Sebastián Lelio es un director chileno que el año pasado ha conseguido con su película Una mujer fantástica el reconocimiento internacional al que ya se había asomado con Gloria (2013) premiada en Berlín (mejor actriz) y San Sebastián. Una mujer fantástica consiguió el Oscar a mejor película de habla no inglesa, fue finalista en ese apartado en los BAFTA y los Globos de oro, el Goya a la mejor hispanoamericana, y bastantes premios más. Parece que este éxito le ha abierto las puertas del cine de EEUU como le ocurrió a su compatriota Pablo Larraín.
No obstante fue antes de este éxito cuando Rachel Weisz y la productora independiente Frida Torresblanco decidieron proponerle hacerse cargo de Disobedience, por considerar que posee una sensibilidad extraordinaria y sabe conectar con los personajes femeninos. La película es la adaptación de la novela del mismo título de la escritora británica Naomi Alderman.
Ronit, una mujer que se crio en una familia ortodoxa judía de Londres, regresa a su hogar con motivo de la muerte de su padre rabino. Ronit, que eligió una vida totalmente alejada de los mandatos de la religión, decidió vivir en Nueva York y convertirse en fotógrafa. Al volver a sus raíces, se reencontrará con Esti (Rachel McAdams), amiga de la infancia que decidió quedarse en el barrio y casarse con Dovid (Alessandro Nivola), quien debe ser el nuevo rabino. El reencuentro entre ambas hará que se reavive un romance que parecía olvidado.
Me pareció interesante el retrato de la opresión religiosa en que se desenvuelven los personajes, no tanto la expresión de la rebeldía de Ronit y su reencuentro con Esti reavivando antiguas sensaciones. Demasiado melodramática quizá y, sobre todo, padeciendo un desenlace que da demasiadas vueltas, dilatando su resolución. Me gustó mucho Rachel Mc Adams.
Película interesante en conjunto que destaca en el pobre panorama de la cartelera actual
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