Chesil Beach es una novela corta del escritor británico Ian McEwan publicada hace ya diez años. Varias de las novelas de este autor han sido llevadas al cine, destacando, en mi opinión, la adaptación que hizo Joe Wright de Expiación (2007), para mi gusto su mejor novela. En esa película debutó, precisamente, Saoirse Ronan que protagoniza En la playa de Chesil. Desde entonces una carrera ascendente con dos nominaciones al Oscar, Brooklin y Lady Bird.
El responsable de esta adaptación es Dominic Cooke, un premiado director teatral inglés, que ha llevado la trilogía de Shakespeare The hollow Crown a la televisión. Y lo ha hecho sobre un guion del propio autor de la novela
Inglaterra, 1962, cuando aún no se había publicado el primer LP de los Beatles y El amante de Lady Chatterley estaba prohibido. Florence y Edward, tienen poco más de 20 años. Ella de clase media alta, él de clase baja. Inocentes, vírgenes y enamorados se casan y van a pasar su primera noche de bodas a un hotel, junto a la famosa Chesil Beach. Lo que sucede esa noche, entre sus palabras y sus silencios, cambiará sus vidas para siempre.
La película sigue bastante fielmente la estructura de la novela, alternando el presente de la noche de bodas con algunos flashback acerca de su relación que sirven para mostrarnos sus diferencias sociales y la inexperiencia de ella. Todo ello tratado con la sobriedad y contención propia del cine y, sobre todo, de la televisión británica. Y apoyada en la eficacia de sus dos protagonistas, Saoirse Ronan y Billy Howle, al que hemos visto en El sentido de un final y Dunkerque.
Si siempre es difícil convertir en imágenes la literatura, en este caso creo que lo ha conseguido de una forma razonablemente eficaz, al menos sobre el recuerdo que yo tengo de la novela, a la que, no obstante, he vuelto para comprobar que el poco afortunado e innecesario final es un añadido a la narración original. Y que si no se puede hablar de traición es porque ha sido el propio autor quien lo ha añadido.
Una nueva secuencia, una decena de años después nos informa, innecesariamente, de la evolución de los protagonistas, algo que, en el caso de la novela, se centraba mas en él. Con la inclusión de un detalle, la identificación de la niña, que bueno... Es la secuencia final, en el concierto de despedida donde se empeña en mostrar algo que ya está claro en lo que hemos visto y que obliga al maquillador a esforzarse en presentarnos a los personajes con 50 años más. No hace falta y estropea el conjunto
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