sábado, 18 de enero de 2014

Cine: El lobo de Wall Street, Martin Scorsese



Avalada por cinco nominaciones para los Oscar llega a algunos de nuestros cines (parece que tanto Kinepolis como Cinesa han tenido problemas con la distribuidora y han decidido no proyectarla) esta interesante película. 

Narra la historia, basada en su propio libro, del corredor de bolsa Jordan Belfort. De la nada hasta el éxito, en una historia típica del triunfador americano, al que la codicia corrompe absolutamente. De la honradez a la corrupción. Sin temor a la ley, considerando que la discreción era una cualidad anticuada y que  nunca debían conformarse con lo que tenían, aunque no supieran en que gastarlo.



Sobre ella tres consideraciones: Es Scorsese en estado puro, demuestra una extraordinaria capacidad narrativa, lo que la convierte en una gran película y es excesiva. Me explico.
Es Scorsese en estado puro con todas las virtudes y defectos de su cine. Claramente emparentada con Uno de los nuestros (Goodfellas, 1990) y Casino (1995).


La forma,  la utilización de todos los recursos narrativos cinematográficos, es extraordinaria. Tiene una gran utilización de la imagen, con travellings impresionantes. Y la forma de narrar, en primera persona, con monólogos directamente a cámara, comentarios irónicos sobre lo que vemos, etc. Y cantidad de escenas apabullantes. 



Pero a pesar de todo lo dicho, la película no me gustó. ¿Por qué? Porque es un constante exceso.

El tema desarrollado en un entorno de depravación, lujo, alcohol, sexo y drogas, está contado siempre por exceso. Todo es excesivo, también el lenguaje  y a pesar de que se supone una cierta veracidad, ya que está basado en la autobiografía del tal Belfort, difícil de creer. Eso sí, como denuncia de ese mundo de las finanzas, donde lo que importa es hacer dinero, sin importar ni como ni a quien se perjudica, es totalmente eficaz. Pero en ese sentido, era muy interesante y más creíble, Margin Call (J.C. Chandor, 2011). Y como narración del ascenso de un magnate sin escrúpulos, tenemos Ciudadano Kane (1941, Orson Welles). 
La interpretación, acorde con la calidad de la película.  Leonardo de Caprio, actor que generalmente no me gusta nada, está muy bien en esta ocasión y sobresalientes también Jonah Hill, especialista en películas desmadradas, que ya fue candidato al Oscar por Moneyball (2011), como su principal colaborador y Kyle Chandler como el agente del FBI que le investiga. Señalar que también está  Matthew McConaughey, al que hemos visto el año pasado en Mud, aquí en un papel muy secundario, pero en una interpretación brillante.


En resumen, una gran película pero poco recomendable si te molestan los excesos de tacos, desnudos y consumo de drogas. 


3 comentarios:

  1. Sin embargo yo me rindo ante director y actores. El exceso no es su defecto, en mi opinión; es la realidad que desea contar. Lo que es más, diría que no es dañina ni soez, como escucho ya a sus detractores (incluso circulan ya correos de "alerta: no la veas, altamente dañina para la salud mental y la sensibilidad), ni agrede en absoluto, pues si así fuera odiaríamos a los personajes, como en tantas otras películas. Y sin embargo, lo convierte en una comedia, te caen bien! Mi sensación es de puro disfrute y admiración por un trabajo excelente. Lo que es más, creo que la voy a volver a ver!!!!

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  2. Lo cierto es que se trata de una de esas películas sobre las que se puede hablar (o escribir) durante horas. Para mi, como cine, es excelente. Pero tiene un algo de "ya visto" en el cine de Scorsese. Y, por supuesto, no voy a entrar en lo de moralmente dañina, pero si es verdad que presenta una visión de la droga y de los personajes un tanto peligrosa, sobre todo por el tratamiento de comedia que hace que personajes absolutamente negativos puedan caerte bien.
    En resumen, me encanta su lenguaje cinematográfico pero no tanto el tratamiento de la historia.

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  3. Posiblemente lo que más quiera destacar Scorsese es lo considerado excesivo. Yo no lo encuentro exactamente como un fallo, sino como detalles importantes en el argumento. Eso si, esos detalles (la mayoría) sobran.

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