Lady Macbeth me parece uno de los grandes personajes femeninos del teatro universal. Su figura en la sombra conduciendo la ambición de su marido para convertirlo en rey me ha seducido siempre desde que conocí la obra de Shakespeare.
Tomando como referencia este personaje, Nicolai Leskov publicó una novela corta, Lady Macbeth de Mtsenks donde cuenta la historia de Khaterina, una mujer rusa en el siglo XIX, un retrato crudo y descarnado sobre una pasión que arrastra a sus protagonistas, envolviendo sus vidas en el ardor y, al mismo tiempo, la frialdad de sus propios actos. Donde la psicología del personaje pasa del estancamiento vital a un renacer, tan falto de moral como lleno de energía, a una versión de sí misma que deja el segundo plano para convertirse en la protagonista de su vida.
La ópera que a partir de esta novela hizo Dimitri Shostakovich provocó su caída en desgracia ante el régimen de Stalin, quien abandonó la representación.
El director de la versión cinematográfica es el debutante William Oldroyd. El y la escritora Alice Birch (coautora del guión) empezaron sus carreras en el teatro. Compartían representante y tenían gustos muy parecidos. Birch había leído la novela de Leskov y los temas que abordaba le parecieron perfectos para una obra cinematográfica. En cuanto le contó la historia a Oldroyd, él también se fascinó. "Se trata de una joven protagonista que lucha por su independencia y decide su propio destino de una manera sanguinaria".
Localizada en la Inglaterra rural de 1865. Katherine (Florence Pugh) vive angustiada por culpa de su matrimonio con un hombre amargado al que no quiere y que le dobla la edad, y de su frío y despiadado suegro, tan solo acompañada por la servidumbre entre la que destaca Anna, su doncella de color. Cuando se embarca en un apasionado idilio con un joven mozo de cuadra de la finca de su marido, en su interior se desata una fuerza tan poderosa que nada le impedirá intentar conseguir lo que desea.
Con un tratamiento de la imagen que recuerda a dos películas británicas del año pasado, Historia de una pasión y Sunset song, ambas dirigidas por Terence Davis, Lady Macbeth se desarrolla de una manera pausada, tranquila, que contrasta con la historia apasionada que nos cuenta, pero que, al contrario que las dos películas mencionadas, no incurre en la frialdad que, en mi opinión, las lastraba.
Es verdad que, como dice el director, en muchas otras novelas del siglo XIX encontramos personajes femeninos fuertes, que tienen un lío fuera del matrimonio, pero pocos hacen lo que Katherine a continuación: luchar, manipular y asesinar. Para el director la protagonista considera que ante todo y sobre todo está su libertad.Y cambia el final de la novela. Como él dice, mantuvieron el espíritu de su libro aportando su propio punto de vista. Personalmente, aunque entiendo la pasión de la protagonista y su intento de salir de una situación insoportable, me resulta mas difícil entender la evolución de los acontecimientos.
Me gustó la película por la forma de narrar, pero no tanto la historia que nos narra. Como es frecuente en las novelas decimonónicas, los hechos que desencadenan la acción me parecen un tanto forzados. El encuentro entre Katherine y el mozo de cuadra, las relaciones a la vista de los criados, la presencia del hijo extramatrimonial, los crímenes escasamente disimulados, la pérdida del habla por parte de Anne, son una serie de circunstancias que me resultaron poco convincentes.
Destaca la presencia de la protagonista, una poco menos que debutante Florence Pugh que al parece solo ha hecho otra película, The falling, que no se ha estrenado en España, que yo sepa. Está considerada una gran promesa en Inglaterra.
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