La presencia de Ricardo Darín, el extraordinario actor argentino, en los escenarios españoles, constituye un acontecimiento teatral ya que no actuaba desde hace diez años. La verdad es que no se ha prodigado mucho en el teatro en España. Tan solo recuerdo su presencia en Art , el éxito de Yasmina Reza, en el que interpretaba el mismo papel que había estrenado Jose María Flotats.
A lo largo de lo que va de siglo, sin embargo, hemos podido disfrutar de sus interpretaciones en el cine con papeles tan notables como El hijo de la novia, Nueve reinas, El secreto de sus ojos, Una pistola en cada mano, Relatos salvajes y la recentísima Truman, películas todas ellas que le han situado en un lugar de excepción en el panorama actoral en lengua castellana.
Ahora regresa a los escenarios con un montaje de Escenas de la vida conyugal, junto con la actriz también argentina Érica Rivas y la dirección de la también actriz argentina Norma Aleandro, la inolvidable madre en El hijo de la novia.
Un montaje que le ha ocupado durante dos años en Argentina, con otra actriz, y que ahora se ha presentado en España.
El autor de la obra es Ingmar Bergman, el director de cine sueco, e inicialmente fue una serie de televisión de seis capítulos, allá por 1973. Posteriormente se convirtió en una larga película estrenada en España como Secretos de un matrimonio. La obra de teatro fue una versión posterior, estrenada en 1981. Se trata de seis escenas que toman su título del de los capítulos de la serie televisiva.
La obra efectúa un recorrido por seis momentos de la relación entre Juan y Mariana. Casados, con dos hijas. Son momentos muy diferentes, y muy separados temporalmente. Los tres primeros, una escena cotidiana, el anuncio de un nuevo embarazo, y la separación para irse con una amante mucho más joven. Los otros tres son encuentros, una vez separados pero no divorciados, con las vidas más o menos rehechas y deshechas, pero con un amor latente entre ellos.
La versión que yo recuerdo era dura. Aquí sin embargo, se juega mucho a la comedia romántica agridulce, a provocar la risa del espectador remarcando las replicas y dejando un poco de lado el dramatismo original. Por momentos me recordó Dias de vino y rosas.
La interpretación de los dos actores a lo largo de las diferentes escenas es adecuada. Darín demuestra su categoría, especialmente en algunos momentos. Muy contenido. Pero yo eché de menos esa carga emocional de algunos de sus papeles como en Truman. Ella, a la que conocemos por el último episodio de Relatos salvajes, le da buena réplica, huyendo del desgarro. Me gustó mucho la escena de la separación y la posterior reacción de ella al hablar por teléfono con unos amigos. Al ver la obra me entraron ganas de recordar la película, especialmente por Liv Ullman. El montaje no puede ser más sencillo. Apenas unos efectos de luz y unos muebles adecuados para cada lugar de la acción. O el escenario desnudo en el momento de la separación.
El público de la representación que yo vi, predispuesto a la risa, abusó de ella en algunos momentos. No me parece que sea obra para carcajadas y hubo muchas. Aplausos al final de cada escena, cosa poco habitual.
Un éxito absoluto de público, las entradas están agotadas desde hace dias a pesar de los precios exagerados (40 € la butaca). Yo compré las entradas a finales de agosto, cuando me enteré de su venida. Pero a mi me quedó una cierta sensación de decepción que, sin embargo, no había tenido el dia anterior con la película Truman, en este fin de semana que he dedicado a Ricardo Darín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario