·" Me encanta el pasado, mucho más tranquilo que el presente y mucho más seguro que el futuro " .
"La Ronde"es una película de 1950, que Max Ophüls rodó en Francia en su tercera etapa, después de la alemana/austríaca y de su estancia en EEUU,donde rodó cuatro películas, nacionalizado francés en 1938, culminó su carrera en el país galo con cuatro grandes películas "La Ronde", "Le plaisir", "Madame D.." y "Lola Montes"
Con "La Ronde" Ophüls, recuperó el mundo vienés que ya había tratado anteriormente en otras películas como "Liebelei"adaptación de la obra de Arthur Schnitzler, "De Mayerling a Sarajevo" , y otra obra maestra "Carta de una desconocida" adaptada de la novela homónima de Stefan Zweig. "La Ronde" es una adaptación de la obra teatral del mismo título de Arthur Schnitzler, autor judío como él ,conocido como el "Maupassant francés ",y al que tenía en gran estima, esta obra,desde su edición en 1905, tuvo grandes problemas de exhibición, llegó a ser calificada de pornográfica e irrepresentable, hoy en día resulta hasta pudorosa.
Max Ophúls es un cineasta de raza que ha dejado unas cuantas obras maestras, en esta película él mismo firmó la adaptación, con dos grandes aciertos, nos hace olvidar el origen teatral, no sé limita al típico "teatro filmado" ,al contrario con su estilo de rodar con la cámara y los actores en continuo movimiento huye del estatismo teatral sin renegar de él, el cine y el teatro no entran en colisión, están presentes, unas candilejas en un escenario , una cámara en un trípode y una Viena de decorado lo confirman y queda reflejado en el magnífico plano secuencia con el que comienza la película : el segundo acierto es la creación del personaje del narrador, que no existe en la obra original y que va enhebrando las ocho historias "es hora de empezar la ronda del amor ", , un narrador que a veces actúa de testigo, otras como detonante y algo celestino. De este personaje es la frase con la que encabezo esta reseña y que no es más que la confirmación de que él es el "alter ego" de Ophüls, interpretado por un magnífico Anton Wallbrook.
Como en un baile que se cambia de pareja ,un vals que gira o un tio vivo,vamos conociendo las ocho historias,ocho encuentros galantes ,que no amorosos, protagonizados por distintos personajes de la sociedad vienesa, de distintos estamentos sociales, en una especie de historias encadenadas , una prostituta regala sus favores a un soldado, el soldado seduce a una criadita que a su vez se deja seducir por su señorito que consigue culminar su historia con una mujer casada, la mujer casada lleva una vida aburrida con marido que busca una aventura con una modistilla falsamente ingenua que también se deja seducir por un poeta que es un juguete en manos de una actriz que se encapricha con un húsar que también es conde y que después de una borrachera acaba en el lecho de la prostituta de la primera historia.
Como se aprecia la historia que se cuenta no deja de ser un divertimento algo banal, el mérito de Ophúls, es la forma en como lo cuenta, un alarde de técnica cinematográfica, con innumerables planos secuencia en que la cámara sigue continuamente a unos personajes que a su vez no dejan de moverse, por unos decorados muy abigarrados y barrocos, llenos de objetos y mobiliario, los personajes no dejan de moverse entre ellos, suben y bajan escaleras, entran y salen de las distintas estancias, abundan las elipsis y los dobles sentidos, con los que se intuye sin mostrar el juego erótico que impregna todas las historias.
Una película que habla más de la pasión moméntanea que del amor, un juego libertino entre hombres que se creen seductores, cuando en realidad son seducidos, y de mujeres que se dejan seducir fingiendo inocencia y que en realidad llevan las riendas, detrás de este barniz ligero lo que si queda patente es la hipocresia de una sociedad , al fin la prostituta resulta ser el personaje mas coherente y más libre.
Un reparto excepcional con todo lo mejor del cine francés de la época, con Simone Signoret, Serge Reggiani, Simone Simon, Daniel Gelin, Danielle Darrieux....para acabar con el mítico Gerard Philipe.
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