Creo que a estas alturas nadie puede dudar de la importancia de Pedro Almodóvar en el panorama del cine español. Ganador de dos Oscar (mejor guión -Hable con ella- y mejor película en lengua no inglesa -Todo sobre mi madre-) y con otras dos candidaturas, ganador de dos Globos de oro, con otras cinco candidaturas, cinco premios Bafta (academia británica) y seis candidaturas, seis Goya sobre más de veinte candidaturas, premios de las academias francesa e italiana, Premio nacional de cinematografía y Premio Príncipe de Asturias, entre otros avalan su carrera. Es además un director que tiene un estilo propio que hace que la mayor parte de sus películas sean tanto argumental como formal y visualmente reconocibles. Todo lo cual no impide que la mayor parte de sus películas no me satisfaga.
Llega ahora la que creo que es su vigésima película, Julieta. Las tres que dirigió después de Volver, su mejor película en mi opinión, no las fui a ver al cine y aunque tuve oportunidad de verlas en TV, lo cierto es que no las ví enteras. En el caso de la última, Los amantes pasajeros, la quité al cabo de unos minutos por que me hacía sentir vergüenza ajena.
Julieta nos cuenta el drama de treinta años de la vida de una mujer, centrándose en algunos momentos. Su enamoramiento de Xoan, un pescador con el que tiene una hija, Antía. La muerte de Xoan en el mar. La huida de la hija cuando alcanza la mayoría de edad. La búsqueda, el intento de comprender la razón de ese abandono y la posibilidad de un reencuentro. Todo ello basado en tres relatos de Alice Munro, incluidos en su libro Escapada: Destino, Pronto y Silencio. No los conozco. Voy a ver si los consigo.
No me convenció la estructura narrativa de la película. A partir de la decisión de Julieta de abandonar Madrid con su nueva pareja para instalarse en Portugal y su posterior encuentro con una antigua amiga de su hija quien le informa que se la encontró en algún lugar de Italia, Julieta cambia de opinión y se queda en Madrid. Y empieza a escribir una carta a su hija, una analepsis que abarca gran parte de la película. Aparte de que no me gusta el recurso de una carta de cuyo destinatario no se conoce el paradero, el relato se va desarrollando con una acumulación de elementos dramáticos que me parecieron, en muchos casos, sin más justificación que llevar el relato a donde el autor quiere, sin una motivación lógica en los acontecimientos que nos narra. Todo para conducirnos por el permanente sentimiento de culpa con el que carga la protagonista. Y una galería de secundarios recargada de dramatismo. El que luego será su marido, tiene una esposa enferma terminal. La madre de la protagonista está también muy enferma y su padre se lía con la chica que la cuida. Su hija establece una repentina y gran amistad con otra chica, Bea, en un campamento de verano, lo que dará lugar a una serie de circunstancias un tanto forzadas para que avance la historia por el camino que le interesa al autor.
Me gustó el personaje de Rossi de Palma, una especie de señora Danvers (Rebeca), una sirvienta arisca, que se constituye en motor dramático de la historia, pero, en cambio, personajes como la madre de Bea (Pilar Castro), su nueva pareja (Darío Grandinetti) o la amiga ¿fiel o infiel? (Inma Cuesta) me parecen ficticios. Están ahí como postes de dirección para guiarnos en el drama por donde Almodóvar quiere.
No obstante lo expuesto, la película mantiene el interés. Nos habla del destino, del complejo de culpa y de ese sentimiento que puede hacer abandonar a las personas a las que se ama, haciéndolas desaparecer de la vida como si nunca hubieran significado nada. Del dolor que provoca el abandono de un ser querido. Y lo hace, con un lenguaje visual lleno de símbolos y referencias, en muchos casos, a sus propias películas anteriores. Dice Almodóvar que las películas hay que verlas más de una vez para poder apreciarlas. Creo que, en muchos casos, esta afirmación es cierta. Es posible que Julieta gane en una segunda visión. Pero me temo que seguiré encontrando los mismos defectos narrativos.
Un detalle interesante de la película es la utilización de dos actrices diferentes para el personaje principal. Como la película se desarrolla a lo largo de treinta años, el utilizar a una misma actriz hubiera supuesto un trabajo de caracterización que hubiera restado credibilidad. Es cierto que, por ejemplo, en Isabel, la serie de TV, la misma actriz representa a la reina a lo largo de más de treinta años, pero en cualquier caso no me parece una mala decisión, aunque existe poco parecido entre las dos actrices. Estas son Adriana Ugarte y Emma Suarez, 31 y 51 años de edad en la realidad. Me gustó más Emma, con un papel que se presta más al lucimiento dramático.
El resto de los intérpretes figura en personajes secundarios cuando no esporádicos, aunque el elenco es espectacular. Xoan es Daniel Grao, popular por varias series de TV, ha brillado en La piedra oscura que ganó ayer el Premio Max a la mejor obra teatral, premios en los que era finalista como mejor actor y anteriormente en La avería, por la que fue ganador de mejor secundario. Antía es Blanca Parés, popular por El secreto de Puente viejo. Rossi de Palma es Marián, la sirvienta gallega que desencadenará el drama. Y en papeles más secundarios Inma Cuesta, Susi Sanchez, Michelle Jenner, Joaquin Notario, Nathalie Poza, Darío Grandinetti, Pilar Castro...
En resumen, aunque no me gustó, creo que es una película tan interesante como discutible, muy en la línea del cine de Almodóvar, que cuenta, además, con un notable diseño visual.