Coproducción hispano-argentina, dirigida por Sebastián Borensztein, director del que solo conozco Un cuento chino, una curiosa comedia de choque y entendimiento intercultural donde, un ferretero argentino de carácter difícil y costumbres de ermitaño termina conviviendo con un chino que no habla ni una palabra de español al que ha encontrado perdido, sin casa ni dinero, en medio de la ciudad. También la protagonizaba Ricardo Darín. La película ganó el Premio a la Mejor Fotografía (Rodrigo Pulpeiro) y al Mejor Actor de Reparto (Óscar Martínez) en Málaga.
Situada en 1977, uno de los años más sangrientos de la última dictadura argentina. Tomás Kóblic (Ricardo Darín) es un un oficial de la Armada que ha pilotado uno de los vuelos de la muerte. Atormentado por la terrible experiencia de lanzar los cuerpos de los prisioneros al mar, decide desertar y esconderse en un pueblo de la Pampa argentina, huyendo de sus propios compañeros, abrumado por el conflicto moral que se ha visto obligado a vivir. Trabaja como piloto fumigador, con el objetivo de no llamar la atención de los escasos habitantes del pueblo. Pero se cruzan en su camino Nancy (Inma Cuesta), la encargada de la gasolinera de su pareja y el corrupto comisario Velarde (Oscar Martínez). Kóblic tendrá que volver a enfrentarse con la muerte.
La película tiene una estructura clásica de western. El forastero que llega a un pueblo huyendo de su pasado, la desconfianza del comisario, la chica del salón (aquí la gasolinera), los celos de su pareja, el pasado que le persigue y el duelo final. Pero la historia no convence. A pesar de los buenos actores. Nunca había visto a Ricardo Darín tan desangelado. (Bueno, si, en el teatro el año pasado en Escenas de un matrimonio). Y su relación con Inma Cuesta no engancha. Parece totalmente impuesta por el guión.
Bastante decepcionante aunque con algunos, pocos, momentos interesantes.
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