miércoles, 6 de febrero de 2019

Teatro: HERMANAS



He comentado en este blog otras dos obras de Pascal Rambert, La clausura del amor y Ensayo. Me parece un autor interesante pero demasiado inclinado a los textos muy intensos, con una utilización del lenguaje muy cuidada, dando mucho valor a las palabras, pero con la dificultad, en ocasiones, de poder asimilar su contenido. Son textos a los que, leídos, se les podría extraer un mayor significado.

Hermanas, la obra que se ha presentado en el teatro Kamikaze Pavón, vuelve a ser un ejemplo del teatro de este autor. Amparado en el reclamo y el buen hacer de dos de las mejores actrices actuales, ha conseguido llenar la sala que lleva semanas con todo su aforo vendido. Y no es de extrañar.


Dice el autor que el primer pensamiento de la obra surgió porque quería escribir un texto para Bárbara Lennie. En Francia adjudicó su interés a otra actriz, Audrey Bonnet. "Cuando hicimos juntos La clausura del amor tuve claro que quería escribir una obra específicamente para ella. Fue mucho antes de pensar en la versión francesa que ha podido verse en París. Y quería que fuera una historia muy potente entre dos hermanas. Le pregunté a Bárbara con quién le apetecía trabajar y me explicó que le encantaría hacerlo con Irene Escolar, a quien yo había visto en Blackbird en el Teatro Kamikaze. Me pareció perfecto, yo solo sigo los deseos de la gente con la que trabajo porque me encanta trabajar no solo sobre mis ideas sino sobre las ideas de los demás, en especial de los actores. Así que estaba claro que solo podía ser con ellas. Como también planeaba hacerlo en París con Marina Hands y Audrey Bonnet, al escribir la pieza pensaba en las cuatro actrices. Así que, en cierta medida, aunque solo veamos dos personajes en escena, esos personajes están hechos de cuatro mujeres con cuatro energías distintas”.


Dos hermanas se reencuentran después de unos años. La madre ha muerto. La hermana mayor estaba allí, la pequeña, no. Nadie le avisó. ¿Un descuido, un error, algo intencionado? El encuentro dará lugar a una sucesión de reproches. Años de odio y pasión, de celos y resentimiento, rivalidad y frustración. Un ajuste de cuentas de una gran violencia, sobre todo verbal.

Dos personalidades diferentes. Bárbara es fuerte, campeona de natación, ordenada, apegada a la realidad, preferida por su padre. Irene es frágil, caótica, considera que la presencia de su hermana le ha impedido desarrollarse como persona. Protegida por la madre, trata de parecerse a Bárbara no solo por admiración sino para ganarse el afecto de su padre. 

Irene reprocha a su hermana su superioridad física, su falta de independencia económica, un cierto sadismo, su demagogia respecto la emigración, su novia. Barbara le reprocha su matrimonio con un tonto al que desprecia y esconderse tras su trabajo de crítica para evitar cualquier tipo de compromiso. Quizá poca cosa para justificar la enorme tensión entre las dos.



La puesta en escena, del propio autor, es similar a la de La clausura del amor. Sencilla. Un espacio casi vacío. Un atril y sillas de plástico que irá colocando Bárbara para una conferencia sobre migración. Iluminado con fluorescentes. Como si de un ring de boxeo se tratara. Nada más. Y las actrices moviéndose por todo el espacio, incluso por el patio de butacas. Porque son sus cuerpos y sus palabras lo que importa. Como dice Rambert, "el máximo impacto con las mínimas herramientas". 

Un aspecto muy importante de esta obra, como también ocurría con La clausura del amor, es el uso del lenguaje, cómo el lenguaje nos da la posibilidad de expresarnos y condenarnos al mismo tiempo. A través del lenguaje vemos el odio entre las dos hermanas pero también su amor, su necesidad mutua. A la vez pelean y se necesitan.

La obra empieza con un nivel de tensión tan elevado que resulta difícil mantenerlo. Por ello hay momentos de remanso, casi de paz. Como el baile que se marcan las dos compartiendo auriculares, (bastante molesto el uso de los fluorescentes), algunos (pocos) momentos de humor y el recuerdo de sus amores árabes. Y un final que no sabría decir si nos deja a la espera de más o con la respiración tan contenida que nos impide reaccionar.



Lástima esa costumbre de poner canciones en inglés de las que desconocemos la letra. Parece que se trata de Wonderful life, de un tal Black (confieso mi desconocimiento). Para tratar de remediarlo, la copio a continuación:

Look at me standing
Here on my own again
Up straight in the sunshine
No need to run and hide
It's a wonderful wonderful life
No need to laugh and cry
It's a wonderful wonderful life
The sun's in your eyes
The heat is in your hair
They seem to hate you because you're there
And I need a friend
Oh I need a friend to make me happy
Not stand here on my own


En resumen, una obra interesante, en clara línea con las de su autor que conozco, pero con los mismos defectos o carencias que las anteriores, con una interpretación extraordinaria. Bárbara Lennie e Irene Escolar nos ofrecen dos trabajos impresionantes.




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