amigo David médico psiquiatra impotente para afrontar y tratar el mal de los exánimes, Salvador Blasi director del periódico El Progreso que un día fue pionero en las libertades y ahora convertido en un periódico esclerótico y silente,, Victor viejo periodista fatalista que sabía que las heridas cerradas en falso de la ciudad se volverían a abrir, el senador Félix Penalba símbolo de la clase política dirigente capaz de todo por perpetuarse, Max Bertrán el ciníco, frívolo y sarcástico cronista de la villa conocedor de los trapos sucios del sistema, y por último Angela compañera de Victor entregada a su profesión de restauradora.

En la trama juega un papel simbólico muy importante el cuadro que Angela restaura, que representa a Orfeo y Eurídice retornando del Hades. La restauración dura un año coincidiendo con la aparición del mal y con su insólita desaparición:
Victor pensó que no era una simple coincidencia.Un hilo secreto ataba el destino el destino de la ciudad a la incertidumbre de Orfeo: al fondo permanecía amenazante, el infierno de la memoria guardando una verdad demasiado intolerable.
La razón del mal es una novela simbólica ,para reflexionar en la deriva de las sociedades y democracias actuales,, bien escrita ,con un estilo brillante, depurado y culto y a la vez nada pomposo, en fin una lectura muy recomendable que no te deja indiferente.
Por último añadir que el planteamiento inicial recuerda a los Ensayos de la ceguera y de la lucidez de José Saramago aunque estos están escritos con posterioridad.